¿Cuál es el objetivo de analizar las problemáticas clave, los riesgos clave y la tendencia a las dimensiones ambiental, social y de gobernanza? Medición, resultados. Es una de las demandas más aclamadas por la industria, la consecución de datos. Tener puntuaciones para los factores E, S y G proporciona una visión mucho más diferenciada y también mejora la comunicación y la comparabilidad con las calificaciones de otros proveedores. Analizar estos factores permitirá una visión más profunda del país y los desafíos a los que se enfrenta.
Para comprender de qué manera uno de los factores estudiados en los capítulos anteriores puede interferir en la calificación ESG de la deuda de un país, vamos a coger de ejemplo el capital natural. Es importante, a la hora de asesorar contar con ejemplos que ayuden a que el cliente pueda entender mucho mejor de lo que se está hablando. ¡Vamos con ello!
El impacto del capital natural en la deuda soberana
En muchos sentidos, 2022 se caracterizó por la vuelta a las portadas del riesgo soberano. La guerra de Ucrania, acompañadas de las crisis alimentarias y energéticas, obligaron a los inversores a replantearse las implicaciones que tienen los criterios ESG en los riesgos de la deuda soberana.
Ya incluso antes de 2022, los inversores habían empezado a reconocer el impacto de la sostenibilidad en el precio de los valores, no solo en renta variable y renta fija corporativa, sino también en emisores soberanos. La integración de los criterios ESG en el proceso de inversión tradicional puede ayudar a identificar y gestionar mejor los riesgos crediticios vinculados a los gobiernos.
Históricamente, los inversores en deuda soberana han puesto foco principalmente en los factores de gobernanza. Sin embargo, los aspectos medioambientales y sociales también están ganando protagonismo (ver gráfico). De una encuesta del CFA Institute de 2018 se revela que para el 12% de los participantes del mercado, los factores medioambientales incidieron notablemente en el precio de la deuda soberana en 2017, y el 31% esperaba que el impacto fuera incluso superior en 2022[1].
Figura 1: El impacto de los criterios ESG en los precios de los valores: opiniones de los participantes en el mercado
Fuente: CFA Institute y PRI, 2018. Las cifras representan el porcentaje de encuestados que ha respondido “a menudo” o “siempre”.
¿Qué importancia cobran los riesgos medioambientales en los precios de la deuda soberana?
Se calcula que 44 billones de dólares[2], es decir, más de la mitad del PIB total mundial, depende moderada o altamente de la naturaleza y sus servicios. La biodiversidad, la diversidad de todos los seres vivos, es una parte fundamental del capital natural y es esencial para el funcionamiento del ecosistema y sus servicios. Sin embargo, como el uso del capital natural por parte de la humanidad ha aumentado sin precedentes en las últimas décadas, los científicos nos advierten que ya estamos asistiendo a la sexta extinción masiva de nuestro planeta[3] . Por alarmante que pueda parecer, esta amenaza sigue siendo poco apreciada por muchos inversores, y poco denunciada por muchos soberanos. Un análisis de bonos soberanos por valor de 783.000 millones de dólares emitidos en 2020 con vencimientos a largo plazo reveló que tres cuartas partes no incluían ningún riesgo relacionado con el clima o la naturaleza en sus folletos de emisión[4].
Por lo tanto, los inversores deben prestar más atención al estado del capital natural de un país y supervisar las medidas adoptadas por los soberanos para detener la pérdida de biodiversidad. Según el Banco Mundial, los riesgos climáticos y naturales pueden provocar inestabilidad macroeconómica, aumentando la probabilidad de un impago de la deuda soberana[5]. Lo que los países hagan hoy para gestionar su capital natural determinará en gran medida su futuro, así como la salud del planeta.
Evaluación de los factores medioambientales para el crédito soberano
¿Qué aspectos e indicadores medioambientales podríamos incluir a la hora de realizar un estudio en este aspecto?
- Tierras agrícolas y forestales
- Riqueza mineral y agotamiento de minerales
- Pérdida neta de masas forestales
- Agua renovable
- Índice nacional de biodiversidad
- Huella ecológica
- Biocapacidad
Los dos últimos factores se han convertido en métricas muy recurrentes para medir el capital natural y de los ecosistemas.
