Las tres ramificaciones del programa de Donald Trump: dólar, renta fija y emergentes

Águila
Carmignac

La visión de consenso volvió a quedar en evidencia y la amenaza que suponía Donald Trump se materializó el 8 de noviembre. Sin embargo, el pavor inicial de los inversores dio paso rápidamente a una ovación generalizada. Se ha vuelto a imponer, por tanto, la teoría de los juegos: el consenso era tan pesimista sobre las consecuencias de la elección de Donald Trump que lo único que podía hacer era tranquilizarse. Eso no significa que, a partir de ahora, las cosas vayan a ser como antes. Ni mucho menos. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca tendrá importantes ramificaciones sobre tres clases de activo o segmentos de mercado muy concretos: el dólar, la renta fija y los mercados emergentes. Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac, analiza cada uno de ellos.

La fortaleza del dólar es la primera ramificación del programa de Donald Trump. “Las inversiones en infraestructuras del programa del presidente electo difícilmente alcanzarán los vertiginosos importes anunciados, pero el déficit de equipamientos públicos en EE.UU. es absolutamente real y los dos candidatos contaban con el objetivo de remediarlo en sus programas. Así pues, este componente keynesiano de las políticas anunciadas debe tomarse muy en serio. No obstante, hay que ser conscientes de que la ejecución de estos proyectos, y aún más sus efectos multiplicadores sobre el resto de la economía, llevará tiempo y deberá lidiar con las restricciones financieras. Los mercados, como ocurre a menudo, se apresuran a descontar las previsiones”, explica. Pero hay otras ramificaciones. La segunda es un deterioro duradero de los mercados de renta fija.

Aquí también conviene encuadrar el fenómeno Donald Trump en su contexto. “Los mercados de renta fija ya estaban muy caros y descontaban, en conjunto, unas perspectivas de estancamiento a largo plazo hasta el infinito. A este respecto, cabe señalar que las estrategias activas de renta fija habían tenido ocasión de reducir considerablemente la sensibilidad de sus carteras a los tipos de interés desde comienzos de verano. Varias semanas después de la elección de Donald Trump, se puede afirmar que los mercados de bonos ya han iniciado el camino de retorno hacia unos niveles de valoración más razonables. Pero al diagnóstico se suman también unas mejores perspectivas económicas, así como un aumento de las previsiones de inflación. Ciertamente, es demasiado pronto para proclamar una gran desviación de los tipos a largo plazo”, señala Saint-Georges.

Tal y como recuerda el miembro del comité de inversiones de Carmignac, el mundo no ha pasado de repente a ser inflacionista: en estos momentos, se conforma con ser menos deflacionista. “Incluso en EE.UU., donde la inflación ya ha corregido el rumbo y justifica una subida de tipos más intensa que en Europa, por el momento estamos simplemente ante un repunte cíclico: las presiones demográficas y el endeudamiento público siguen constituyendo importantes frenos estructurales. Por lo tanto, la posibilidad de una subida rápida de los tipos de interés se perfila como uno de los principales riesgos y demanda estrategias de renta fija ágiles, aunque podría ser tolerable para las bolsas”, indica.

La tercera ramificación clave es un nuevo apuro para los mercados emergentes. “El cóctel formado por un dólar fuerte, tipos de interés al alza y amenazas proteccionistas no es, en absoluto, un buen augurio para las economías emergentes y los mercados han tomado rápidamente buena nota de esta circunstancia. Los activos mexicanos, afectados directamente por las amenazas de Donald Trump, se han visto especialmente penalizados y descuentan en estos momentos que las declaraciones del candidato Donald Trump van a llevarse a la práctica sin reservas. ¿Serán realmente tan radicales?”, se pregunta el experto. Saint-Georges lo duda.

“A Donald Trump no le va a quedar otro remedio que encontrar un equilibrio entre proteger a la clase trabajadora estadounidense y salvaguardar los intereses de las empresas del país, que necesitan la mano de obra mexicana, los recursos naturales canadienses y los costes de producción asiáticos”.

En cuanto a las relaciones comerciales con China, desde Carmignac consideran que éstas se verán influenciadas enormemente por el encaje geopolítico que se quiera preservar en Extremo Oriente. “Sin duda, se renegociarán tratados comerciales y tal vez se sustituyan acuerdos multinacionales por tratados bilaterales, pero es improbable que se pueda dar marcha atrás a 25 años de globalización económica. Más allá de las tensiones a corto plazo, y sin distinguir entre las clases de activos, los mercados emergentes que han sabido recomponer unos fundamentales sólidos desde 2013 parecen haber recibido un castigo excesivo desde el 9 de noviembre”.