Comenzamos el módulo definiendo lo que es la volatilidad. Es importante conocer bien su significado a la hora de explicar cómo la gestionaremos en una cartera de inversión. La volatilidad es un término del mundo de la inversión que se utiliza cuando un mercado o un valor registran periodos en los que los precios experimentan subidas y bajadas impredecibles y, a menudo, acusadas. La gente suele asociar la volatilidad únicamente con descensos de los precios, pero también puede referirse a subidas repentinas.
¿Qué provoca la volatilidad?
A continuación detallamos algunos de los factores que pueden provocar volatilidad:
1. Factores políticos y económicos
Los gobiernos desempeñan un papel protagonista en la regulación de los sectores de actividad y pueden influir en la economía cuando toman decisiones sobre acuerdos comerciales, legislación y políticas públicas. Cualquier cosa, desde un discurso hasta unas elecciones, puede provocar reacciones entre los inversores, lo que influye en las cotizaciones.
Los datos económicos también influyen, ya que cuando la economía marcha bien, los inversores suelen reaccionar positivamente. Los datos mensuales de empleo, los datos de inflación, las cifras de consumo y los cálculos trimestrales del producto Interior Bruto (PIB) pueden influir en la evolución del mercado. Por el contrario, si estos defraudan las expectativas de los inversores, los mercados pueden ser más volátiles.
2. Factores sectoriales
Algunos sucesos específicos pueden provocar volatilidad en un sector. En la industria petrolera, por ejemplo, un suceso meteorológico en una zona productora importante puede provocar un aumento de los precios. A consecuencia de ello, la cotización de las empresas de distribución podría subir, ya que cabría esperar que salieran beneficiadas, mientras que las empresas donde los costes derivados del petróleo son elevados podrían caer.
Del mismo modo, un refuerzo de la normativa en un sector específico podría provocar descensos en las cotizaciones, ya que este cambio podría acarrear mayores costes de cumplimiento normativo o de personal que podrían repercutir en el crecimiento futuro de los beneficios.
3. Resultados empresariales
La volatilidad no repercute siempre en el conjunto del mercado y puede afectar a una empresa concreta. Las noticias positivas, como la presentación de unos buenos resultados o un nuevo producto que está asombrando a los consumidores, pueden hacer que los inversores vean una empresa con buenos ojos. Si muchos inversores piensan en comprar la acción, este aumento de la demanda puede ayudar a elevar bruscamente la cotización.
Por el contrario, la retirada de un producto, una fuga de datos o una conducta inapropiada de un directivo pueden dañar la cotización si los inversores se desprenden de sus acciones en la empresa. Dependiendo de lo grande que sea una empresa, esta evolución positiva o negativa también puede influir en el conjunto del mercado.
¿Cómo se calcula la volatilidad?
La volatilidad mide los movimientos de los precios durante un periodo dado. En términos estadísticos, la volatilidad es la desviación típica de las rentabilidades anualizadas de un mercado o un valor en un periodo dado, básicamente el ritmo al que su precio aumenta o disminuye.
Si el precio fluctúa rápidamente en un periodo corto, alcanzando nuevos máximos y mínimos, se dice que registra una volatilidad elevada. Si el precio sube o baja con mayor lentitud, o se mantiene relativamente estable, se dice que registra una volatilidad baja.
¿Qué hay que entender de la volatilidad?
Como ya hemos visto anteriormente hay muchas cosas que pueden poner nerviosos a los mercados y provocar volatilidad, desde cambios en el comercio internacional hasta la actualidad política, pasando por las vicisitudes económicas y las medidas que toman las empresas.
Sí, puede resultar inquietante, pero todo es “normal”. La volatilidad es algo normal dentro de la inversión a largo plazo y de hecho tiende a minimizarse su impacto en las carteras cuando se permanece invertido independientemente de lo que fluctúe el mercado. Esta idea la analizaremos en el capítulo cuatro en profundidad.
