Anne Velot, responsable de deuda corporativa de la eurozona en la gestora francesa, consideran que existen cinco factores que favorecerán este año a esta clase de activo.
El 2016 comenzó con mal pie tras el batacazo sufrido por los precios de las materias primas; la incertidumbre reinante en mercados emergentes y el desplome de las acciones de los bancos europeos, que se vieron lastradas por el temor al impacto de una prolongación del entorno de tipos de interés bajos. Todo ello se tradujo en una brusca ampliación de los diferenciales de crédito durante los primeros dos meses del año. Posteriormente, la estabilización de los precios del petróleo registrada desde mediados de febrero y la noticia de que el Banco Central Europeo (BCE) lanzaría en marzo un programa de compras de bonos corporativos desataron una fuerte recuperación de las primas de riesgo crediticio, que no ha logrado desbaratar ni el Brexit ni la victoria de Donald Trump.
Más avanzado el año, la confianza se vio mermada tras cuestionarse de nuevo la intervención de los bancos centrales y surgir incertidumbres en torno al resultado del referéndum sobre la reforma del Senado en Italia. Aún así, el 2016 cerró en positivo, al verse despejadas ambas incógnitas. El BCE anunció su intención de ampliar su programa de compras de bonos corporativos hasta diciembre de 2017, aunque reduciendo los volúmenes de compras mensuales a partir de marzo, mientras que la reforma del Senado italiano fue rechazada, nombrándose a un nuevo gobierno de transición tras la dimisión de Renzi, un acontecimiento que no ha desbaratado el proceso de reestructuración de los bancos italianos. La pregunta ahora que se hacen los inversores es… ¿qué podríamos ver en 2017?
Anne Velot, responsable de deuda corporativa de la eurozona en AXA Investment Managers, se muestra muy optimista sobre la evolución de la deuda corporativa europea para 2017. La experta fundamenta su positivismo sobre cinco aspectos que, a su entender, favorecerán a esta clase de activo:
1. Una rentabilidad atractiva, especialmente comparada con los tipos exentos de riesgo situados en el extremo frontal de la curva.
2. La continuidad de la recuperación económica en EE.UU y Europa, así como en algunos países de mercados emergentes.
3. El programa de compras del BCE y su considerable volumen de compras de bonos corporativos.
4. La continua mejoría de los fundamentales del sector bancario gracias a la mayor acumulación de capital.
5. Las grandes empresas también deberían seguir mostrando márgenes más amplios y una mejoría de los flujos de tesorería, aunque es posible que veamos cierta reactivación de las fusiones y adquisiciones.
Dicho esto, Velot reconoce que la confianza podría verse afectada temporalmente por la volatilidad de los tipos de interés y el riesgo político, dos factores que quizás ofrezcan puntos de entrada atractivos a lo largo del año.
En su opinión, las estrategias de duración corta están bien posicionadas en la actualidad, al ofrecer una baja exposición tanto a la volatilidad de tipos de interés como de los diferenciales de crédito, protegiendo así las ganancias mediante el uso de sus perfiles de riesgo conservadores. “Esto debería venir reforzado por el reciente giro que el BCE ha dado a su programa al permitirles comprar bonos con vencimiento a un año y suprimir el límite de depósitos impuesto a las compras de bonos, lo cual favorecerá aún más al extremo frontal de la curva de tipos. Por otro lado, nuestra estrategia de gestión activa seguramente extraerá un valor adicional de este segmento del mercado. Una selección de emisores proactiva puede proteger el rendimiento frente a una nueva amenaza esperada de que concurra un evento crediticio en el sector empresarial, por lo que las decisiones de asignación activas, entre las que se encuentra invertir en segmentos de mayor carry como la deuda subordinada, entre otros, debería producir mayores ganancias”.