El crecimiento de la Inversión ASG (ESG, por sus siglas en inglés) ha traído consigo un sinfín de términos nuevos que se han incorporado al vocabulario de las gestoras. Uno de esos términos, cuya popularidad creció tras la crisis del COVID 19 es lo que se conoce como el stewardship.
El stewardship no es otra cosa que herramienta que complementa la ISR e implica participación activa por parte de los inversores a la hora de conseguir un viraje ASG de la empresa donde invierten.
Tipos de stewardship
Esa participación, que se lleva a cabo de forma trasversal, puede hacerse de dos maneras diferentes.
1. Engagement
Se refiere a la necesidad de establecer un diálogo de forma activa entre la empresa y sus inversores con el objetivo de alcanzar conjuntamente unos objetivos ESG.
2. Voto activo (active voting/ active ownership)
Se refiere a la capacidad de los inversores por utilizar sus votos en las Juntas de accionistas para conseguir un objetivo determinado. Este voto puede hacerse de manera directa acudiendo a las juntas de forma individual o de manera indirecta a través de plataformas y proxy advisors. Es decir, muestra cómo los inversores ejercen sus derechos de voto en las compañías que tienen en cartera y cómo se comprometen con las empresas, los responsables políticos y otras partes interesadas para lograr un cambio positivo en temas como la biodiversidad y la deforestación, la retribución justa y la diversidad, entre otros.
“El ejercicio de los derechos de voto es una poderosa herramienta de compromiso con la que exigir responsabilidades a los consejos de administración de las empresas y elevar los estándares del mercado. Y lo que es más importante, el equipo vota con una sola voz en todas las inversiones de nuestros clientes en las que tenemos discreción, ya que opera con independencia de nuestros gestores de carteras, aunque en colaboración con ellos”, explican desde la gestora LGIM.
Tanto el engagement como el voto activo pueden hacerse de diferentes maneras: de forma directa, de forma mixta o de forma colectiva.
Algunos ejemplos de iniciativas colectivas son Climate Action 100+, cuyo objetivo es aunar bajo un mismo marco de actuación a una serie de inversores institucionales que puedan ejercer “collective engagement”. Otro ejemplo más reciente sería la puesta en marcha de Net Zero AM , una iniciativa que busca alcanzar la meta de cero emisiones netas de carbono en todos los activos bajo gestión entre sus objetivos para 2050 o antes y en la que participan más de 30 gestoras a nivel mundial.
¿Qué se pretende con ello?
Lo que se pretende no es solo es influir en las decisiones de una compañía sino también mitigar sus riesgos de cara al largo plazo. Al fin y al cabo, la crisis del COVID ha sido un ejemplo de cómo las compañías con mejores notas en ESG han capeado mejor las caídas. Tanto las vistas en los mercados en un año tan volátil como 2020, como a flujos de activos.