Una buena educación y, sobre todo, una educación igualitaria, libre e inclusiva para todas las clases sociales es una de las mejores vías para frenar la creciente desigualdad que hay en el mundo y que se ha exacerbado en tiempos de crisis. De hecho, la desigualdad económica en todo el mundo no ha dejado de crecer durante las últimas décadas y se ha convertido en un tema clave del siglo XXI.
Uno de los principales fenómenos que acompaña a la globalización ha sido la ampliación de la desigualdad económica en todo el mundo durante las últimas décadas. Entre 1980 y 2018, a nivel global, los ingresos del 1% de las personas más ricas aumentaron el doble que los del 50% más pobre. Además, varios estudios demuestran que el aumento de la desigualdad en todo el mundo tiene efectos negativos sobre el crecimiento[1].
La desigualdad también se encuentra en el centro de las agendas políticas populistas y los movimientos de descontento social, que tienen significativas consecuencias negativas para los mercados. Los inversores son cada vez más conscientes de los riesgos relacionados con la creciente desigualdad, pero hasta ahora carecían de soluciones de inversión adecuadas para abordarla.
Las desigualdades como fenómeno holístico
Las crecientes desigualdades desestabilizan las economías y sociedades de todo el mundo; convirtiéndose en una nueva cuestión importante para unos inversores cada vez más concienciados. Las estrategias de impacto social buscan combinar la rentabilidad financiera con una contribución positiva a la reducción de las desigualdades, integrando el riesgo social en las inversiones.
Las desigualdades deben entenderse de manera holística y no deberían limitarse a la brecha de ingresos o las disparidades de género. Un enfoque holístico de las desigualdades basado en cinco pilares para valorar el nivel de desigualdad para las compañías y países:
- Nivel de ingresos y mercado laboral
- Política fiscal
- Salud y educación
- Diversidad
- Derechos humanos y necesidades básicas
Como las desigualdades deben evaluarse primero a nivel de país, pueden definirse primero, como hacer CPR Asset Management, los criterios de evaluación para los países (por ejemplo, progresividad del sistema fiscal, salario mínimo legal, cuota del gasto total en salud y educación como porcentaje del PIB, disposiciones legales para combatir la discriminación, derechos de los trabajadores). Posteriormente, se estudia la desigualdad a nivel compañías (por ejemplo, diferencias de remuneración, condiciones laborales, política de diversidad, optimización fiscal, formación de los empleados).
Los efectos del coronavirus -cierres de escuelas, económicos, crisis, aumento de la pobreza…- han puesto de relieve y exacerbado las desigualdades que fracturan nuestras sociedades. Y concierne a todos los países, no solo a los emergentes y en desarrollo. Los más vulnerables han sido los más afectados por la desvinculación académica o la pérdida del trabajo, acentuando la brecha digital e inseguridad laboral.
Fuente: Avel Chuklanov (Unsplash)
Ya mucho antes de la crisis sanitaria de 2020, se había identificado la educación como uno de los mayores retos del siglo XXI. El Covid-19 y la crisis económica y social que ha provocado no han hecho más que exacerbar las desigualdades en este ámbito y destacar la urgencia de tomar medidas. La educación es clave en el desarrollo humano, social y económico de los países desarrollados y emergentes. Es una prioridad para la comunidad internacional y, como tal, la ONU lo ha convertido en un Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 4), con el objetivo de “garantizar una educación inclusiva y de calidad para todos y promover el aprendizaje a lo largo de toda la vida”.
Para evitar la propagación del coronavirus, las escuelas cerraron temporalmente sus puertas en casi todo el mundo. En el pico de la crisis a finales de abril de 2020, 1.500 millones de niños se vieron afectados por el cierre de escuelas en 180 países, lo que equivale al 85% de los niños del mundo. A mediados de julio del mismo año, más de 1.000 millones de estudiantes todavía se veían afectados por estos cierres, lo que representa el 61% del total de inscripciones escolares en todo el mundo.
Los gobiernos tuvieron que repensar con celeridad cómo asegurar la continuidad del aprendizaje a distancia y esto pudo haber contribuido a aumentar las desigualdades. UNICEF calcula que al menos 463 millones de niños, o el 31% de los escolares del mundo, no han tenido acceso a ningún programa de aprendizaje.
Fuente: Amundi y CPR AM. Informe de Impacto de CPR Invest Eduation a cierre de sept 2020. Con fines ilustrativos únicamente.
De hecho, aunque menos de la mitad de la población tiene acceso a Internet en 71 países de todo el mundo, este medio ha sido el más elegido después de la televisión. Además de que la educación online también requiere tener las herramientas necesarias disponibles para conectarse, hay otros factores que pueden dificultar el aprendizaje remoto, como un entorno desfavorable o la falta de soporte para el uso de las herramientas y la monitorización del programa online. Esto no afecta solo a los países más pobres.
Fuente: Amundi y CPR AM. Informe de Impacto de CPR Invest Eduation a cierre de sept 2020. Con fines ilustrativos únicamente.
Los economistas del Banco Mundial estiman las pérdidas en los ingresos laborales futuros asociadas con el cierre de escuelas durante la crisis de la Covid en 10.000 millones de dólares (equivalente al 11% del PIB global de 2019).
En este contexto, es más importante que nunca invertir en educación. Además, el sector cuenta con un elevado potencial que hemos visto impulsado por los fondos europeos. Aunque la educación no es una de las prerrogativas europeas y permanece en manos de los Estados miembros, la Comisión Europea ha destacado la investigación, la innovación y la educación como áreas clave para facilitar la recuperación y la resiliencia en la perspectiva de una crisis que se avecina. Así, la Comisión propuso incrementar los presupuestos asignados a dos programas europeos relacionados con la educación a través del marco financiero plurianual (MFP) y / o el plan europeo de recuperación Next Generation EU que planean, entre otros, aumentar el presupuesto en Educación con el fin de fortalecer las habilidades digitales de los ciudadanos europeos
Las inversiones en educación deben ser una prioridad para garantizar que la crisis económica no dejar una huella duradera en una generación de estudiantes.
Además, los países emergentes también tienen mucho que decir en el sector de la educación, que se apoya en diversas palancas de crecimiento a largo plazo a nivel global y de forma especial en estas regiones. No en vano, se espera que China y La India aporten más del 60% de la fuerza laboral cualificada del G20 en ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas en 2030. Estas son las razones:
- Crecimiento de la población.
- Desarrollo de la clase media.
- Evolución sociocultural y creciente gasto en educación; privatización del sector. Se espera que el gasto en educación se duplique entre 2015 y 2030, pasando de 4,9 billones de dólares a 10 billones de dólares, según Global Silicon Valley.
- Digitalización y revolución tecnológica, debido en especial al impacto esperado de la automatización en el mercado laboral y la necesidad de tecnología educativa.
- Necesidad de formación continua a lo largo de toda la vida (actualizarse, necesidad de adquirir nuevas competencias como habilidades digitales)
¿Qué impacto podemos obtener invirtiendo en educación?
Por cada millón de euros invertido…
Fuente: Amundi y CPR AM. Informe de Impacto de CPR Invest Eduation a cierre de sept 2020. Con fines ilustrativos únicamente.
[1] “Trends in income inequality and its impact on economic growth”, 2014, OECD Social, Employment and Migration working papers / “Inequality overhang”, 2017, IMF working paper