Lecciones que el inversor debería de haber aprendido en los últimos 12 meses

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Trent Erwin, Unsplash

Los bruscos e inesperados acontecimientos de 2020 nos han enseñado que hay que ser tremendamente flexibles a la hora de gestionar una cartera para hacer frente a diversos escenarios. Aunque podría argumentarse que muchas de las vulnerabilidades ya eran evidentes antes de la pandemia, durante el primer trimestre de 2020 el mercado sufrió la caída más vertiginosa de su historia. En respuesta, los bancos centrales y los gobiernos coordinaron un esfuerzo mundial igualmente histórico para compensar el impacto negativo del virus.

“Tener convicción y conocer a fondo las posiciones de una cartera resulta muy beneficioso en estas condiciones. Habría sido fácil equivocarse cuando las repercusiones de la pandemia y la crisis del petróleo sacudieron los mercados en marzo. En aquel momento, poder evaluar rápidamente las implicaciones del entorno económico e identificar a los ganadores y a los perdedores resultó determinante”, explica Catherine Doyle, miembro del equipo del BNY Mellon Global Real Return (EUR).

Como es sabido, algunos sectores, como el tecnológico, se vieron beneficiados por la pandemia porque los confinamientos los ayudaron a aumentar su base de suscriptores. Otras áreas, como los viajes y el ocio, salieron muy perjudicadas, por lo que fue importante evitarlas. Las empresas con las marcas más conocidas pudieron reforzar su posicionamiento competitivo y se vieron menos afectadas por la caída temporal de la demanda; realmente, solo los más fuertes sobrevivieron a esta situación. En su opinión, existen algunas lecciones que se pueden aprender de lo ocurrido en los últimos 12 meses.

1. Mantenga la calma y siga adelante

De acuerdo con la experta, el 2020 nos ha demostrado lo interconectado que está el mundo. “A la hora de analizar inversiones, es importante ser conscientes de que el futuro nos deparará más sorpresas y más incertidumbre. La rapidez con la que los responsables políticos adoptaron medidas y la combinación de estímulos monetarios y fiscales sin precedentes debería proporcionarnos cierta seguridad, siempre que las autoridades permanezcan alerta”.

Sin embargo, como pudimos ver el pasado mes de marzo, la situación puede cambiar de forma drástica cuando las correlaciones se acercan a 1. “Hay momentos en los que es demasiado tarde para actuar y solo podemos preparar la cartera para afrontar lo desconocido. La capacidad de incorporar protección bajista y de realizar una evaluación cuidadosa y prudente de las herramientas más eficaces para implementarla resulta inestimable”.

Es probable que los bancos centrales mantengan su influencia en el futuro cercano, algo que, de acuerdo con la experta, conviene tener presente a la hora de construir una cartera, ya que habrá momentos en los que tendrá sentido participar en el potencial alcista del mercado. En otros, los riesgos pasarán al primer plano y será necesario aplicar una capa de protección más robusta para amortiguar las caídas.

“La pandemia ha sido un brutal recordatorio de que los riesgos comunes nos afectan a todos, en todo el mundo, y de que las sorpresas pueden surgir en el lugar más inesperado, por lo que es importante considerar todos los ángulos a la hora de invertir y no limitar nuestra visión”.

2. Invierta con propósito

La inversión responsable es un factor cada vez más importante a la hora de evaluar oportunidades de inversión y la pandemia ha puesto el foco en los criterios medioambientales, sociales y de gobiernos corporativo (ESG).

“La economía mundial está viviendo una compleja transformación en ámbitos como el clima, la salud y la tecnología. Nos hemos tenido que replantear no solo cómo tratamos nuestro planeta. También aspectos sociales y de gobierno corporativo asociados a la forma en que operan las empresas”.

A su entender, estos aspectos deben integrarse en el proceso de inversión y ser objeto de una exhaustiva evaluación como parte del análisis fundamental de las posiciones individuales. “Influirán cada vez más en las valoraciones de las empresas. La pregunta no es por qué habría que integrar los criterios ESG en el análisis, sino por qué no. Sin esta información, tendremos una visión incompleta de los factores que pueden influir en los resultados financieros. La ESG no es una etiqueta: son finanzas en estado puro”, afirma.

