A menudo, el inversor no entiende lo que implica la volatilidad. UBS Global AM lo traduce a un lenguaje que comprende: el de la rentabilidad.
La mayor o menor tolerancia a las bruscas oscilaciones del mercado no es una cuestión baladí, ya que decantarse por productos con un historial de más o menos volatilidad significa, de acuerdo con UBS Global Asset Management, el exponerse a sufrir según qué grado de potenciales pérdidas. “Sin embargo, a menudo nos encontramos con que el inversor no comprende las implicaciones que trae consigo este fenómeno, lo cuál nos obliga a traducirlo a un lenguaje que pueda comprender fácilmente: el de la rentabilidad y las expectativas de potenciales pérdidas que podrían sufrir en su cartera cada año en función de cuál sea la volatilidad del mercado”.
Según explicó Richard Lloyd, director global de soluciones de UBS Global AM, en las Conferencias 2012 organizadas por la gestora en Londres, las minusvalías que un inversor debería estar dispuesto a asumir varían en función de cuál sea la volatilidad del producto. Así, por ejemplo, una volatilidad del 5% le podría hacer llegar a perder un 10% al año. Si ésta fuera el doble, las pérdidas también se podrían duplicar, hasta alcanzar el 20%. Según sus cálculos, si estuviésemos hablando de una volatilidad del 15%, el inversor debería contar con que podría llegar a perder hasta un 30% de su inversión al año, mientras que si fuera aún mayor (20%) la potencial minusvalía podría llegar al 40%.
¿Existiría alguna manera de mitigar este riesgo? Para Lloyd, sí. De hecho, el responsable reconoce gestionar estrategias orientadas a ayudar a sus clientes a solucionar este problema. En su opinión, “una estrategia que delimite el objetivo de riesgo se puede implementar a través de un ajuste dinámico en la asignación, con un posicionamiento multi-activo de la cartera en el que el riesgo de mercado sea calculado diariamente". A través de una gestión activa se podría elevar el peso de la estrategia multi-activa cuando el riesgo de mercado sube y reducirlo cuando cae. El problema, tal vez, sería que el inversor pudiese sentirse incómodo con los activos a los que mantiene exposición.
Sin embargo, Lloyd cree que esto no es así. “Al inversor final no le preocupa la clase de activo en la que está posicionado, sino el hecho de obtener una atractiva rentabilidad y, sobre todo, poder recuperar su dinero”. En este sentido, “la experiencia demuestra que una estrategia de este tipo es capaz de ofrecer unos retornos similares a largo plazo con un menor riesgo y unas características más defensivas”, asegura. Históricamente, ha existido una correlación negativa entre el mercado de renta variable y la volatilidad. A todo ello, el experto recuerda que ésta puede aparecer rápidamente. En este sentido, basta con recordar que en 2006 era muy baja y que en 2007 se disparó…