Nicolo Carpaneda (M&G Investments) defiende la renta fija corporativa y deuda emergente como opciones atractivas en un contexto de tipos bajos

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Pelo Panton, Flickr, Creative Commons

El brutal giro monetario que han experimentado los bancos centrales en los últimos meses, con la Fed de Powell como protagonista, explica que cada vez sea más la deuda en circulación con tasas de rentabilidad negativas- de hecho, ya hay países como Dinamarca que tienen toda su deuda en negativo independientemente del plazo-. Y es previsible que esa situación se mantenga en el tiempo a medida que crecen los temores a que el mundo se enfrente a una desaceleración económica generalizada y, sobre todo, ante la sensación de que habrá nuevos QE en el horizonte.

“Draghi ya ha dicho que está dispuesto a dar más estímulos y vemos muy probable que haya una nueva ronda de quantitative easing”, afirma Nicolo Carpaneda, director de renta fija de M&G Investments . De hecho, afirma que el BCE tiene aún muchas herramientas para expandir esa política acomodaticia que van a más allá de una reducción de los tipos de interés. “Si el BCE aumentara el límite de deuda que puede comprar del 30 al 50% el universo elegible aumentaría hasta los 350.000/500.000 millones de euros, y otra opción son los bonos corporativos ya que en el pasado la compra de los mismos consiguió reducir los diferenciales en 25 puntos. Si se amplia el QE la rentabilidad del corporativo podría pasar del 1% actual en el que se encuentra ahora de media al 0,6%”, al tiempo que tampoco descarta que dentro de esa deuda que pueda comprar el BCE si decide ampliar el QE se incluya también la deuda emitida por bancos.

En este contexto de incertidumbre con respecto al devenir de la economía, la opción de la gestora inglesa para sus carteras ha sido la de comprar calidad en los diferentes segmentos de activos de inversión con el objetivo de cubrirse en caso de que afloren nuevos problemas en una economía que, de momento, se mantiene estable. En lo que respecta a renta fija, sus grandes apuestas pasan por aumentar la presencia de deuda corporativa con grado de inversión por el valor relativo que ofrece con respecto a la deuda pública aunque manteniendo una parte de bonos gubernamentales que usan como equivalente a la liquidez, y por la inclusión de deuda emergente, de la que afirma que “sigue siendo un mercado ideal para invertir y para añadir riesgo en la carteras siempre y cuando el dólar no suba mucho más”. En cuanto a los sectores, muestran preferencia por la deuda bancaria subordinada de los países de la periferia además del de utilities o el la tecnología, evitando aquellos que dependen más de presiones externas.