No falla. Es reducir el nivel de riesgo de las carteras y el mercado darse la vuelta. Se trata de la ley de Murphy llevada a la gestión de activos.
No falla. Es reducir el nivel de riesgo de las carteras y el mercado darse la vuelta. Se trata de la ley de Murphy aplicada a la gestión de activos. Los que a mediados de febrero no aguantaron más la presión y vendieron se han perdido el rebote. Una prueba más de la importancia de mantener la calma en periodos de incertidumbre y de la mala experiencia de inversión que puede resultar hacer market timing. “El intento de predecir los movimientos del mercado no es una forma de garantizar la seguridad financiera. Los flujos históricos de los fondos muestran que el inversor medio normalmente ha obtenido peores resultados que los mismos fondos en los que ha invertido debido a decisiones erráticas al tratar de anticipar el mercado. Con el tiempo, la rentabilidad de este inversor puede producir un lastre en los resultados”, revela Brendan McCurdy, miembro del equipo de Strategic Advisory Solutions de GSAM.
Para demostrar su teoría, el experto ha ilustrado este fenómeno en términos agregados, en la que (1) los diez mayores flujos de entrada de fondos mensuales en la renta variable estadounidense (representados con un “+”) se han producido próximos a subidas a corto plazo en el S&P 500 y (2) los diez mayores flujos de salida de fondos (“-”) se han acumulado en momentos de mínimos a corto plazo en el S&P 500 (ver gráfico). “La conclusión es clara: los inversores deberían haber evitado el intento de anticipar el mercado y, en su lugar, haber adoptado una perspectiva de inversión a largo plazo”. En la misma línea se han venido pronunciado desde Fidelity, al recordar que muchos se pierden las subidas porque se producen con los inversores fuera del mercado. El estudio de la gestora también refleja el elevado coste en términos de rentabilidad que esto acarrea. Su consejo va en la misma línea: evitar salir y entrar de las inversiones para no tener que lamentar.
Esto es lo que acaba de ocurrir. El 11 de febrero el EuroStoxx 50 acumulaba un retroceso anual del 18%. Entonces informábamos de que muchos inversores recortaban drásticamente el riesgo en sus carteras. Lo hacían justo en los días en los que las bolsas marcaban mínimos anuales. Apenas 15 días después las pérdidas del índice se han reducido hasta el 10%. En el caso del S&P 500 el descenso anual ha pasado del -11% al -4,5%. “Que habría volatilidad es algo que llevábamos anticipando desde hace un año y medio. Lo que ocurre es que hasta ahora no se había materializado, asegura Ana Guzmán, directora general y responsable de desarrollo de negocio de Aberdeen para Iberia. La cuestión es si el inversor está dispuesto a asumirla. Según J.P.Morgan AM, los riesgos de mercado se han intensificado este año, aunque ya comienzan a atenuarse. "La confianza de los inversores alcanza niveles mínimos, las valoraciones se sitúan por debajo de sus medias históricas y una parte importante del mercado de valores está a la venta".
Los inversores han anticipado que el desplome del precio del petróleo y de los mercados era señal de recesión. Sin embargo, tal y como recuerda James Swanson, director de estrategia de MFS IM, “la historia nos dice que caídas del mercado como las acontecidas desde comienzo del año no tienen por qué ser una señal de recesión. Desde 1959, se han producido once bajadas en el S&P 500 de la magnitud de la que hemos visto en estos meses –caídas de entre un 10 y un 19%. Sin embargo, únicamente tres de estos episodios han acabado en recesión, mientras que los otros ocho no lo han hecho. La media de caída del mercado durante esos ocho episodios fue de aproximadamente el 16%, y seis meses después de la caída, el S&P subió un 18%-19%. Asimismo, es importante señalar que la media del forward P/E ratio en esos periodos fue de 19–20, mientras que hoy se encuentra a 15,5 veces”. La cuestión es que la volatilidad ha puesto nervioso al inversor.
El VIX ha vuelto a su media histórica (21 puntos). Hasta ahora estaba por debajo de 20, lo que indicaba cierta complacencia. Una forma sencilla de medir la reciente volatilidad es contando el número de días en los que las bolsas se han movido más de un 1% en cualquier dirección. En las primeras seis semanas de año, el S&P 500 ha oscilado +/-1% en 20 días, lo que equivale a tres días por semana. Esto supone más que en todo 1993 ó 1995. A ese ritmo este año tendría 180 días con movimientos de +/-1%, lo que supondría más que cuando nos encontrábamos en la cima de la crisis de la eurozona y la crisis financiera. La pregunta es… ¿van a continuar estos vaivenes? “Es improbable que los mercados sigan rotando con esta magnitud y frecuencia; pero con los temores acerca del crecimiento global, las oscilaciones en los precios de las commodities y las políticas monetarias radicales a nivel global, es probable que 2016 continúe siendo un año inestable para los inversores”, afirman desde J.P.Morgan AM.
La volatilidad parece estar regresando a niveles más normales. “Nos hemos malacostumbrado a que la volatilidad en renta variable sea inferior al 15%, pero lo normal es que se mueva en el rango del 15-20%. Incluso cuando se calmen los recientes episodios de pánico, es poco probable que la volatilidad vuelva a los bajísimos niveles de 2013 y 2014 a medida que los tipos de interés se vayan normalizando. Es probable que una situación de mercado dominada por los bancos centrales fuese necesaria, pero se sabía que la transición no sería fácil, por lo que el repunte de la volatilidad era inevitable”, reconoce Scott Wolle (Invesco). En este entorno, los expertos coinciden en que la cuestión más importante que debe plantearse el inversor es si hay algo que de verdad ha cambiado y si la reacción del mercado ha sido exagerada o no. Responder a esa pregunta y mantenerse fiel a su idea le ayudará en su tarea de preparar la cartera de cara a su escenario.