Las propuestas de Robert Shiller para atajar la creciente desigualdad social y económica

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Bengt Nyman, Flickr, Creative Commons

Desde que el pasado 23 de mayo el diario Financial Times publicase un duro artículo en el que denunciaba errores de cálculo en la metodología sobre la que se cimenta la polémica obra 'El capital en el siglo XXI', el nombre del economista francés Thomas Piketty ha estado en boca de todos. También la temática del libro, las desigualdades en la distribución de la riqueza. 

Más allá de la polémica, el premio Nobel de Economía en 2013 Robert Shiller aborda las causas y las consecuencias del aumento de las desigualdades. Shiller destaca lo impresionante de la obra de Piketty, pero señala que carece de fortaleza a la hora de proponer soluciones, descartando así la propuesta del francés de incorporar un impuesto global y progresivo al capital. “No deberíamos estar centrándonos en soluciones rápidas”, enfatiza Shiller. “La verdadera preocupación de más importancia para los políticos de todas partes es prevenir los desastres, esto es, los eventos externos que más importan. Y, debido a que la desigualdad tiende a cambiar lentamente, cualquier desastre probablemente se deje notar durante décadas en el futuro”, advierte el prestigioso economista en la última entrada de su blog

El desastre al que se refiere Shiller es que se regrese a niveles de desigual social inéditos desde finales del siglo XIX, algo que analiza Piketty en su libro. Así, una minoría se volvería muy rica “en gran parte no porque sean más inteligentes o trabajen más duro que nadie más, sino porque los fundamentos económicos fuerzan caprichosamente a la redistribución de los ingresos”, explica. 

Cabe recordar que el premio Nobel ya había escrito un libro en el que abordaba también el asunto de la redistribución de rentas, titulado 'El nuevo orden financiero: riesgos en el siglo XXI'. En él, Shiller aboga como antídoto contra la desigualdad por el desarrollo de nuevos sistemas financieros y de aseguro innovadores, partiendo de bases científicas, que sean tanto públicos como privados. Su propuesta para evitar las crecientes diferencias de clases es lo que denomina “seguro de desigualdad”, y debería estar dotado de mecanismos para gestionar riesgos cuantitaviamente. “Soy más optimista con mi plan para prevenir un desastre de injusticia que Piketty con el suyo”, se enorgullece. 

El seguro de desigualdad obligaría a los gobiernos a trazar planes de muy largo plazo para conseguir que los impuestos se incrementaran automáticamente para las personas con mayores ingresos en el futuro si las diferencias en la distribución de las rentas se acentúan significativamente. “Al igual que uno debe asegurarse contra incendios antes y no después de que se queme la casa, tenemos que abordar el riesgo de desigualdad antes de que empeore y cree una poderosa clase nueva de gente rica y con derechos que use su poder para consolidar sus ganancias”, advierte. 

El economista considera que la idea subyacente a este seguro es “la asunción de que un grado sustancial de desigualdad es económicamente sano. La previsión de volverse rico claramente lleva a mucha gente a trabajar duro. Pero una desigualdad masiva es intolerable”, subraya. El economista es consciente de que no hay garantías de que ningún gobierno adopte un seguro como el que propone. “Pero es más probable que sigan esos planes si ya han legislado previamente y tenido efecto graduamente, de acuerdo con una fórmula conocida previamente, antes que de repente rescatarla del pasado en algún departamento revolucionario”, continúa el experto.

Shiller cree que, para que sean verdaderamente efectivos los impuestos al patrimonio, deberían incluir un componente global para evitar que la gente con mayor riqueza personal emigrase a otros países con regímenes fiscales más atractivos. “Incrementar ahora los impuestos al patrimonio, como propone Piketty, podría parecer injusto a mucha gente, porque podría llevar a imponer una recaudación fiscal retroactiva sobre el trabajo desarrollado para acumular ese patrimonio en el pasado, un cambio en las reglas del juego, y ese resultado, después del cambio se habrá terminado”, advierte el economista. De producirse tal subida, el economista advierte que las personas mayores que hubieran trabajado durante toda su vida para acumular esos ahorros tendrían que pagar un tributo por su austeridad “para beneficiar a gente que ni siquiera intentó ahorrar”. 

En cambio, Shiller considera que si ahora se empezaran a crear más impuestos sobre el patrimonio para aplicar sólo en el futuro, y sólo si las desigualdades se acentuasen, “debería prevenir la percepción de que se han cambiado las normas después de que hubiera terminado el juego”. 

El premio Nobel expone que “la ventaja de impuestos sobre el incremento de los ingresos es que estarían basados no sólo en los beneficios actuales, sino sobre una media de ingresos a lo largo del paso del tiempo, y podría permitir deducciones sobre inversiones, compartiendo de este modo algunas características con los impuestos patrimoniales sin penalizar a aquellos que ahorraron más para acumular más riqueza”. También estima que la creación de un programa de largo plazo legislado por un país o por unos pocos podría ayudar a “promover un diálogo internacional sobre una política de futuro apropiada contra la desigualdad”. Cree que esto permitiría “crear margen para una respuesta fiscal más uniforme entre país, reduciendo por consiguiente la habilidad de los súper ricos para evadir impuestos cambiando de sede fiscal”. 

Sin embargo, Shiller no tiene una opinión netamente negativa hacia 'El capital en el siglo XXI'. “El libro de Piketty hace una contribución incalculable a nuestro entendimiento de las dinámicas de la desigualdad contemporánea. Ha identificado un riesgo serio para nuestra sociedad. Los políticos tienen la responsabilidad de implementar una manera practicable de asegurarse contra ella”.