Sin embargo, muchas veces esa volatilidad puede actuar a favor de los inversores, por ejemplo cuando es una fuerte corrección de mercado lo que dispara esa volatilidad. Las correcciones de los mercados a veces pueden crear también puntos de entrada que los inversores pueden aprovechar.
Si un inversor tiene liquidez y está esperando para invertir en la bolsa, una corrección puede brindarle una oportunidad para invertir esa liquidez a un precio menor. La volatilidad a la baja también ofrece a los inversores que creen que los mercados registrarán un buen comportamiento a largo plazo la oportunidad de comprar más acciones de las empresas que les gustan, pero a precios más bajos.
Un ejemplo sencillo podría ser que un inversor puede comprar por 50 euros una acción que hace poco valía 100. Comprar acciones de esta forma reduce el coste medio por acción, lo que contribuye a mejorar la rentabilidad de su cartera cuando el mercado finalmente rebota. El proceso es el mismo cuando una acción sube rápidamente. Los inversores pueden aprovecharlo vendiendo y ese retorno puede invertirse en otras áreas que ofrezcan mejores oportunidades.
Aunque en un mercado volátil, los precios no siempre son una imagen fiel del valor real. Un giro al alza o a la baja brusco puede hacer que una inversión parezca de repente más barata o más cara de lo que vale en realidad a largo plazo. Si se comprende la volatilidad y sus causas, los inversores podrían aprovechar las oportunidades de inversión que genera para obtener mejores rentabilidades a largo plazo.
Volatilidad implícita vs Volatilidad histórica
Terminamos el capítulo explicando la diferencia entre estos dos conceptos. Siempre, eso sí, teniendo en cuenta que la volatilidad mide los movimientos de los precios en un periodo dado.
¿Qué es la volatilidad implícita?
La volatilidad implícita, denominada a menudo volatilidad proyectada, es simplemente una estimación de la volatilidad futura de un valor o índice atendiendo a los precios de las opciones. La volatilidad implícita tiende a aumentar en mercados bajistas, que es cuando los inversores creen que las bolsas probablemente desciendan. Ello se debe a que estas condiciones de mercado se consideran “de mayor riesgo” para la mayoría de los inversores.
Es importante destacar que la volatilidad implícita no es una ciencia exacta: es un cálculo prospectivo que permite a los inversores estimar hacia dónde se dirige el mercado. El índice VIX, que estudiaremos en el siguiente capítulo, es uno de los indicadores de la volatilidad implícita más utilizados y puede ser una herramienta útil a la hora de formular una estrategia de inversión, especialmente si esta se fija en valores volátiles.
¿Cómo se calcula la volatilidad histórica?
A diferencia de la volatilidad implícita, la volatilidad histórica es, como su propio nombre indica, retrospectiva y se calcula usando las variaciones de los precios que ya se conocen. La volatilidad histórica no tiene en cuenta la dirección del mercado, sino que se fija en cuánto se desvía un precio de su promedio al alza o a la baja, dentro de un periodo dado.
La volatilidad histórica es la desviación media frente al precio medio de un valor, expresada como un porcentaje, y es útil cuando se compara con otros valores e índices. Cuanto mayor sea el porcentaje, mayor será la volatilidad y, por tanto, mayor percepción de “arriesgado” tendrá un valor (y a la inversa).
Cuando la volatilidad histórica de un valor está aumentando o es mayor de lo habitual, significa que los precios están subiendo o bajando en mayor medida y/o más rápido de lo habitual. Eso les dice a los inversores que el mercado espera que algo cambie o que algo relacionado con el valor ya ha cambiado.
Los inversores en valores con una volatilidad histórica más elevada suelen tener una mayor tolerancia al riesgo, pero, obviamente, un valor con una volatilidad histórica más elevada que otro no es necesariamente algo malo, ya que el riesgo puede significar también mejores rentabilidades para los inversores.