Escocia votará sobre su independencia dentro de dos años, con unas encuestas de opinión que en estos momentos apuntan a un débil apoyo ciudadano a los partidarios de la separación del Reino Unido. “Una Escocia independiente significaría casi con toda seguridad una nueva divisa, ya que continuar con la libra esterlina implicaría entregar la soberanía fiscal a Londres, lo que haría que la independencia fuese un asunto casi redundante dado que el Parlamento escocés ya tiene el control de la política interna”, afirman en AXA Investments Managers.
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