Los ejemplos anteriores dejan claro que el efecto de market timing, con el que rara vez se acierta, puede impactar muy negativamente en la rentabilidad final que recibe el inversor. En los cuatro siguientes gráficos, vamos a observar también como ese market timing puede ser perjudicial ya no a corto plazo sino también a largo plazo. A continuación, veremos diferentes clases de activo (renta variable, renta fija, petróleo y mercados monetarios) y, su evolución en diferentes ejercicios en términos de rentabilidad.
Renta variable de mercados desarrollados
Rentabilidad anual en dólares del índice del MSCI World (con dividendos netos reinvertidos).
Fuente: MSCI
Renta fija global
Rentabilidad anual en dólares.
Fuente: FactSet
Renta variable de mercados emergentes
Rentabilidad anual en dólares del índice del MSCI Emerging Markets Index (con dividendos netos reinvertidos).
Fuente: MSCI
Petróleo
Rentabilidad anual en dólares del índice del ICE Brent Crude Oil.
Fuente: FactSet
Mercados monetarios
Rentabilidad anual en dólares de la media de la categoría EAA Money Markets USD de Morningstar.
Fuente: FactSet
Estos gráficos ponen de manifiesto que en todo tipo de activos siempre hay años buenos y años no tan buenos por lo que la recomendación que cualquier asesor debe hacer a sus clientes que es aquella no basada en la expectativa de un activo en un plazo concreto sino atendiendo a criterios de diversificación.
Al fin y al cabo, las inversiones a largo plazo pueden darse en diferentes ciclos económicos, y una buena diversificación puede minimizar el riesgo de estar muy expuesto a un activo en un mal momento de mercado.
No obstante, también se aprecia que históricamente ha sido la renta variable la que ha dado más rendimiento a los inversores anualmente y también a largo plazo, lo que la convierte en un activo que, además en un contexto de inflaciones altas, cobra sentido. Lo explicamos en el siguiente capítulo.