Analizamos tres asuntos clave a los que se enfrentan las grandes tecnológicas, que recaen fundamentalmente en tres amplias categorías: privacidad y protección de datos, control de contenidos y moderación y acción antimonopolio.
Privacidad
Se trata de una cuestión llena de matices y disyuntivas, de modo que la legislación no será inminente. Las compañías tomarán más medidas destinadas a regularse a sí mismas y entre sí, mientras la normativa trata de ponerse al día.
Es probable que las ventajas competitivas recaigan en las compañías que tengan acceso a datos de primera mano o datos recabados en sus propias plataformas o ecosistemas.
Las compañías que cuenten con capacidades de inteligencia artificial y aprendizaje automático, como Google y Facebook, también podrían situarse en ventaja.
En este contexto, el panorama normativo probablemente se volverá cada vez más complejo a medida que más gobiernos instauren nueva legislación sobre privacidad de datos. Por lo tanto, las leyes aprobadas en Europa y Estados Unidos podrían tener la consecuencia no deseada de favorecer a las compañías más grandes del sector en detrimento de sus rivales más pequeñas.
Contenidos
Hasta la fecha, las compañías de Internet se han blindado en gran medida frente a los contenidos publicados en sus plataformas.
Podría darse la circunstancia de obligar a las plataformas de Internet a aumentar la transparencia e informar sobre la administración de contenidos. Esto implicaría una posible subida de los costes de cumplimiento normativo y una mayor frecuencia de multas, aunque este aumento de costes también ampliará las ventajas competitivas para las compañías más grandes.
Antimonopolio
Se podría ver un marco implantado para plataformas de Internet en el que se apliquen normas anticompetencia diferenciadas en función del tamaño. Aunque no parece probable que se produzca ninguna disolución significativa de empresas, sí que resultará mucho más difícil acometer operaciones de fusión y adquisición en el futuro en una escala relevante. Las investigaciones realizadas por la Cámara de Representantes en EE.UU. sobre el poder de monopolio de Apple, Amazon, Google y Facebook constituyen un ejemplo del mayor control al que podrían someterse los acuerdos futuros.
En un ejemplo de lo difícil que puede resultar el enjuiciamiento de los procesos antimonopolio, el pasado 28 de junio un juez federal desestimó las demandas antimonopolio presentadas contra Facebook por la Comisión Federal de Comercio (CFC) y docenas de fiscales generales. El juez afirmó que los argumentos incluidos en la demanda de la CFC no respaldaban las acusaciones de presunto monopolio de Facebook en el sector de las redes sociales. Aún está por ver si la CFC modificará su demanda y volverá a presentarla más adelante.
Es muy probable que cualquier cambio introducido en la ley antimonopolio produzca diferencias notables respecto a las leyes propuestas.
De igual modo, las demandas antimonopolio con frecuencia terminan en liquidaciones o multas, más que en la disolución de una compañía. En este contexto, las grandes compañías podrían esforzarse por mitigar cualquier efecto potencial, además de autorregularse. En este sentido, cabe señalar que las fusiones y adquisiciones realizadas en el pasado han permitido a muchas pequeñas empresas crecer y madurar bajo el paraguas de las grandes firmas matrices.
Por ejemplo, WhatsApp, el servicio de mensajería de Facebook, tiene más de 2.000 millones de usuarios mensuales de media, repartidos en 180 países, y aún así, solo aporta una pequeña fracción de los ingresos que percibe la entidad. Alphabet obtiene la mayoría de sus ingresos y beneficios de la publicidad; por el contrario, su unidad de conducción autónoma Waymo y su división de ciencias de la salud Verily prácticamente no generan ingresos.
Conclusión
Las principales plataformas tecnológicas y de Internet se enfrentan a diversos retos, desde las cuestiones de privacidad y moderación de contenidos hasta las leyes antimonopolio y presiones normativas. Sin embargo, las inquietudes relacionadas con la privacidad o los contenidos podrían reforzar, más que debilitar, las ventajas con que cuentan las plataformas más grandes. Estas compañías suelen presumir de tener protocolos consolidados y unos amplios recursos para resolver cuestiones legales y relativas a la privacidad.
Por otro lado, los resultados de la normativa son difíciles de predecir con exactitud y suelen ser menos importantes para determinar el éxito de una compañía, comparado con otros factores relacionados con el propio negocio, especialmente la capacidad de adaptación del equipo directivo, su habilidad para desarrollar nuevos productos y servicios innovadores y las valoraciones registradas en ese momento. Centrarse en estas métricas y mantenerse muy atentos a las novedades jurídicas y normativas permitirá hallar oportunidades de inversión atractivas en las compañías que se enfrenten a estas presiones.