Los retos que plantea la medición de la diversidad en las empresas

FundsPeople. De izquierda a derecha, de arriba a abajo: Cristina Rodríguez Iza (Santander AM), Silvia García-Castaño (Tressis), Laura Lacalle Senent (SabadellUrquijo), Miriam González-Amezqueta (Deutsche Bank), Nina Petrini (UBS AM).

La mayoría de grandes empresas son conscientes de la necesidad de avanzar por la senda de la diversidad, pero todavía queda mucho por hacer. Para conocer con precisión el escenario actual, diseñar estrategias y alcanzar objetivos, la medición es clave, aunque sea compleja y costosa. También pensar a largo plazo. De todo esto y más debaten varias mujeres con puestos de responsabilidad en el sector financiero en un desayuno organizado por FundsPeople y patrocinado por UBS AM.   

Miriam González-Amézqueta, consejera independiente de Deutsche Bank, considera que la diversidad, ya sea de género, edad, etnia, etc., debe ser un objetivo claro y tiene que poder medirse de forma homogénea. “Ahora hay muchos criterios, muchas mediciones, uno va por allí, otro por aquí, uno sigue este índice, otro este otro. Por eso sería importante que se homogeneizase, que se establecieran unos parámetros claros”, señala, al tiempo que propone incluir la diversidad dentro de los objetivos SMART (Específico, Medible, Alcanzable, Relevante, a Tiempo), en el que la M del acrónimo también haga referencia a la motivación.

Pero la consejera de Deutsche Bank también cree que hay que centrarse en el largo plazo, “no vale solo con las mediciones, hay que mirar a futuro”. En este sentido, hace referencia a un estudio reciente de PwC que concluye que el 63% de los consejeros reconocen que deben dedicar más tiempo a los criterios ESG, mientras que el 91% asegura que las empresas deben centrarse más en el largo plazo en detrimento del cortoplacismo, tener en cuenta a más grupos de interés y no solo a los accionistas en la toma de decisiones. Unas cifras que llaman la atención, según González-Amezqueta, porque no parece que a priori coincidan con el número de compañías que efectivamente se centran en el largo plazo, “pero quizás hacer estas preguntas pueda abrir mentalidades”.

Poner negro sobre blanco

Para Laura Lacalle Senent, gestora de Sabadel Urquijo, “poner todo en negro sobre blanco es la clave de todo. Si no tenemos la información son simplemente opiniones y no puedes adoptar acciones concretas, pero en el momento en el que empiezas a tener una base de datos importante y fiable podemos medir qué está ocurriendo realmente y con fundamento. Y es entonces cuando se podrán tomar decisiones encaminadas a mejorar. Así que las mediciones son clave para los cambios a futuro”.

Un proceso complejo y costoso

No obstante, mientras no se concrete un poco más la taxonomía social europea y se defina exactamente qué parámetros hay que tasar, las mediciones seguirán siendo muy complejas, según advierte Silvia García-Castaño, directora general de Inversiones y Productos de Tressis. “Una medición es un punto de referencia, pero no deja de ser eso. Pero a largo plazo lo que importa es el motor de la diferencia. Cuando nosotros invertimos en empresas, buscamos las compañías del futuro, por lo que hay que ver las tendencias, motivaciones y objetivos que las van a diferenciar del resto”, señala.

La medición además de compleja también es muy costosa “porque necesitas analistas que interpreten y estudien los datos desde el punto de vista de la sostenibilidad y, para ello, la industria necesita reciclarse y hay cierta resistencia aún”, pone de manifiesto García-Castaño.

La taxonomía de la S y la G

Nina Petrini, responsable de ETF y fondos índice para Iberia y Latam en UBS AM, considera que la consecución del objetivo 5 de los ODS de Naciones Unidas requiere de un proceso, de arriba hacia abajo, como sucedió con la taxonomía medioambiental. “Una vez aprobadas las políticas y los procedimientos, las empresas los van adoptando”, señala Petrini, quien destaca como en medio de esta fase se ha producido un “brainstorming impresionante, con unos índices increíbles, sumamente pensados y repletos de criterios. No solo hemos conseguido un simple producto, sino una forma de trabajar en el mundo ambiental”. 

