Los ojos del mundo se posan sobre China en el año del Tigre

China dragón
Foto: Sandy Millar on Unsplash

Hoy comienzan en China las celebraciones de su Año Nuevo, que marca la entrada en el año del Tigre, considerado un símbolo de valentía, seguridad y determinación. Cualidades todas que le servirán al gigante asiático para recuperar la confianza de los inversores tras un 2021 que acabó con muchos interrogantes sobre su estabilidad económica.

En el cuarto trimestre, el crecimiento se desaceleró, registrando una subida del 4% anual, por debajo del 4,9% del tercer trimestre. En la cifra pesaron la continua caída de las exportaciones y la ralentización del consumo debido a los nuevos confinamientos por la estrategia COVID-cero del gobierno. “Mientras sigan vigentes las políticas de máxima cautela para limitar los contagios, la recuperación del consumo de los hogares parece estar en riesgo este trimestre”, observa Gero Jung, economista jefe de Mirabaud AM. Y estos días la alerta por el virus está en los niveles más altos por los Juegos Olímpicos de Invierno que se disputarán hasta el 20 de febrero y que provocarán un aumento de los viajes internacionales al país. "Esperamos que el crecimiento se debilite aún más y que lleguen más medidas de relajación en el primer trimestre, hasta abril", predice Carol Liao, economista de PIMCO para China.

Debilidad del sector inmobiliario

Otra gran preocupación proviene del sector inmobiliario, que lucha por recuperarse del impacto causado por la crisis de Evergrande el año pasado. Según David Rees, economista sénior de mercados emergentes de Schroders, los problemas inmobiliarios en China seguirán penalizando la economía. "A pesar de una relajación marginal, la política del gobierno hacia el sector sigue siendo rígida", afirma Rees. Además, las ventas de casas nuevas, que generalmente preceden a la construcción entre seis y nueve meses, aún tienen que estabilizarse. “Se tardará más tiempo en normalizar el sentimiento inmobiliario”, coincide Liao.

Beijing, lista para intervenir

En esta fase de luces y sombras, los analistas se preguntan cuáles serán los movimientos de las autoridades gubernamentales. Principalmente por eso en octubre habrá un evento muy importante desde el punto de vista simbólico: el vigésimo Congreso del Partido Comunista Chino. “El mundo”, como observó el presidente Xi Jinping, “tiene los ojos puestos en China”. Y eso significa un escrutinio cuidadoso de sus aspiraciones financieras, ambientales y económicas.

Para no llegar desprevenidos a la cita, es concebible que Beijing implemente amplias medidas de estímulo fiscal acompañadas de una política monetaria de apoyo, ve Zhennan Li, economista jefe para China de AllianceBernstein. Li prevé una rápida aceleración del ritmo de la inversión pública ya a principios de año. “El Gobierno central ha asignado 1.460 millones de yuanes (229.200 millones de dólares) de la cuota de emisiones especiales de bonos de las autoridades locales previstos para 2022 -una importante fuente de financiación de la inversión pública- a los gobiernos provinciales para estimular el gasto en ambiciosos proyectos de infraestructura”, explica.

Y una política fiscal tan expansiva, según el experto de AllianceBernstein, requerirá una adecuada política monetaria de apoyo por parte del Banco Popular de China. "Esperamos que mantenga los tipos oficiales sin cambios en niveles moderadamente bajos durante el resto del año para anclar los costes de financiación en la economía real”, concluye. Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac, también está de acuerdo: “Después de un impulso inicial a las inversiones en infraestructura y recortes de tipos de interés desde diciembre, esperamos otra ronda de estímulo fiscal y relajación monetaria después de la Asamblea Popular Nacional en marzo”.

Oportunidades en empresas locales

Otra fuente de riesgo proviene de la propia acción de los reguladores. El temor es que se puedan decidir nuevas regulaciones estrictas, como las que penalizaron a los sectores de tecnología y educación el verano pasado. "La represión regulatoria de la tecnología, la educación y otras industrias ha puesto a prueba los nervios incluso de los inversores más leales en los últimos 12 meses", afirma Charlie Dutton, gestor de la franquicia de Asia Pacífico de Ninety One.

Pero a medida que el ruido regulatorio a corto plazo se desvanece, los impulsores a largo plazo del crecimiento estructural se vuelven más claros, puntualiza el gestor. “Estas tendencias, que incluyen el aumento de la riqueza y la expansión de la clase media, la digitalización y el impulso de China hacia la autosuficiencia en algunos sectores tecnológicos, permanecen intactas. Por lo tanto, continúan siendo favorables para ciertas empresas chinas”, analiza. “Estamos convencidos de que los actores de la industria y los inversores han identificado los objetivos estratégicos del gobierno y se están ajustando a los nuevos marcos regulatorios”, agrega Michael Lai, gestor de mercados emergentes de Franklin Templeton.

Wenchang Ma, co gestora del All China Equity de Ninety One, ve a las empresas nacionales bien posicionadas para el año en curso. "Algunas empresas chinas que atienden principalmente al mercado nacional tienen el potencial de desempeñarse relativamente bien este año", asegura. En su opinión, la voluntad de los políticos chinos de brindar más apoyo a la economía debería ser una bendición para las acciones del país.

La luz al final del tunel

La buena noticia para Schroders es que, a pesar de las debilidades recientes, los indicadores económicos clave parecen estar preparados para recuperarse después de tocar fondo. "El impulso crediticio, que mide el crecimiento de los préstamos como porcentaje del PIB, y el M1 real, que representa el valor de los componentes más líquidos de la oferta monetaria como el efectivo en circulación y los depósitos a la vista, aumentaron a diciembre”, destaca David Rees. Estos indicadores históricamente han impulsado la actividad durante aproximadamente nueve meses, lo que sugiere que una mejora cíclica en la actividad económica comenzará a surgir hacia el final del verano del hemisferio norte. Como resultado esperan una ligera recuperación del crecimiento del PIB, desde alrededor del 4,7% este año al 5% en 2023.

Las estimaciones de AllianceBernstein son aún más optimistas. Prevén un crecimiento del 5,3% con una inflación general ligeramente superior, pero todavía moderada. “En los últimos años Pekín ha demostrado la capacidad de orquestar un crecimiento más rápido o más lento según los deseos de los formuladores de políticas. Y hoy las autoridades no tienen motivos para querer un crecimiento por debajo del potencial”, argumentan.

Finalmente, cambiando la perspectiva a un horizonte de largo plazo, Mary-Therese Barton, responsable de Deuda de Mercados Emergentes de Pictet AM, recuerda que a pesar de la desaceleración, la economía china es cada vez más importante a nivel mundial. "El país es uno de los grandes consumidores de materias primas y un enorme productor manufacturero. Su gran población la llevará a convertirse en las próximas décadas en la mayor economía del mundo”, vaticina.