Las sicav andorranas ganan terreno como vehículo “idóneo” para el inversor español

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Stephen Downes. Flickr. Creative Commons

Andorra pretende aproximarse a Europa y readaptar su modelo económico-financiero y, para ello, uno de los primeros pasos que se llevarán a cabo en el país pirenaico, como confirma Jordi Alcobé Font, ministro de Economía y Territorio de Andorra, será establecer un impuesto del 1% sobre los resultados obtenidos por las sicav, al estilo español. De esta forma, las sicav andorranas serán compatibles con las españolas. “Muchos bufetes de abogados han dado el visto bueno y ya las recomiendan como una opción viable para los inversores españoles”, resume Gilles Serra, consejero delegado de MoraBanc, uno de los cinco bancos del Principado.

A juicio de Serra, algunas de las principales ventajas de las sicav andorranas frente a las españolas son que, básicamente, “están copiadas de ellas” y, sobre todo, “son mejores porque no tienen sus restricciones”.

Los fondos de inversión andorranos, por el momento, tendrán que esperar como opción plausible para los inversores españoles. No están registrados en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y, por tanto, un partícipe español no puede traspasar sus ahorros desde un fondo local hasta un fondo andorrano.

Pero Andorra no sólo buscar readaptar su sistema financiero (de acuerdo al marco de la OCDE, desde 2010 el país ya no es un paraíso fiscal, recalcan), sino también su estructura económica. Para Font y Serra, si bien “el modelo andorrano ha funcionado estupendamente hasta ahora”, es cierto que, “con la crisis, se ha visto en la necesidad de abrir su proteccionismo”.

Esto viene a significar el no perder su histórico -y contemporáneo- potencial para el turismo de esquí, el comercio de productos como el tabaco, la construcción o los servicios financieros, por ejemplo, para también atraer inversión extranjera directa (IED) en terrenos como la implantación de clínicas de cirugía estética y balnearios, escuelas de negocio y universidades privadas y, finalmente, centros de pruebas tecnológicas orientadas hacia la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i).

“Se trataba de una falsa protección. Estando cerrados nos hemos desprotegido”, resume mientras hace autocrítica Font, quien defiende la idea de que “queremos competir con transparencia, homologación y las mismas reglas del juego” y anuncia que “la Andorra del siglo XX no es ni será la Andorra del siglo XXI”.