La industria de gestión española, en contra del Impuesto sobre las Transacciones Europeas

bandera_espa_C3_B1a_ue
Contando Estrelas, Flickr Creative Commons

El Impuesto sobre las Transacciones Financieras (ITF) que, a falta de concretar cada país la forma más viable para su implementación y su fecha general de entrada en vigor, aplicarán 11 socios de la UE -Austria, Alemania, Bélgica, Estonia, Eslovenia, Eslovaquia, Francia, Grecia, Italia, Portugal y España- convence muy poco o nada a la industria de gestión de activos española.

Por el momento, la idea inicial es que se aplique una tasa del 0,1% sobre la deuda soberana y las acciones y del 0,01% sobre los derivados financieros. Según Bruselas, el ITF podría llegar a recaudar hasta 55.000 millones de euros anuales, aproximadamente, cifra muy superior a la estimada por Efama, la asociación que representa a la industria europea de gestión de inversiones. Según sus cálculos, realizados bajo la hipótesis de que la tasa hubiera sido aplicada desde el comienzo de 2011 bajo el paraguas UCITS, la recaudación alcanzaría tan sólo los 38.000 millones, de los cuales 15.000 millones provendrían de ventas y recompras de acciones o participaciones de los inversores y, los otros 23.000 millones, de las ventas y compras de valores de los gestores.

La Asociación de la Industria de Fondos de Luxemburgo (ALFI) es contundente al respecto: “El ITF significará la muerte de la industria europea de fondos”. Además de la menor recaudación fiscal estimada por Efama, ALFI pone en el candelero varias consecuencias colaterales que explican su augurio. Entre ellas, se encuentran algunas como una economía europea lastrada tras ver su financiación dañada, deslocalización hacia territorios y productos no gravados por el ITF, pérdida de puestos de trabajo y una menor actividad en el sector financiero o el fin de la exportación europea de “productos financieros de calidad”, en referencia a la posible redomiciliación fuera de Europa que sufrirían los UCITS dirigidos al mercado internacional.

“Los fondos de inversión, que ni han creado ni empeorado la crisis, no deberían incluirse dentro del alcance del ITF”, pide Marc Saluzzi, presidente de ALFI. Efama cree que, tanto los inversores institucionales como los minoristas, cambiarán los UCITS por depósitos de ahorro y seguros de vida, no cubiertos por el impuesto. También Reino Unido y su City saldrán beneficiados, a priori, de esta temida deslocalización. Para Ángel Martínez-Aldama, director de Inverco y del Observatorio Inverco, organización que agrupa a instituciones de inversión colectiva y fondos de pensiones en España, “los fondos asumirán los costos, por lo que se reducirá su rentabilidad”, hecho que se traduciría en un movimiento de capitales hacia Reino Unido, “que ofrecería más rentabilidad”.

Así, Aldama considera “muy negativa” esta tasa, ya que, “al fin y al cabo, es un impuesto al ahorro”, donde “el impuesto no lo pagarían las entidades o los bancos, sino los inversores, que lo soportarían como partícipes en fondos y planes”, algo que “no puede ser”. También señala el importante efecto que tendrá el ITF sobre el mercado secundario de deuda pública, donde actúan los repos. Podría acabar encareciéndose su financiación y eso perjudicar a la economía real, además de aniquilar el propio mercado de repos. La gestión activa también se vería perjudicada notablemente.

El ITF, un “experimento arriesgado”

Para Miguel Ángel Alonso Neira, profesor titular del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), el ITF es un “experimento arriesgado”. A su juicio, el lado positivo de la tasa se explica por su recaudación, que “aunque sería la mitad de la mitad de lo que se dice, sería importante”. Por el contrario, la balanza negativa pesa y mucho en su contra.

“No impedirá futuras burbujas y crisis financieras, aumentará la volatilidad de los mercados -como ha pasado en Francia- y reducirá su volumen de negociación”, apunta Neira, quien recuerda que, “si el sector financiero se contrae, se contraerá la actividad económica real”. Las empresas no se financiarán, habrá mayor restricción al crédito y otros impuestos no recaudarán lo propio. “Lo comido por lo servido”, explica coloquialmente el profesor de la URJC.

Además, como puntualiza Neira, esta “pseudo Tasa Tobin” adoptada por 11 socios europeos y que “tiene más de STET -impuesto que grava la compra-venta y rotación de valores como acciones, deuda o derivados, por sus siglas en inglés- que de Tasa Tobin”, “rompe con su espíritu original, cuyo objetivo primordial no era la recaudación, sino poner freno a la volatilidad de los mercados cambiarios internacionales”. Este experto en Economía Aplicada considera que “no todas las operaciones a corto son malas, sino que, de hecho, la mayoría son necesarias”, en referencia a algunas como coberturas u operaciones comerciales.

“Un entorno bursátil positivo relativizaría el coste de la Tasa Tobin”

“El ITF tendrá, en un primer término, una repercusión negativa en los bancos y en el sector del brokeraje, pero no tanto en las gestoras, ya que, en nuestro caso, no vivimos de rotar carteras”, considera Alfonso de Gregorio, director de Gestión en Gesconsult. También, por la doble imposición indirecta resultante, “la incidencia será inmediata en los particulares”. Sin embargo, su estimación desprende un tono algo más optimista que la del resto de protagonistas de la industria consultados, incluso para los bancos.

“Aunque puedan notar alguna disminución que otra en su cuenta de resultados, el ITF no les afectará de lleno, ya que la intermediación bursátil no es su negocio principal en España”, contextualiza Gregorio.

Para el director de Gestión de Gesconsult, “el particular, que es la mínima parte del negocio y no el grueso de él, mira más el servicio barato”, mientras que, por el contrario, “nosotros, que operamos en el mercado español, no miramos tanto el coste operativo como el servicio que nos ofrecen”, en referencia a otros participantes financieros de la industria de gestión de activos. 

Además, no hay que perder de vista el hecho de que “en un entorno bursátil positivo, el coste de la Tasa Tobin se relativizaría y, por tanto, pasaría a un segundo plano”, cree Gregorio.