El precio del oro ha superado el umbral de los 3.100 dólares debido a varios factores, entre los que destaca la incertidumbre económica, la inflación y la demanda de los bancos centrales.
El oro ha comenzado el mes de abril rompiendo récords históricos. El metal precioso, que a principios de 2024 se cotizaba alrededor de los 2.060 dólares por onza, esta semana ha superado el umbral de los 3.100 dólares, registrando un incremento del 39% interanual. El pasado miércoles, con el anuncio de un arancel generalizado del 10% por parte de la administración de Donald Trump, que se amplía en varios países y bloques, el metal amarillo alcanzaba los 3.166 dólares por onza.
Esto se debe a que la incertidumbre económica y geopolítica y la preocupación por la inflación, hacen que el apetito por el riesgo se reduzca, reforzando la percepción del oro como un refugio seguro. Además, las políticas monetarias restrictivas de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo han elevado su atractivo como alternativa a las divisas tradicionales, especialmente en un contexto donde el dólar ha mostrado signos de debilidad.
Sin embargo, el oro no es inmune a los riesgos. Catherine Doyle, especialista en inversiones en Newton IM (parte de BNY Investments), advierte de ciertos riesgos. Un aumento de la inflación debido a las tensiones comerciales, un posible incremento de los tipos de interés, o una fortaleza del dólar podrían generar una caída en el precio del metal amarillo y una disminución de la necesidad de este activo anti frágil en las carteras.
Previsión del precio del oro según WisdomTree

El oro como reserva de valor en tiempos de incertidumbre
Históricamente, el oro ha cumplido las funciones del dinero: unidad de cuenta, medio de pago y depósito de valor. “A diferencia de otros activos, el oro no produce ningún tipo de rendimiento, no genera rentas ni dividendos y tampoco tiene una fecha de vencimiento. Su aceptación con las funciones del dinero viene de la confianza”, explican desde Diaphanum. Aunque hoy en día el oro se usa poco como moneda, sigue desempeñando un papel clave como reserva de valor. “Si echamos la vista atrás a los últimos 50 años, el oro ha superado a todas las opciones de inversión comparables. Además, la cantidad de oro físico en el mundo es limitada. Creemos que su escasez debería ayudar al oro a conservar su valor a largo plazo”, señala Vincenzo Vedda, director global de Inversiones en DWS.
Atribución de los precios del oro

Por otro lado, la creciente demanda de los bancos centrales ha impulsado su revalorización. “Según el Consejo Mundial del Oro, las compras de oro por parte de estos organismos superaron las 1.000 toneladas por tercer año consecutivo en 2024, con China a la cabeza de las adquisiciones”, expone Ned Naylor-Leyland, gestor de inversiones en el equipo de oro y plata en Jupiter AM. La inestabilidad bancaria ha sido otro factor clave. “Los problemas de solvencia en varias entidades financieras han elevado el interés en activos físicos, particularmente el oro”, explica Nitesh Shah, director research en WisdomTree. Además, la expansión monetaria y los crecientes déficits fiscales han reforzado su percepción como cobertura contra la inflación a largo plazo.
Diversificación, rentabilidad y protección en cartera
“En los años 90 y 2000, en un entorno de baja inflación y mercados líquidos de derivados, el papel del oro en las carteras se había debilitado. Sin embargo, en momentos de alta incertidumbre y volatilidad, el oro se ha comportado como un buen activo refugio”, explica Arnout van Rijn, gestor de carteras multiactivos en Robeco.
En un entorno donde la correlación entre activos tradicionales tiende a aumentar y la inflación se ha afianzado en las economías occidentales, el oro vuelve a ganar protagonismo como fuente real de diversificación. El oro conserva su valor estratégico en las carteras diversificadas. Actua como una de las pocas coberturas naturales frente a escenarios de tensión o repuntes inflacionarios. Según datos de DWS, presenta una correlación muy baja (0,06) en una cartera equilibrada compuesta por un 50 % en renta variable y un 50 % en renta fija. Esta débil relación confirma su utilidad como activo refugio y justifica su presencia en estrategias multiactivo más resilientes. En esta línea, desde Amundi destacan que los inversores globales están reequilibrando sus carteras. Un posible aumento en la asignación de oro del 2% al 3% está siendo considerado.

Más allá de su rol como activo refugio, el oro es un elemento destacado para la diversificación de carteras. Estudios de Invesco han mostrado que los índices del oro y materias primas mantienen una baja correlación con otras clases de activos. Esto permite a los inversores reducir el riesgo sin sacrificar rentabilidad. Desde Invesco explican que durante los últimos 20 años, el oro ha superado el rendimiento de muchas bolsas globales. Se ha consolidado como una opción defensiva en tiempos de crisis y un generador de valor en el largo plazo.
Perspectivas futuras
Aunque el precio del oro ajustado por inflación se acerca a máximos históricos, lo que puede llevar a una mayor volatilidad, la perspectiva general sigue siendo positiva. Según indica Shah, existen expectativas de que llegue a alcanzar los 3.450 dólares por onza en el cuarto trimestre de 2025.
“Habrá que seguir de cerca las medidas de Trump, así como la evolución de las relaciones con China, Reino Unido y la Unión Europea”, exponen desde Invesco. “Será clave monitorizar los datos de la inflación y empleo en EE.UU. en los próximos meses. Estos datos no solo influirán en la política monetaria de la Fed, sino que también podrían tener un impacto significativo en las decisiones del gobierno,” concluyen.