Las gestoras internacionales reciben con escepticismo el viraje en la política de comunicación del BCE

GUINDOS-DRAGHI
Cedida por la UE

Si algo han aprendido los bancos centrales durante esta última crisis financiera, ha sido que la comunicación es fundamental. A partir de la llegada de Mario Draghi a la institución, a finales de 2011, empezó a hablarse en Europa de la forward guidance como una gran novedad; en 2017, esta visibilidad adelantada no sólo es una realidad, sino que mercados e inversores se han acostumbrado a escuchar al BCE e incluso intentar adelantarse a sus palabras para obtener algo de alfa. La última muestra de esta dinámica se produjo en el contexto del Fórum del BCE (la reunión de banqueros centrales que organiza anualmente en Europa) celebrado el pasado martes en Sintra (Portugal), donde Draghi declaró que “el BCE va a acompañar la recuperación ajustando sus políticas”. La reacción más significativa del mercado fue el repunte de la rentabilidad de los bonos alemanes; la referencia a dos años alcanzó su mayor nivel en alrededor de un año. El euro también escaló hasta máximos de doce meses.

Esta última intervención verbal del presidente de la institución es la continuación del cambio de discurso realizado durante la última reunión mensual del banco central, cuando se afirmó que “el riesgo de deflación definitivamente ha desaparecido” y se sugirió que los tipos no alcanzarán niveles más negativos. Los inversores deberán acostumbrarse a escuchar más declaraciones en este sentido: la entidad ha empezado la laboriosa tarea de cambiar su estrategia de comunicación, y preparar así a los mercados para el final de los estímulos cuantitativos en la eurozona.

“Draghi parece bastante seguro respeto a riesgos políticos y potencial de reformas en la zona euro, lo que sorprende teniendo en cuenta la decepción de los últimos años”, comenta Frederik Ducrozet, economista de Pictet AM. El experto se fija no obstante en que el presidente del BCE “se ha mostrado tan prudente como siempre respecto a inflación”, al indicar en su último discurso que “en esta fase no todos los criterios se dan para una inflación auto-sostenida, sugiriendo que el anuncio de tapering puede bien posponerse hasta septiembre”.

Philipp Vorndran, estratega de Flossbach von Storch, se muestra más crítico con el viraje de la política de comunicación: “Nos mantenemos en nuestra convicción de que no vamos a presenciar un cambio significativo en la política de tipos del BCE hasta el final de su mandato en 2019”. La visión de Vorndram es que existen varios factores que están contribuyendo a que los tipos se mantengan bajos de forma estructural en el ámbito global: “el endeudamiento masivo, la evolución demográfica en los países desarrollados y las perspectivas de crecimiento en los mercados de capitales”.

Dado que el BCE ha actuado como soporte de los gobiernos europeos durante la crisis, financiando con su política monetaria expansiva el endeudamiento de los países de la eurozona, el estratega se muestra crítico con el margen de maniobra del que dispone el banco para cerrar el manantial de liquidez: “Nosotros creemos que a Draghi no le queda otra opción que mantenerse firme en su política monetaria expansiva hasta el final de su presidencia en 2019. Las expectativas del mercado sobre una posible aceleración en los plazos para cerrar el grifo de liquidez han terminado en agua de borrajas”.

Los analistas de Deutsche Bank consideran que el mensaje de Draghi en el Fórum del BCE es “un punto de inflexión lento, pero importante”, en el sentido de que ahora el banco está confirmando su cambio de política de una forma mucho más explícita que nunca antes en el pasado.

Aunque desde la entidad aclaran que esperan que la normalización monetaria del BCE sea lenta para reducir los riesgos derivados de una inflación estructuralmente baja, afirman que el cambio del énfasis del mensaje en torno a la inflación y los riesgos políticos “reflejan una transición desde un periodo de hacer todo lo necesario (“whatever it takes”) hacia lo que caracterizaríamos como un periodo de necesitar menos recursos”.

Por su parte, los analistas de Bank of America Merril Lynch (BofAML) acusan a la entidad de “estar construyendo una narrativa macro para justificar el tapering”. El punto de vista del banco de inversión es que “el tapering iba a llegar igualmente, en gran parte debido a las restricciones técnicas y políticas en torno al QE”. No obstante, consideran que las declaraciones de Draghi “son coherentes con un proceso muy lento de salida, y en particular con una creciente divergencia entre el QE – ahora cada vez más presentada como una herramienta de emergencia- y los tipos de interés, que bien podrían mantenerse bajos por más tiempo porque el mensaje clave del BCE es que, aunque los riesgos de deflación han desaparecido, la normalización de la inflación (por debajo, pero cerca del 2%) llevará mucho tiempo”.