Las bolsas rebotan un 12%… con muchos inversores fuera del mercado

Rubik
Kirtaph, Flickr, Creative Commons

A principios de febrero muchos inversores decidían reducir drásticamente el riesgo en sus carteras ante el negativo arranque de año. Casualmente, este movimiento se producía en torno al 11 de febrero, día en el que las bolsas tocaban mínimos anuales. Entonces, muchos de ellos reconocían que esta reducción del riesgo era algo que sus clientes les agradecían. El problema es que, desde entonces, el mercado ha rebotado un 12%. ¿Estarán ahora los clientes igual de satisfechos? Esa tendencia a recortar riesgo alcanzó incluso a muchas casas de análisis, que ante el comportamiento de los mercados optaron por recomendar a sus clientes reducir la exposición a renta variable. Según Jaume Puig, director general de GVC Gaesco Gestión, la cuestión más importante que debe plantearse el inversor es si hay algo que de verdad ha cambiado para llevar a cabo un movimiento de este tipo. Si la respuesta es afirmativa, hay que preparar la cartera para el nuevo escenario. En caso contrario, mejor no tocar nada o incrementar posiciones.

Tal y como revela, realizar cambios de posicionamiento tan bruscos sin que existan motivos fundamentales que lo respalden “es un práctica comercial, no financiera. Algunas entidades lo hacen para que el inversor se calme. Yo no quiero tranquilizarles de esa manera, ya que es algo que siempre les cuesta dinero”. Su apuesta es por la formación del cliente. A su juicio, para que el inversor gane dinero en el mercado tienen que confluir dos cosas. La primera, que el inversor sepa cómo funcionan los mercados. Y, la segunda, que la casa aguante la presión que ejerce la volatilidad. “En realidad, es una confluencia de tres elementos: cliente, gestor y casa. Todo el mundo tiene que ser capaz de resistir. En el pasado hemos visto desaguisados flagrantes, en los que el cliente aguanta y la casa no. Todo lo que hemos visto en el mercado hasta ahora han sido ventas forzadas de fondos soberanos, fondos VAR, aseguradoras… Eso no me preocupa porque han sido obligadas”, afirma.

En el caso de los primeros, para hacer frente a los efectos de la caída del precio del crudo y, en lo que respecta a los segundos, para no saltarse los límites de riesgo que le imponen sus políticas de inversión. “Es como quien tiene que vender un inmueble para hacer frente a una deuda. Es una venta obligada que para nada tiene que ver con expectativas de mercado. Lo importante aquí es el efecto contagio que pudieran tener estas ventas en el inversor a largo plazo. Y, en este sentido, todos los brokers internacionales con los que hablamos nos confirman que los institucionales no están vendiendo”. El director general de GVC Gaesco Gestión reconoce pasar mucho de su tiempo tratando de convencer a sus clientes para que aguanten la presión y no vendan en momentos de pánico infundado. Lo hace pensando que esta es la mejor estrategia a largo plazo y ante la convicción de que “en la inmensa mayoría de los periodos bajistas, en realidad las bolsas no descuentan nada”.

En la firma han realizado un estudio interno cuyas conclusiones no dejan lugar a dudas. Han tomado los últimos 21 años del S&P 500 y analizado en cuántas ocasiones el índice ha caído más de un 7%. Durante este tiempo se han producido 56 correcciones de esta magnitud y el tiempo medio que tarda el selectivo en alcanzar el mínimo es de 33 días. A excepción del actual, todos ellos los ha recuperado. No obstante, lo más interesante del análisis es que en el 80% de las ocasiones el índice ha tardado menos de un año en volver a los niveles previos. “Es decir, en el mercado más eficiente del mundo, en 45 de las ocasiones las bolsas han sido presa de miedos infundados y se han recuperado en menos de un año. Y, de esas 45 ocasiones, en 40 el S&P 500 tardó menos de seis meses en recuperar los niveles previos (ver gráfico). Es importante proteger al inversor de esto, lo que no significa que cuando se produce una corrección no haya que analizar las causas. Hay que hacerlo”.

Sin embargo, la batería de argumentos que a veces se esgrimen para justificar las caídas son absurdas, indica Puig. En ocasiones, de tanto repetirlas acaban pasando por ciertas. “Primero se dijo que la crisis del mercado chino de acciones A respondía a los temores sobre el crecimiento. Al igual que cuando se disparó no era porque China estaba creciendo más rápido, ahora tampoco es por lo contrario. Se trata de un mercado para inversores particulares, lo que por su naturaleza lo hace muy volátil. Luego se vinculó a la depreciación del 6% del yuan frente al dólar, cuando en realidad el euro (-25%), el won (-20%) o el yen (-15%) se han depreciado mucho más. La más absurda fue relacionar las caídas con el descenso del precio del petróleo, cuando es obvio que esto se debe a la sobreoferta, su abaratamiento impulsa al PIB y los beneficios empresariales y el consumo global de crudo está en máximos históricos”.

En consecuencia, mantener un enfoque de inversión de largo plazo sin dar bandazos puede resultar una receta de éxito. Es en lo que han venido insistiendo gestoras internacionales como Fidelity, Natixis Global AM o Goldman Sachs AM. Según Brendan McCurdy, miembro del equipo de Strategic Advisory Solutions de GSAM, intentar anticipar el mercado puede dar como resultado una mala experiencia de inversión. “Los flujos históricos de los fondos muestran que el inversor medio normalmente ha obtenido peores resultados que los mismos fondos en los que ha invertido, debido a decisiones erráticas al tratar de anticipar el mercado. Con el tiempo, esto puede producir un lastre en los resultados. Un buen diseño de cartera puede ayudar a los inversores a ceñirse al plan. Una construcción de carteras minuciosa es importante en todos los entornos de mercado. Las carteras de inversión bien diseñadas requieren asignaciones a largo plazo y el fundamento para seleccionarlas debe basarse en algo más que el pasado reciente”.