Como explicábamos en el capítulo 1, la inversión temática gira en torno a invertir en los activos con mayor probabilidad de beneficiarse de la creación de valor derivada de dichos temas trascendiendo las clasificaciones basadas en regiones, sectores y estilos. En este capítulo, respondemos a tres grandes dudas que siempre surgen cuando se habla de inversión temática.
¿Equivale la inversión temática a invertir en empresas de crecimiento?
Esta es una pregunta habitual, y la respuesta breve es que no. Para empezar, los temas no tienen por qué guardar relación exclusivamente con la renta variable o la deuda corporativa. Por ejemplo, algunos temas podrían tener que captarse a través de otros activos, como por ejemplo las inversiones en infraestructura pública. Los temas pueden ser relevantes para empresas en todas las fases de su ciclo de crecimiento.
De hecho, algunos temas podrían girar en mayor medida en torno a la disrupción a través de la innovación (por ejemplo, tecnologías disruptivas) e implicar empresas de crecimiento de menor capitalización, mientras que otros (como la sostenibilidad medioambiental) podrían incidir en un espectro mucho mayor de compañías, incluyendo actores establecidos de gran capitalización. El aspecto importante a la hora de buscar empresas expuestas a un tema concreto es que tengan una exposición significativa o estén comprometidas a actividades relacionadas con dicho tema, y que generen o tengan previsto generar gran parte de sus ingresos mediante la venta de productos o servicios relacionados con el tema en cuestión.
¿Es la inversión temática una mera apuesta por un sector de actividad particular?
De nuevo, la respuesta corta es que no. Por ejemplo, un tema podría favorecer a un subsector o a un grupo de empresas que creen disrupción en una industria debido a cierta ventaja de coste o de tamaño, de la mano de nuevos productos o servicios (sobre todo si estos requieren patentes o licencias), debido a protección regulatoria, o bien por que tales grupos de compañías están motivadas por las megatendencias que dan forma a las sociedades.
Cualquier aspecto que brinde a un grupo de empresas una ventaja significativa capaz de trastocar sectores enteros puede ser útil para identificar temas. Por este motivo, algunos temas podrían implicar cierta exposición a sectores específicos, pero las inversiones temáticas no deberían girar exclusivamente en torno a una apuesta por un sector de actividad determinado.
La globalización, las tendencias de regulación y desregulación, la digitalización, la innovación y la transición energética son ejemplos de temas que, en los últimos años, han jugado un papel importante alterando el equilibrio de fuerzas que puede hacer que ciertos sectores sean más o menos susceptibles a la disrupción.
¿Es la inversión temática siempre ESG y siempre de largo plazo?
Es importante distinguir entre inversión temática, inversión ESG e inversión a largo plazo.
Mientras que la inversión temática implica concentrarse en tendencias que a menudo se materializan de medio a largo plazo, este no es siempre el caso. Algunos temas podrían completar su ciclo con mayor rapidez y verse descontados por el mercado antes que otros.
En este sentido, es importante evaluar en qué medida un tema sigue siendo una buena oportunidad de inversión. Algunos temas del pasado podrían haber alcanzado la madurez, lo cual requiere juzgar hasta qué punto son todavía atractivos para el inversor. Además, la granularidad de los temas podría ser importante: algunos subtemas pertenecientes a un tema más amplio podrían completar su ciclo mientras los motores subyacentes siguen siendo relevantes desde un punto de vista de inversión, sencillamente a través de un conjunto de empresas diferente. En tales casos, una estrategia de inversión de tipo bottom-up podría ser un enfoque interesante para asignar capital en subtemas dentro de un tema determinado. La inversión temática puede ser más sutil que meramente encontrar oportunidades infravaloradas para mantener en cartera durante plazos de inversión prolongados.
Cabe argumentar de forma similar en lo que respecta a la inversión temática frente a la inversión ESG: no toda inversión ESG es necesariamente temática. Existe una diferencia entre invertir en empresas que se limitan a adoptar prácticas sostenibles y en compañías que derivan o se proponen derivar una parte significativa de sus ingresos de productos y servicios relacionados con temas sostenibles, como por ejemplo la transición energética o la sostenibilidad medioambiental. Los inversores recurren a los criterios ESG en busca de inversiones que integran factores medioambientales, sociales y de buen gobierno para lograr mayores niveles de rentabilidad financiera ajustada al riesgo, algo que trasciende la inversión temática: la integración ESG no se concentra necesariamente en invertir en un tema o temas sostenibles.
El deseo de impulsar el cambio en la sociedad también puede ser un motivo para la inversión temática. Un buen ejemplo es la transición energética, un paso necesario para abordar el cambio climático: este es quizá el mayor reto al que jamás se haya enfrentado la humanidad, y ya está teniendo un profundo impacto en los sistemas meteorológicos y en los resultados económicos. Invertir en torno a este tema significa encontrar empresas bien posicionadas para generar un impacto mensurable y que se benefician de este cambio estructural.