Capital natural, biocapacidad y huella ecológica
Por ejemplo, la Red de la Huella Global ha creado una serie de herramientas para medir el capital natural y la biocapacidad mediante una comparación de la superficie biológicamente productiva que las personas utilizan para su consumo (huella ecológica) con la superficie biológicamente productiva disponible en una región o en el mundo (biocapacidad). Ambas mediciones se expresan en hectáreas globales por persona[6] .
Figura 2
Se produce un déficit cuando la huella ecológica de una población supera la biocapacidad del área disponible para esa población. El mundo lleva viviendo con un déficit desde mediados de la década de 1970, ya que la demanda de la humanidad sobre la naturaleza supera lo que nuestro planeta puede reponer (ver gráfico de abajo). Hoy en día, necesitaríamos de media la capacidad regenerativa de 1,75 globos terráqueos para proporcionar los recursos naturales y los servicios ecológicos que utilizamos actualmente, y en el caso de algunos países esta cifra asciende a 8 planetas[7] .
Tendencia de la biocapacidad frente a la huella ecológica desde la década de 1960
Fuente: Macrobond, Red de la Huella Global
Cómo ver la biocapacidad desde el prisma inversor
A pesar de los esfuerzos por diversificar su economía, muchos países en desarrollo siguen dependiendo en gran medida de la agricultura y los recursos naturales, que constituyen una gran parte de las exportaciones. Al mismo tiempo, muchos países desarrollados dependen de las reservas de biocapacidad importada de los países en desarrollo para mantener su elevada huella ecológica. Para los inversores en deuda soberana, la huella ecológica y la biocapacidad pueden, por tanto, añadir valor a los análisis ESG y financieros.
Trazamos a modo de ejemplo un mapa de los países en función de sus reservas o déficits de biocapacidad (figura 4, eje x), así como de la variación respectiva de dichos déficits o reservas en los últimos diez años (eje y). Por ejemplo, aunque Alemania, situada en el cuadrante superior izquierdo, tiene déficit, esta diferencia se está reduciendo. Su huella ecológica ha descendido en los últimos años, ayudada por una mejora de su huella de carbono. Por otro lado, Finlandia, que analizaremos más en detalle en el último capítulo, se encuentra en el cuadrante inferior derecho. Esto quiere decir que tiene una reserva de biocapacidad, pero sus reservas se han ido reduciendo (aunque no tan rápidamente como en las vecinas Suecia o Estonia). Para minimizar el riesgo ESG soberano a largo plazo, los inversores podrían dar prioridad a las inversiones en países que se encuentren en los dos cuadrantes superiores o, desde una perspectiva relativa, en aquellos que se sitúen por encima de la línea de tendencia[8] .
Figura 4
Fuente: Banco J. Safra Sarasin Ltd, datos de biocapacidad de Global Footprint Network, a 23.12.2022. El estudio incluye los países que forman parte del índice Bloomberg Global Agg Treasuries Total Return, a excepción de Luxemburgo, que es un caso atípico.
- [1] Instituto CFA y PRI (2018). Guía y casos prácticos para la integración ESG – renta variable y renta fija.
- [2] Foro Económico Mundial
- [3] https://www.worldwildlife.org/stories/what-is-the-sixth-mass-extinction-and-what-can-we-do-about-it
- [4] https://www.naturefinance.net/wp-content/uploads/2022/08/220302_F4B-KPI-sov-debt-report_FINAL.pdf
- [5] https://www.naturefinance.net/wp-content/uploads/2022/08/220302_F4B-KPI-sov-debt-report_FINAL.pdf
- [6] Una hectárea global es una unidad ajustada que representa la productividad biológica media de todas las hectáreas productivas de la Tierra en un año determinado y se calcula a partir de los datos de población y uso de la tierra de las Naciones Unidas.
- [7] https://www.overshootday.org/how-many-earths-or-countries-do-we-need/
- [8] La figura 4 muestra que existe una relación negativa entre las dos variables siguientes: déficit de biocapacidad y tasa de variación del déficit de biocapacidad. La línea de tendencia ilustra la dirección predominante en el conjunto de datos. En nuestro ejemplo, la dirección predominante es que los países con reservas de biocapacidad tienden a agotarla a un ritmo mayor que los países con déficit de biocapacidad. Desde un punto de vista ESG, y sin tener en cuenta otros indicadores ESG, los inversores podrían centrarse en los países situados por encima de la línea de tendencia.