Larry Fink (BlackRock): “Las empresas deben asumir una mayor responsabilidad para ayudar con la jubilación"

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Foto cedida

El mundo se mueve en tiempos turbulentos y los mercados y sus participantes no son ajenos a ello. En su última carta a inversores, Larry Fink, consejero delegado de BlackRock, apela a creciente responsabilidad de las empresas con una sociedad más tensa. “La coyuntura internacional es cada vez más inestable y, por consiguiente, vulnerable al comportamiento a corto plazo tanto de empresas como de Gobiernos”, reflexiona.

La incertidumbre en los mercados es generalizada y la confianza se está deteriorando. En los últimos meses las voces que alertan de la llegada la de próxima recesión han crecido. Y es un temor que se extiende más allá de los mercados financieros. “En todo el mundo estamos observando cómo el sentimiento de frustración, derivado de años de estancamiento salarial, del efecto que ha ejercido la tecnología en el mercado laboral y de la incertidumbre sobre lo que deparará el futuro, ha impulsado el malestar social, los nacionalismos y la xenofobia”, afirma. Y lejos de aportar respuestas necesarias, las grandes democracias se ven atrapadas en una “devastadora” disfunción política que no hace más que alimentar esta frustración. “La confianza en el multilateralismo y en las instituciones públicas se está desmoronando”, asevera.

Y en este desencanto con los gobiernos tradicionales, la sociedad, defiende el consejero delegado, está recurriendo de forma creciente a las empresas, tanto de la esfera pública como privada, para abordar los acuciantes problemas que adolecen la sociedad y la economía. Este año la industria de la inversión ha reforzado su compromiso con unas prácticas más responsables. Son muchas las firmas que han extendido sus prácticas ESG a la totalidad de su negocio. Pero Fink destaca el papel del sector más allá del medioambiente, hacia problemas que también tocan la desigualdad racial y de género. Y BlackRock, como empresa global, no es ajena a estos cambios. “Las partes interesadas están presionando a las compañías para que se involucren en problemas sociales y políticos delicados, especialmente a medida que constatan cómo los Gobiernos fracasan a la hora de hacerlo de forma efectiva”, cuenta.

A esto se suma la necesidad de las compañías de capear las dificultades que entraña una coyuntura financiera propia de la fase final del ciclo, como el incremento de la volatilidad. Fink alerta de la tentación de adoptar enfoques orientados a maximizar las rentabilidades a corto plazo en detrimento del crecimiento a largo plazo.

La importancia de la empresa en la sociedad

Así, el papel de las corporaciones en la sociedad se ha vuelto imprescindible. “Las empresas no pueden solucionar todos los problemas del plano social, pero muchos de ellos —como la jubilación y la infraestructura para preparar a los trabajadores para los empleos del mañana— no pueden resolverse sin el liderazgo corporativo”, defiende Fink. Las empresas ya no pueden mantenerse ajenas a los grandes problemas de la actualidad. Y como prioridad máxima, pone el foco en la jubilación. 

Como recuerda Fink, durante buena parte del siglo XX, el contrato social en muchos países contemplaba que los empleadores tenían la responsabilidad de ayudar a sus trabajadores a disfrutar de una buena jubilación. En algunos países, especialmente en Estados Unidos, la transición hacia los planes de prestación definida revolucionó la estructura de esa responsabilidad y dejó un elevado número de trabajadores sin la preparación adecuada. “Ahora, prácticamente todos los países se enfrentan al desafío que plantea el incremento de la esperanza de vida y la cuestión de cómo financiarlo. Esta falta de preparación para la jubilación está provocando un enorme sentimiento de inquietud y temor, lo que socava la productividad en los espacios de trabajo y da alas al populismo en la esfera política”.

En su opinión, las empresas tienen que ser conscientes de su rol en este reto. “Deben asumir una mayor responsabilidad para ayudar a los trabajadores a lidiar con su jubilación, poniendo a su disposición su saber hacer y su capacidad de innovación para solventar este inmenso reto de dimensiones mundiales. Así, las empresas no solo propiciarán una mano de obra más estable y comprometida, sino también una población con mayor seguridad económica allí donde operan”, asevera. 

Es, afirma, una necesidad innegable: “Aquellas que las ignoran terminan naufragando”. O lo asumirán por sus propios medios, o se lo exigirá la fuerza laboral. La sociedad impone a las empresas unos estándares más exigentes y seguirá acelerándose a medida que los millennials —que actualmente representan el 35% de los trabajadores— expresen sus nuevas expectativas en relación con las empresas en las que trabajan, compran e invierten. En una reciente encuesta realizada por Deloitte, se preguntó a los trabajadores millennials cuál debería ser el principal propósito de los negocios: un 63% de ellos contestó en mayor medida “mejorar la sociedad” que “generar beneficios”.

La mejora del desempleo a nivel global ha devuelto el poder a manos de los trabajadores a la hora de definir prioridades. Como señala Fink, en el último año hemos presenciado cómo algunos de los empleados más cualificados del mundo han organizado huelgas y participado en polémicas reuniones de empleados expresando su punto de vista sobre la importancia de los propósitos corporativos. “Este fenómeno no hará sino aumentar a medida que los millennials e incluso las generaciones más jóvenes ocupen puestos de mayor responsabilidad en las empresas”, vaticina.

¿Y por qué debe importar a la industria de la gestión de activos? Pues porque también serán los inversores del mañana. En los años venideros, los sentimientos de estas generaciones impulsarán no solo sus decisiones como empleados, sino también como inversores, y el mundo protagonizará la mayor transferencia de riqueza de la historia: 24 billones de dólares pasarán de manos de la generación del baby boom a las de los millennials. “A medida que la riqueza se transfiere y las preferencias de inversión varían, los asuntos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo cobrarán una mayor importancia en la valoración de las empresas”, declara.