Tal y como explica, los factores ESG no son más que un conjunto diferente de datos cuya relevancia dependerá del subsector, de la situación específica de la empresa y del horizonte temporal. “Forman parte de un mosaico de información que nos permite obtener una visión integral de una oportunidad de inversión, para hacer el mejor trabajo posible como inversores activos y comprometidos”.

3. Papá Estado ha venido para quedarse

La magnitud de las intervenciones de política monetaria en respuesta al COVID-19 supera con creces las que siguieron a la crisis financiera mundial. Una diferencia clave esta vez es que los gobiernos también han relajado sus políticas fiscales. “Que nadie dude de que los bancos centrales acudirán al rescate si hace falta. La combinación de estímulos monetarios e inyecciones fiscales podría acabar provocando una inflación de precios que supere las expectativas de los bancos centrales. Esto tiene implicaciones para las carteras de inversión”.

También hay repercusiones para las libertades individuales y el contrato social entre los ciudadanos y el gobierno. Los paquetes de rescate aprobados conllevan ciertas condiciones, aunque hoy parece que hay cierta disposición a aceptar que los gobiernos estén más presentes en la economía.

“Desde la perspectiva de la inversión, es probable que esta nueva era sea muy diferente de las últimas tres décadas. Si se dispara la inflación, las correlaciones tradicionales entre bonos y acciones podrían no funcionar. Obviamente, la inflación perjudicará las rentabilidades de la renta fija, pero el aumento de las tires podría provocar que las acciones de las empresas más endeudadas resulten menos atractivas en comparación con otros títulos más seguros”.

Por lo tanto, Doyle considera que conviene ser muy selectivos y tener en cuenta el impacto de una mayor intervención estatal que puede favorecer a los líderes nacionales a costa de otras empresas con una orientación más global. “Además, en un entorno de este tipo, aumentará el atractivo de activos reales como el oro, que no pueden ser devaluados por los bancos centrales”.

4. Proteja sus inversiones de un futuro incierto

En un entorno que probablemente será impredecible y volátil, es importante utilizar toda la gama de instrumentos de inversión disponibles para maximizar la liquidez. “Puede que los bonos gubernamentales no sean el activo más adecuado para 2021, aunque han tenido su función en un contexto de bajos tipos. La situación actual puede requerir diferentes instrumentos de inversión que ofrezcan un perfil de rentabilidad-riesgo comparable y puedan desempeñar un papel similar en la cartera”.

La historia de la inversión en multiactivos nos demuestra que cada clase de activo aporta algo en el cambiante entorno de mercado y que su contribución a la rentabilidad de la cartera depende en gran medida del análisis de los fundamentales y de la capacidad de calibrar los niveles de exposición adecuados, según la evaluación de las condiciones de mercado actuales y futuras.

“Tanto 2019 como 2020 son buenos ejemplos del valor que aporta explotar una amplia combinación de fuentes de rentabilidad. Aumentar el nivel de riesgo de la cartera en el segmento de renta variable, mediante una combinación de futuros sobre índices de empresas de pequeña y mediana capitalización, contribuyó a generar una sólida rentabilidad a finales de año. Mientras, nuestro enfoque paciente con el oro, que forma parte de la capa estabilizadora de la cartera, dio sus frutos cuando el metal se recuperó con fuerza de las pérdidas sufridas junto a los activos de riesgo en el primer trimestre del año”.

A pesar de haber obtenido una rentabilidad cercana al 10% en 2020, en el equipo del BNY Global Real Return no se dan por satisfechos. “Somos conscientes de la necesidad de rotar la cartera y examinar nuestras inversiones de forma constante”.

Conclusión

Según la experta, una característica común a todos estos temas es la necesidad de ser flexibles y de saber adaptarnos. "La recuperación tras la pandemia no será fácil. Aunque creemos que la economía está mejor preparada que después de la crisis financiera mundial, siguen existiendo vulnerabilidades. Y debemos tener muy presentes las lecciones aprendidas en 2020, por no mencionar las elevadas valoraciones que registran ciertas áreas del mercado. Sigue siendo esencial contar con experiencia en diferentes ciclos de mercado y ser capaces de reevaluar las perspectivas ante cualquier cambio de situación”, concluye.