Los tres problemas que entraña la política verde del BCE

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Foto: Christine Lagarde. Fuente: Martin Lamberts/ECB.

El planteamiento de la política monetaria verde del BCE se basa en la convicción de que las perturbaciones macroeconómicas y de los mercados financieros derivadas del cambio climático podrían afectar a la transmisión de la política monetaria y, por tanto, a la capacidad de la autoridad monetaria para alcanzar su objetivo de estabilidad de precios.

Tal y como explica Agnieszka Gehringer, analista del Instituto Flossbach von Storch, el canal de transmisión puede verse afectado por la inestabilidad del sistema financiero debido, por ejemplo, a la repentina revalorización del riesgo financiero relacionado con el clima. Además, aunque el efecto previo sobre el tipo de interés natural no está claro, los expertos del BCE afirman que el "tipo de interés oficial podría alcanzar el límite inferior efectivo con más frecuencia, limitando el espacio de política monetaria para la herramienta convencional". Por último, la incertidumbre derivada de los riesgos climáticos puede dificultar la correcta evaluación de las perspectivas de inflación a medio plazo.

“Teniendo en cuenta estos diversos factores y, sobre todo, dado el impacto potencial sobre las perspectivas de estabilidad de precios, el BCE se vio obligado a ajustar su política monetaria a una acción climática más intensa”, explica la experta.

Problemas con la ecologización del BCE

De acuerdo con la experta, aunque varios expertos consideran que el cambio climático es el mayor reto de nuestro tiempo y que sería deseable que se hicieran esfuerzos para combatirlo, el compromiso de la política monetaria en este sentido no es adecuado. Lo cree así por tres razones.

En primer lugar, el BCE no tiene mandato para hacerlo. La disposición del artículo 127 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) establece que el Eurosistema apoyará las políticas económicas generales de la Unión, pero solo si no hay perjuicio para el objetivo de la estabilidad de precios. “Sin embargo, dado que los mismos expertos del BCE identifican múltiples canales a través de los cuales la política climática afectaría a la inflación y a las expectativas de inflación, la política monetaria verde podría acabar exacerbando la consecución del objetivo de estabilidad de precios”.

En segundo lugar, Gehringer considera que la política monetaria es un débil sustituto de la política fiscal. Y, especialmente, de la política industrial en este ámbito. “Estas últimas están mucho mejor equipadas para aprovechar la acción de la política climática a través de instrumentos como la tarificación del carbono y la inversión en innovación verde. Implicar a la política monetaria en acciones de política económica con potencial de reordenación social y económica -que, por tanto, pertenecen a la responsabilidad de los políticos, sujetos al riesgo de perder las elecciones- expone al banco central a un daño de reputación y a una pérdida de independencia”.

En tercer lugar, la analista señala que el estado actual de la comprensión de las implicaciones económicas del cambio climático es todavía incompleto. Así lo reconocen los propios expertos del BCE, que afirman que "el cambio climático plantea retos para los modelos macroeconómicos utilizados por los bancos centrales para la previsión y el análisis de las políticas". Pero incluso si la brecha conceptual subyacente en relación con el cambio climático en el marco de la modelización macroeconómica se cerrara finalmente, la experiencia pasada de los banqueros centrales que aplican dichos modelos para hacer predicciones económicas fiables no es especialmente alentadora, comenta la experta.

“Durante años, estos modelos sobrevaloraron la inflación, y ahora la han infravalorado. Pero si los bancos centrales no pueden predecir la inflación lo suficientemente bien como para cumplir su mandato principal, su ambición de modelar el impacto económico del cambio climático con fines políticos parece una presunción de conocimiento especialmente descarada”, afirma.

A su juicio, la mezcla de las limitadas pruebas históricas, los horizontes a largo plazo en los que es probable que se produzcan las consecuencias económicas relevantes y los modelos que carecen de un historial sólido dan lugar a una gran especulación más que a una toma de decisiones prudente, responsable y creíble.