Un enfoque de asignación de activos en función del país donde estén domiciliadas las empresas puede ofrecer información errónea, no solo sobre los fundamentales que impulsan el rendimiento de las compañías, sino también sobre los riesgos y oportunidades que presentan las carteras.
Hoy en día, la mayor parte de las empresas de todo el mundo cuentan con clientes, proveedores y líneas de producción en múltiples países. A pesar de ello, los inversores siguen aplicando enfoques de asignación de activos que definen la exposición de una cartera en función del país en el que están domiciliadas las empresas, y no según el lugar donde dichas empresas generan sus ingresos. Este enfoque puede ofrecer información errónea, no solo sobre los fundamentales que impulsan el rendimiento de las empresas, sino también sobre los riesgos y oportunidades que presentan las carteras.
En una economía integrada a escala global, es habitual que los beneficiarios de la mejora de las condiciones económicas no estén situados cerca del lugar en el que dicha recuperación está teniendo lugar. Un ejemplo de ello es Europa, donde los primeros signos de recuperación ofrecen un panorama prometedor para ciertas empresas de la región, a la vez que podrían impulsar también el crecimiento de los beneficios de empresas situadas en Estados Unidos, lo que resulta fundamental a la hora de valorar las oportunidades a largo plazo de los mandatos estadounidenses.
“No creo que sea posible invertir en el mercado estadounidense sin entender lo que está ocurriendo realmente en el mercado global. Un gran número de empresas desarrollan una parte muy importante de su actividad comercial fuera de Estados Unidos. ¿Podemos decir que son empresas estadounidenses? Técnicamente lo son, pero en realidad se trata de empresas globales. Un análisis a múltiples niveles con un enfoque de nueva geografía nos ayuda a determinar las oportunidades que presenta una empresa y a identificar los desafíos a los que se enfrenta el crecimiento a largo plazo”, explica Claudia Huntington, gestora en Capital Group. Y lo mismo ocurre, por ejemplo, con las empresas del FTSE 100.
En los últimos 40 años, la economía mundial ha pasado a ser cada vez más interdependiente. Los acuerdos de libre comercio, la Unión Europea, las reformas económicas y el aumento de la clase media en las economías emergentes han permitido a las empresas competir por conseguir clientes, mano de obra, capital y recursos naturales a escala mundial. Los datos del índice MSCI All Country World, que constituye el mayor índice de renta variable del mundo, confirman este fenómeno. Según un estudio realizado por la gestora americana, casi la mitad de los beneficios de las empresas que componen el índice se generan fuera de Estados Unidos y de Europa Occidental.
“Si considerásemos las empresas del índice según el país en el que se encuentran, los mercados emergentes representarían únicamente el 11% de las oportunidades de inversión mundiales por capitalización de mercado. Sin embargo, si tuviéramos en cuenta el lugar en el que dichas empresas desarrollan su actividad, los mercados emergentes representarían una tercera parte de toda la demanda mundial de bienes y servicios. Los inversores pueden acceder a la demanda de consumo de los mercados emergentes y controlar a la vez el nivel de volatilidad invirtiendo en empresas multinacionales cuyos ingresos proceden, en una parte significativa, de los mercados emergentes”, señalan desde la firma.
Asimismo, aunque casi el 50% de la capitalización bursátil de todo el mundo está representado por empresas situadas en Estados Unidos, sus productos se consumen principalmente fuera del país. “En la actualidad, los ingresos de las empresas ofrecen a los inversores una información valiosa. Los ingresos de una empresa nos van a servir para indicarnos dónde dicha empresa está desarrollando principalmente su actividad”, subraya Rob Lovelace, gestor de Capital Group. En consecuencia, en la entidad creen que los inversores deberían aprovechar las oportunidades de inversión allá donde se encuentren y construir su cartera en función de sus objetivos, y no según el tamaño, el estilo o el país de domicilio de las empresas.
Por ejemplo, las empresas situadas en Estados Unidos y en Asia pueden beneficiarse de la recuperación económica europea, por lo que un fondo global ofrecerá a los inversores un mayor acceso a las oportunidades de inversión existentes. La inversión según el enfoque de la nueva geografía exige que los gestores sean capaces de superar las fronteras tradicionales con el fin de llevar a cabo un análisis fundamental que examine todos los aspectos de una empresa, incluido el lugar de procedencia de los ingresos y los beneficios.