La realidad del mercado de renta variable europea

Un problema común del mundo de la inversión es que las rentabilidades son relativas. Y es que, a toro pasado, todos pueden ver lo que en su momento era tan sumamente obvio. La realidad es que, normalmente, el éxito en la inversión implica un cierto nivel de sufrimiento, ya sea en el plano emocional o en el financiero. Este último puede ser relativo, si se compara con un índice, o absoluto, en términos de fluctuaciones de precios. Sin embargo, pueden surgir complicaciones adicionales, ya que la confianza de cada inversor individual reflejará en gran medida el ánimo predominante de los mercados a la hora de comprar o vender. Por norma general, el ánimo de los inversores suele ser especialmente alcista cuando el mercado alcanza niveles máximos, y claramente bajista cuando éste alcanza niveles mínimos.

A nivel superficial, los inversores están a menudo más interesados en el 'qué' posees en lugar de en el 'por qué'. Aunque resulta bastante sencillo recitar de carrerilla una lista de compras y ventas para satisfacer a los curiosos, no se trata de esto, sino de invertir en acciones de la zona del euro en el momento adecuado. Resulta difícil sostener que estos valores están tan baratos como antes; después de todo, han aumentado su valor en más de un 30% en los últimos dos años. Sin embargo, en términos relativos, estos valores no resultan caros en comparación con otros mercados desarrollados.

Para inversores con una perspectiva más internacional y centrados en aquellos valores que cotizan con descuento con respecto a criterios de valoración a largo plazo cíclicamente ajustados, la renta variable europea destaca por ser una buena oportunidad de inversión. En concreto, los inversores estadounidenses no han sido ajenos al atractivo de la renta variable europea y de la zona del euro y han ido aumentando su exposición desde principios de 2014.

Las noticias económicas de la zona del euro ofrecen un respaldo adicional en forma de recuperación general, aunque algo débil. Debido al bajo nivel de las rentabilidades de los bonos y a la oferta de 'dinero barato', la renta variable es, cada vez más, la clase de activo más elegida por los inversores, dado que ofrece dividendos aceptables muy a menudo, además del potencial alcista de los precios de las acciones. Asimismo, cabe destacar la rentabilidad inferior de las acciones europeas en comparación con la recuperación del mercado europeo de seguros contra impagos (CDS) en los últimos dos años. Es evidente que, o el comportamiento del mercado de seguros contra impagos no es correcto o la renta variable europea debería avanzar aún más.

Por lo tanto, parece que la renta variable de la zona del euro se encuentra bien respaldada a corto plazo.

Obviamente, los inversores podrían señalar los problemas de la eurozona de los que tanto se ha hablado para justificar que las acciones de esta región coticen con descuento. No obstante, a medida que estos problemas se disipen, dicho descuento debería hacer lo propio. En un momento en el que la recuperación económica está tomando cuerpo en Europa, la incertidumbre política se reduce y la recuperación empieza a ser más probable —puesto que las empresas empiezan a hacer uso de un efectivo que hasta ahora se encontraba a buen recaudo—, las empresas europeas parecen estar bien posicionadas para mejorar la rentabilidad de sus activos, un factor que, en última instancia, debería impulsar el precio de las acciones.