Posiblemente la palabra crisis sea la más leída, escuchada y pronunciada actualmente. Se suceden debates, artículos y conferencias sobre la crisis, nos chocamos con ella en el trabajo, en casa y en la calle, se cuela en nuestras conversaciones con amigos y hasta hemos sustituidos el educativo "no, porque lo digo yo" por un convincente […]
Posiblemente la palabra crisis sea la más leída, escuchada y pronunciada actualmente. Se suceden debates, artículos y conferencias sobre la crisis, nos chocamos con ella en el trabajo, en casa y en la calle, se cuela en nuestras conversaciones con amigos y hasta hemos sustituidos el educativo "no, porque lo digo yo" por un convincente " no porque estamos en crisis". Mientras buscamos culpables nos preguntamos cuándo dejará de sonar la maldita palabra, sin embargo, no es maldita para todos. Hay quien dice que frente a las dificultades, algunos frenan su avance pero otros, cogen impulso para crecer. A Einstein le gustaba llamarla "maravilloso período de transformación: el gusano se convertirá en mariposa" y en chino se utilizan vocablos parecidos para designar “crisis” y “oportunidad".
Es cierto que las crisis terminan trayendo progresos y que en ellas se desarrolla la creatividad y la inventiva, sin embargo, me temo, no estamos solo ante una crisis económica. Hay quien opina que la crisis actual es una crisis de valores y que vivimos en una “mediocracia”. La mediocridad es como una gripe contagiosa, se extiende a través de todos los medios y es difícil escapar de ella: encontramos mediocres en la política, entre nuestros líderes, en la enseñanza y la educación, en la empresa… y yo añadiría ¡también en los gestores!
El informe de Pablo Fernández sobre la rentabilidad de los fondos en España (1994-2009) es una muestra más de la mediocridad en la que vivimos. Según dicho estudio durante el período analizado muy pocos fondos han sido rentables para sus partícipes y han justificado las comisiones que cobran a sus clientes, o lo que es lo mismo hay muchos fondos mediocres tirando a malos. La rentabilidad media de los fondos en los últimos 3, 5 y 10 años (0,51%, 2,23% y 0,85%) fue inferior a la de la deuda española a cualquier plazo y a la inflación. Sólo 14 de los 368 fondos con 15 años de historia y 7 de los 1.117 con 10 años superaron la rentabilidad de los bonos del Estado a 10 años. De estos, 1.117 fondos sólo 4 obtuvieron una rentabilidad superior al 10% (3 de los cuales pertenecen a la misma gestora, Bestinver) y tan solo dos tuvieron una rentabilidad promedio superior al Ibex 35 en los últimos 15 años. La inmensa mayoría de fondos no batieron a sus índices.
Si los fondos hubiesen subido en el periodo 1992-2009 igual que sus índices de referencia hubiesen alcanzado los 189.804 millones de euros y no los 71.977 alcanzados. Respecto a los fondos en EE.UU y Reino Unido, el estudio menciona la publicación de Nitzsche, Cuthbertson y O´Sullivan (2006) que resalta que menos del 5 % de los fondos baten a sus índices de referencia por lo que los autores concluyen el documento aconsejando comprar fondos con poca comisión que repliquen a los índices y eviten la gestión activa.
Muchas de las conclusiones de este análisis dependen de los benchmarks que se utilicen, pero a mí todo eso de los índices y los benchmarks me parece un timo, otro dato que me hace pensar en la mediocridad. En lugar de ser puntos de referencia se convierten en el objetivo de los gestores que para estar satisfechos se han de comparar permanentemente con algo o con alguien, cuando la satisfacción debe estar en nosotros mismos. Los gestores deberían aspirar a algo más que batir un índice ¿Qué sentido tiene alegrarnos de batir un índice si eso supone caer un año un 30% o no haber ganado dinero en los últimos 10 años?, para eso, me uno a Nitzsche, Culthbertson y O´Sullivan: mejor compramos un derivado o un ETF y nos ahorramos las comisiones.
Sin embargo, pese a tanta mediocridad, en el informe de Pablo Fernández podemos observar la gran diferencia que existe entre unos fondos y otros y la superioridad de los mejores respecto a la deuda del estado, a la inflación y a cualquier índice. Un euro invertido en 1994 en el fondo más rentable (Bestinver) se convirtió en 2009 en 9,84 euros, mientras que invertido en el fondo menos rentable se convirtió en 0,46 euros. Por tanto, que no nos distraigan con índices o similares y trabajemos para dar con los mejores, buscando la excelencia y esquivando a los mediocres. Que no es tarea fácil, lo sé, ya nos lo decía Confucio: "Así es como funciona el mundo, todo lo bueno es difícil de conseguir, lo malo es muy fácil de conseguir." Superar esta crisis tampoco es tarea fácil pero si es verdad que las crisis sirven para cancelar una época e inaugurar otra, quizás ésta nos valga para abandonar la “mediocracia” y renacer con valores de verdad.