Las dos grandes categorías de bonos dentro del universo ‘crossover’

Margaritas
Soelin, Flickr, Creative Commons

Los inversores de renta fija tienden a separar su universo de inversión en dos segmentos claramente diferenciados: deuda con grado de inversión y bonos de alta rentabilidad. A menudo, existe una cierta rigidez en el posicionamiento que el inversor adopta en una cartera que le lleva a no moverse de la catalogación del activo y no cruzar la línea que determina la calidad, lo que en la práctica puede hacer que el inversor se pierda las mejores oportunidades que ofrece el mercado de bonos. Así, al menos, lo creen en Nordea, al considerar que esta división fuerza a los inversores a centrarse en el valor relativo dentro de una determinada categoría.

Según explica la gestora en un artículo publicado en su revista Nordic Friends, desde su creación a principios del siglo XX, las agencias de calificación de riesgos han ido ganando influencia en lo que respecta a la evaluación de la deuda emitida por los distintos emisores. Actualmente, los ratings se han convertido en los pilares sobre los que se cimenta la evaluación del riesgo de crédito, lo que a su vez ha dado lugar a las dos grandes categorías. Tomando como referencia a S&P, un bono es considerado con grado de inversión cuando su calificación es BBB o superior. En la práctica, esto dirige la inversión.

Se considera que los bonos por encima de BBB- probablemente ofrezcan las suficientes garantías para satisfacer las obligaciones de pago, lo que autoriza a los institucionales a invertir en ellos. “De este modo, hoy en día a fondos de pensiones, entidades financieras y compañías de seguros sólo se les permite tener bonos dentro del segmento de grado de inversión y usan las calificaciones crediticias como pantallas para expulsar a los valores que superen el umbral máximo del riesgo permitido”, afirman en Nordea. “Esto ha dado lugar a una segmentación en las finanzas modernas con graves efectos en los mercados”.

Así, al menos, lo cree Jan Sorensen, gestor del Nordea 1-European Cross Credit Fund (en la imagen), quien asegura que muchos inversores están obligados a centrarse en el valor relativo dentro de su universo, tanto en lo que respecta al grado de inversión como al segmento de alta rentabilidad. “Esta barrera no es insuperable, aunque si permeable en ambas direcciones”. Generalmente, el universo de bonos ‘crossover’ pueden ser catalogados en dos categorías: ángeles caídos (compañías que han perdido el rating de grado de inversión) y estrellas emergentes (empresas en expansión con un corto historial financiero).

¿Quién estaría dentro de cada grupo? Las compañías que tienen categoría BB no han alcanzado aún la historia operativa, el tamaño y/o la fortaleza de capital necesaria para tener una calificación crediticia de grado de inversión son consideradas 'estrellas emergentes'. Compañías más establecidas que han visto cómo la mejora de sus fundamentales derivaba en un incremento de la calidad de su deuda también cabrían aquí. En el lado opuesto están los ángeles caídos, que representan aquellas compañías que han visto cómo las agencias de rating degradaban la nota de su deuda. “Esto puede ocurrir cuando los emisores encaran dificultades o se produce un deterioro de sus fundamentales”.

Sin embargo, en Nordea recuerdan que una empresa en esta situación puede recuperarse posteriormente y volver nuevamente a estar dentro del universo de grado de inversión. A juicio de la gestora nórdica, en un entorno de bajas rentabilidades, el universo ‘crossover’ ofrece interesantes oportunidades de inversión para aquellos inversores que buscan rentabilidad.