“Los mercados emergentes y de crecimiento no tienen incentivos reales de ayudar a Europa”

El mundo emergente ya no es el que era y si en alguna gestora lo saben bien es en Goldman Sachs Asset Management, donde llevan años atentos a su evolución. Pero el poder de esa realidad a veces deja en evidencia cualquier estimación, como reconoce Anna Stupnytska, directora ejecutiva de la División de Gestión de Inversiones de Goldman Sachs AM y mano derecha de Jim O’Neill, mencionando la superación, antes de lo previsto, de economías como la de Brasil a la italiana o la escalada de China a la segunda posición económica en el mundo. Aunque hay temas clave y estructurales de inversión para la próxima década como es el del consumo doméstico, la categorización de estos países es muy dinámica. Tanto, que el equipo de la gestora pone ahora énfasis en los llamados mercados de crecimiento, aquellos que “son lo suficientemente grandes tanto en términos económicos y representan al menos el 1% del PIB mundial –con un tamaño de entorno a 700.000 millones de dólares- como en términos financieros”, explica Stupnytska.

 

Se trata de economías capaces de aumentar su productividad gracias a una favorable demografía y por lo tanto, crecer a un mayor ritmo que el resto de emergentes, a la vez que cuentan con unas líneas de operación similares a las del mundo desarrollado. Y es que, una década después de la creación del acrónimo de los BRIC, actualmente, cumplen estos criterios un total de ocho países: además de Brasil, Rusia, India y China, también lo hacen Corea del Sur, México, Turquía e Indonesia. “Se encuentran en un punto intermedio entre el mundo emergente y el desarrollado”, explica la experta, pues no forman parte del segundo grupo pero tienen mayor tamaño, mayor liquidez en sus mercados financieros y ventajas macroeconómicas –tras la puesta en marcha de reformas estructurales en los últimos años- que les permiten estar mejor posicionados que el resto del mundo emergente.

 

Su contribución conjunta al PIB mundial para la próxima década se sitúa en torno a los 16 billones de dólares, de los que China supone casi la mitad. Es decir, tres veces la combinada de EEUU y Europa. Ahí radica la importancia de tenerlos en cartera. Para Stupnytska, las opciones son dos: en primer lugar, tener una cartera cuya parte de “emergentes” esté posicionada en dos tercios en fondos que invierten en los BRIC y en un tercio, en los N-11, donde el mayor peso lo tienen los países incluidos en el universo de “growth markets” (México, Corea y Turquía). Y, en segundo lugar, apostando por un fondo que invierta en esos ocho mercados. “Ahí es donde se encuentra el mayor potencial de crecimiento y oportunidad de inversión para los próximos 10 años y a más largo plazo”, afirma la experta.

 

Con respecto al índice de referencia, considera que los tradicionales, medidos por capitalización bursátil, ya no son válidos, pues los mercados en crecimiento pesan en torno al 10% cuando representan más del 20% de la economía global y porque en ellos se tiende a sobreponderar las firmas sobrevaloradas y a infraponderar las infravaloradas, logrando exposición a burbujas temáticas. De ahí que propongan el índice Equity 3.0, un índice a medio camino entre la capitalización de mercado y el peso económico que, con una combinación de estrategias activas y pasivas, logra una menor volatilidad –excluyendo compañías de mayor beta- y una presencia de compañías en función de su valor intrínseco. “Actualmente Equity 3.0 otorga una exposición a mercados de crecimiento de cerca del 17% de la cartera y otro 4% al resto de emergentes”, explica.

 

Sin inmunidad a la crisis
A pesar de sus halagos a estos mercados, Stupnytska reconoce que “si la crisis europea termina de forma desordenada, ningún país permanecerá inmune”. De los dos mecanismos de transmisión de la misma, el comercial y el financiero, cree que el primero sólo podría notarse en países con mayor cercanía geográfica como Rusia o Turquía, pero no en la mayoría, cuya economía está catalizada por la demanda interna que, por otra parte, hace más probable en China una suave desaceleración que un “hard landing”.

 

Con respecto al segundo, considera que es más incierto. “Todo depende de la exposición a los bancos europeos y a la sensibilidad de las salidas del capital extranjero”, explica, indicando Turquía como uno de los mercados más vulnerables. También cree que todo dependerá de los mecanismos de los gobiernos, fiscales y monetarios, para combatir los problemas. Hoy en día no hay tanto margen de maniobra en materia de políticas presupuestarias y monetarias como en 2008 y 2009. No obstante, aunque las herramientas políticas disponibles son más limitadas, todos los países tienen capacidad para flexibilizar las políticas monetarias y aplicar medidas presupuestarias para estimular el crecimiento”, comenta.

 

Posibles retornos como en el pasado
Frente a los expertos que indican que el negativo comportamiento bursátil de 2011 se debe a la crisis externa, Stupnytska explica el peso añadido de los problemas domésticos, como una inflación que ha obligado a tener políticas monetarias restrictivas. “Durante la última década, uno de los principales contribuidores a los retornos bursátiles en los mercados de crecimiento ha sido el crecimiento de los beneficios. En 2011 hubo caídas bursátiles debido a la incertidumbre que rodea a la crisis europea y a las expectativas de desaceleración del crecimiento nacional en los mercados de crecimiento de cara a 2012", indica. Por todo ello, cree que los retornos vistos en el pasado, de dos dígitos, pueden repetirse, teniendo también en cuenta que las valoraciones son atractivas en casi todos los mercados en crecimiento, por debajo de su media histórica excepto en Indonesia.

 

El punto negativo de la autodependencia emergente es que la experta cree improbable que ayuden a EEUU y Europa en el corto plazo. “A cambio quieren un poder en el FMI que el mundo desarrollado no les quiere otorgar, al menos por ahora””, explica, añadiendo que Europa tendrá que asumir ajustes estructurales de muy largo plazo. “Actualmente los mercados emergentes y de crecimiento no tienen incentivos reales ayudar a los gobiernos europeos. Probablemente lo mejor que estos países pueden hacer para ayudar a Europa y al mundo es continuar su trayectoria de crecimiento”, apostilla.

 

Un universo cambiante
El universo de los mercados es tan amplio y diverso que no se pueden obviar futuros cambios, tanto derivados de pasos adelante como hacia atrás. Entre mercados de crecimiento que podrían pasar a ser desarrollados señala Corea y entre los emergentes que pueden pasar al grupo “growth”, menciona Nigeria y Filipinas de cara a 2030-2040 y Egipto para 2050. Teniendo en cuenta las medidas que utiliza para puntuar y valorar los mercados, cree que Grecia tiene aspectos propios de un emergente, como la situación macroeconómica.