Una buena planificación financiera comienza por entender el riesgo de la inversión, es decir, la probabilidad de sufrir pérdidas frente a la rentabilidad esperada de una inversión determinada. Cada clase de activos y tipo de inversión implica diferentes niveles de riesgo y rentabilidad pero, en función de sus objetivos, los inversores no deberían tener miedo de asumir algunos riesgos. De hecho, un punto de vista equilibrado del riesgo suele ayudar al inversor a tomar mejores decisiones de inversión. Los horizontes temporales, las etapas de la vida, los objetivos fijados y las tendencias de comportamiento pueden influir en la actitud hacia el riesgo de los inversores. En la plataforma incomeIQ creada por Schroders se puede encontrar una guía para identificar y definir cuáles son las nueve tendencias de comportamiento más habituales de los inversores y los consejos que el asesor debe darles a sus clientes para evitar que caigan en errores a la hora de invertir. En este sentido, existen seis cuestiones fundamentales que el asesor debe saber de su cliente para entender cuál es (o debería ser) su actitud ante el riesgo.
1. ¿Cuánta experiencia tiene en inversión?
Mucha gente sobrestima sus capacidades, incluso en áreas donde tienen muy poca experiencia. A la hora de invertir, esto significa a menudo no escuchar los buenos consejos y depositar demasiada fe en unos conocimientos limitados. Para los inversores inexpertos puede resultar difícil mantener la calma durante los periodos de baja rentabilidad, pero las decisiones que se toman de manera precipitada se suelen lamentar más tarde.
2. ¿Qué porcentaje de su inversión podría permitirse perder?
La inversión consiste en encontrar el equilibrio entre riesgos y recompensas. Sin embargo, a nadie le gusta perder dinero. Un asesor financiero ayudará al inversor a crear una lista de todos sus activos y a determinar la proporción que podría destinar a inversiones con una rentabilidad potencialmente más elevada, si bien con un riesgo mayor. Es esencial que el inversor acepte únicamente un nivel de riesgo coherente con sus necesidades.
3. ¿Durante cuánto tiempo desea mantener la inversión?
Pregunta clave. Los inversores que tienen más éxito son aquellos que adoptan una visión a largo plazo. Mercados como el inmobiliario experimentan subidas y bajadas a lo largo de los años o incluso de décadas. Una inversión a largo plazo puede justificar un mayor nivel de riesgo, ya que presenta mayores posibilidades de capear los periodos de bajo crecimiento aprovechando los periodos en que el mercado o la clase de activos crecen con fuerza.
4. ¿En qué etapa de su vida se encuentra?
Las etapas de la vida también influyen en las actitudes hacia el riesgo. Los inversores más jóvenes se enfrentan al desafío de lograr un equilibrio entre unos objetivos de inversión a largo plazo con unas metas a corto plazo, como ahorrar para pagar cuotas escolares o matrículas universitarias. Por su parte, los que se acercan a la edad de jubilación, tienen como prioridad obtener unos ingresos regulares y disponer de capital.
5. ¿Influyen sus tendencias de comportamiento en su actitud hacia el riesgo?
Es muy probable que el inversor tenga rasgos de comportamiento inherentes, de los que incluso pueda no ser consciente, que influyan en sus decisiones de inversión. Es importante conocer cuáles son sus posibles tendencias y tratar de comprenderlas para saber cómo se pueden superar.
6. ¿Cuál es el objetivo de la inversión?
Cada objetivo requerirá un nivel de rentas o ingresos diferente. Si el inversor ha identificado más de un objetivo de rentas importante, se debe tener en cuenta el nivel de riesgo que está dispuesto a asumir por cada uno de sus objetivos. Por ejemplo, los inversores preparados para la jubilación podrían tener que aceptar un mayor nivel de riesgo en la proporción de su capital que destinen a la financiación de un cambio en el estilo de vida.