El oro tiene poca utilidad económica real más allá de la joyería y de las limitadas aplicaciones industriales actuales.
Sin embargo, la extracción y el atesoramiento del oro tienen un sentido más allá de lo puramente económico debido a su propósito financiero. El oro es percibido como una moneda de refugio sin país, y puede proporcionar un seguro ante la incertidumbre, la inflación, la deflación y la estanflación. La razón es sencilla: casi todo el mundo ha confiado siempre en el oro como sustancia verificable y tangible que puede cambiarse por bienes, servicios o activos a voluntad. Y esto es precisamente lo que le confiere ese carácter diversificador en las carteras.
Bastan solo dos ejemplos para verlo. El primero es que el oro ha generado rendimientos reales y nominales positivos durante toda la era de la moneda fiduciaria posterior a Bretton-Woods hasta la COVID-19, en todos los regímenes macroeconómicos basados en datos de EE.UU.
Fuente: ‘The long and short of It’, Invesco Noviembre 2021
Y el segundo, muestra cómo el oro se comportó en línea con los bonos del Tesoro de EE.UU. en términos reales y nominales durante toda la era post-Bretton Woods / preCOVID.
Fuente: ‘The long and short of It’, Invesco Noviembre 2021
Este rendimiento sugiere, a primera vista, que el oro ha funcionado razonablemente bien como amortiguador de la cartera. Dicho esto, el oro ha sido muy volátil y no ha tenido un rendimiento corriente que amortigüe los movimientos de los precios, especialmente en períodos de subida de los tipos de interés reales, a diferencia de los activos financieros convencionales.