Ahora, explica la responsable de ETF de UBS, toca el turno de la ‘S’ y la ‘G’ de ASG y se seguirá el mismo proceso. “Necesitamos esta taxonomía. Se habla de que al menos el 40% de los sillones en los consejos de administración tienen que estar ocupados por mujeres, pero no todas las empresas han llegado todavía y cada vez es mayor la brecha de retorno entre las empresas más diversificadas y las que no lo están”, añade.

Los criterios extrafinancieros en las inversiones

Cristina Rodríguez Iza, directora de Global Multi Asset Solutions Europa de Santander AM señala cómo la sostenibilidad está cambiando la vida de los propios gestores porque “las decisiones ya no se pueden tomar de forma exclusivamente financiera”. “La industria está evolucionando y dentro de unos años será estándar de industria incorporar criterios extrafinancieros a la hora de valorar las inversiones y sorprenda rememorar los tiempos pasados en los que no se hacía”, apunta.

Del mismo modo, Lacalle Senent (Sabadell Urquijo) confía en que llegue un momento en el que no sea necesaria la obligación de contar con un determinado porcentaje de mujeres en el top management de las empresas porque esté completamente naturalizado y lo que choque sea que la cifra se encuentre por debajo del 40%.  Hasta ahora, según la gestora de Sabadell Urquijo, todo lo que tenía que ver con sostenibilidad estaba muy focalizado en el medioambiente, “pero la situación está cambiando y las redes sociales y medios están presionando mucho la parte social y la buena gobernanza de las empresas”. Según Lacalle, si una empresa cometía errores de estrategia o de comunicación podía pasar más desapercibida, pero ahora el escenario es diferente por el escaparate de las redes sociales, que puede agravar una crisis de reputación.

Nuevos productos y oportunidades de inversión

García-Castaño (Tressis) cree que la apuesta por la igualdad y la equidad permite “una mayor diversión en el sector a nivel producto. Por ejemplo, empezamos a tener fondos de impacto con objetivos específicos. Todavía es residual, solo el 2% de estos fondos son de diversidad, según Morgan Stanley, pero ya existen”. Pero, además, “abre un nuevo mapa para centrar el objetivo, que quizás es más fácil con la financiación y con los bonos sociales alineados a algunos ODS y que han proliferado mucho el año pasado, los Sustanibilty Linked bonds, donde ahí si que hay temas de diversidad específicos”. 

Para la directiva de Tressis, se trata de “una tendencia imparable que ofrece oportunidades de inversión y el desarrollo de nuevos productos”, aunque también hay que ver cómo lo recibe el cliente, que “quizás está un poco saturado o desbordado por estos conceptos técnicos complejos”.

El papel de los fondos activistas

En este escenario, González-Amezqueta (Deutsche Bank) destaca el papel de los fondos activistas, que no solo invierten en empresas sostenibles, sino en aquellas que aún no lo son con el objetivo de que lo lleguen a ser algún día.  “Estos fondos entrar en el capital de las compañías y pueden exigir cambiar partes del modelo de negocio. Me parece muy interesante su papel, porque ahora todos quieren invertir en empresas sostenibles y no llega el dinero para las que no lo son”.

Por su parte, Rodríguez Iza (Santander) también cree que la clave es mirar a futuro y hacer una labor de engagement, algo que es costoso para las gestoras porque requiere muchos recursos. “Por ello, hay que priorizar y ver dónde de verdad puedes llegar a tener impacto. Una vez seleccionas las empresas, hay que hacer un trabajo de acompañamiento, que es a medio y largo plazo, para ayudar con el reporting de datos o la incorporación de métricas u objetivos en su propia estrategia. Esta labor de educación que muchas veces hay que hacer con los inversores también hay que ejercerla en el mundo corporativo y aquí el rol de la industria del Asset Management será clave en los próximos años”, explica.