"La política de los bancos centrales podría seguir distorsionando los precios"

Harries
Foto cedida

“Aunque se han producido desarrollos positivos, el entorno de inversión es todavía complicado ante las constantes fricciones en la eurozona, el inminente precipicio fiscal en Estados Unidos y las implicaciones todavía inciertas del cambio de liderazgo en China. Las medidas poco convencionales y potencialmente perjudiciales aplicadas por las autoridades monetarias continuarán con casi toda seguridad distorsionando los precios de los activos, y plantearán retos para los inversores a largo plazo. Todo esto, unido al difícil trasfondo estructural, será probablemente fuente de volatilidad sostenida en los ámbitos financiero y económico”.

Así lo asegura James Harries, gestor del BNY Mellon Global Real Return Fund de Newton, boutique de BNY Mellon, quien en este entorno considera apropiado mantener un posicionamiento cauto, invirtiendo en empresas financieramente estables, con flujos de caja de calidad y un buen historial de dividendos. “Creemos que el entorno de inversión presenta dificultades estructurales, lo cual nos lleva a poner énfasis en la calidad y en la sostenibilidad de los ingresos. Somos conscientes de que se han producido desarrollos positivos, como por ejemplo la estabilización del mercado estadounidense de la vivienda, pero muchos de los mismos problemas de siempre están reapareciendo”, afirma.

Entre ellos, el experto incluye los vaivenes de la crisis griega, la posibilidad de un rescate de España, la cercanía del precipicio fiscal en Estados Unidos y las ramificaciones del relevo de la cúpula de poder en China, cuestiones que en su opinión plantean una incertidumbre significativa de cara a los próximos meses. “La dificultad, sin duda, es que las autoridades parecen querer forzar el éxito de sus esfuerzos a través de un efecto de equilibrio de cartera: reducir el rendimiento que ofrecen los activos seguros, y con ello persuadir a los inversores que desean mayores rentabilidades para que compren activos con un mayor riesgo asociado”.

En su opinión, las autoridades continúan mostrándose firmemente convencidas de que las políticas monetarias poco convencionales crearán un efecto riqueza positivo, y con ello crecimiento económico. “Nosotros cuestionamos la eficacia de esta política, y pensamos que crea dificultades para los inversores a largo plazo, ya que distorsiona los precios de los activos”. A este respecto, el experto asegura que las compras de activos del BCE y el programa de medidas de flexibilización cuantitativa de la Fed representan una importante vuelta de tuerca a las políticas que se han venido aplicando desde que estallara la crisis financiera global.

¿Por qué actúan los bancos centrales de este modo?

Harries afirma que, indudablemente, existen motivaciones bien intencionadas. Bernanke tiene razón al afirmar que, cuando el paro de larga duración es elevado, los ciudadanos salen perdiendo y disminuye el potencial productivo a largo plazo de una sociedad. Es igualmente cierto que, sin generar niveles de crecimiento superiores al precio del dinero, las cargas de deuda continúan aumentando. Por otra parte, tratar los síntomas del endeudamiento excesivo reduciendo los tipos de interés es una forma de ganar tiempo para que los políticos puedan realizar los cambios estructurales necesarios”.

“A nuestro juicio, no obstante, los banqueros centrales no pueden desestimar como manejables los costes de unas rentabilidades persistentemente bajas. Hemos subrayado en numerosas ocasiones que políticas como la flexibilización cuantitativa no son gratuitas. Sus efectos indeseables a medio plazo abarcan desde proyectos de inversión que no se llevarían a cabo sin una disponibilidad de crédito y unas señales de precios erróneas, hasta el riesgo que implican para la salud de las entidades financieras y los efectos regresivos sobre la riqueza y la distribución de la renta inherentes a una política que persigue la inflación de los activos”.

Generar crecimiento real no será tarea fácil

Harries considera que, probablemente, la interacción entre el difícil trasfondo estructural y los esfuerzos de las autoridades mantendrá elevada la volatilidad económica y financiera. “Los datos históricos sugieren que los mejores niveles de rendimiento se generan cuando los inversores son capaces de comprar activos de alta calidad, de empresas bien gestionadas, a niveles de valoración atractivos. Cuando la política está expresamente dirigida a evitar que las valoraciones caigan puede resultar más difícil identificar tales oportunidades de compra y, por lo tanto, resulta apropiado mantener un posicionamiento cauto”.

A su juicio, esto lo habríamos visto con la primera y la segunda ronda de medidas de flexibilización cuantitativa. “Las inyecciones significativas de liquidez por parte de los bancos centrales pueden provocar fuertes subidas en las valoraciones de empresas con niveles aún mayores de apalancamiento operativo y financiero, al suspenderse su ejecución. Dado que estas inyecciones serán seguramente poco más que paliativos a corto plazo y podrían acabar redundando en mayores daños económicos, seguimos pensando que es correcto invertir en empresas estables, generadoras de efectivo y con buenos niveles de dividendo, por las que nos inclinamos desde hace tiempo”.