El concepto de infraestructuras es algo que va creciendo a medida que lo hace la industrialización de la sociedad. Las infraestructuras abarcan una amplia gama de sectores que brindan servicios esenciales a los ciudadanos, incluidos los activos que satisfacen las necesidades energéticas, de transporte y comunicación de la sociedad. Incluso también pueden extenderse a otras industrias como la gestión de residuos y agua, atención médica y otras necesidades, tanto presentes como futuras. En el siguiente gráfico se ve de forma clara las mil y una variantes que se incluyen dentro de este amplio activo de inversión.
Similar a las inversiones privadas en Real Estate, el apetito por el riesgo en infraestructuras puede variar desde estrategias core o super core de menor riesgo, pasando por estrategias core-plus de mayor riesgo, y hasta las estrategias value-add con el perfil más elevado de riesgo.
Si bien históricamente los gobiernos de todo el mundo fueron los principales inversores en infraestructuras, y en muchos lugares aún lo son, el capital privado se ha vuelto cada vez más importante. Los fondos privados de infraestructuras han demostrado un historial sólido en la operación eficiente de esta clase de activos, a menudo mejorando su rendimiento en comparación con los de propiedad estatal, al tiempo que satisfacen los requisitos de rentabilidad de sus inversores.
¿Qué es una inversión en infraestructuras y qué no?
Existe cierta complejidad en torno a lo que realmente se califica como una inversión en infraestructuras. Si se basa simplemente en la prestación de servicios esenciales, entonces incluso el supermercado o la farmacia local podrían considerarse infraestructuras, pero no lo son.
Tradicionalmente, las inversiones en infraestructuras no incluyen solo activos reales que brindan servicios esenciales a la sociedad, sino que también incluyen otras características como altos costes de capital, larga vida útil de los activos, madurez tecnológica, flujos de efectivo estables y contratos a largo plazo.
En el pasado, una inversión tendría que cumplir con la mayoría de los requisitos de la lista para calificar como infraestructura. Pero ahora, más allá de los requisitos de “servicio esencial” y “larga vida útil del activo”, otras características son más flexibles. La cantidad de requisitos que aún deben cumplirse depende de la tolerancia al riesgo y la estrategia específica del inversor. La importancia de algunas de estas características ha disminuido con el tiempo, simplemente debido a la evolución y madurez natural de la clase de activo. Mientras que otras características no han hecho otra cosa que ganar importancia, a medida que el contexto ha ido cambiando.
Por ejemplo, los generosos subsidios en energías renovables han incentivado a los inversores a aceptar riesgos en la adopción de tecnologías más nuevas. Además, dadas las tendencias favorables en negocios como las telecomunicaciones o infraestructura digital, hay menos demanda de flujos de efectivo con contratos a largo plazo, ya que la alta visibilidad del crecimiento mitiga algunos riesgos. Otro ejemplo se ve en la importancia que desde el Covid se ha dado a las infraestructuras ligadas a las telecomunicaciones. Cuando el trabajo desde casa se volvió la norma y el acceso a Internet de banda ancha se volvió tan esencial como la calefacción y el agua. De hecho, las inversiones en telecomunicaciones pasaron del 7% del flujo global de transacciones de infraestructuras en 2017 al 16% en 2022.