Muchas oportunidades y algunos retos en la inversión de impacto

Foto: Máximo García

El pasado miércoles se presentó el libro Invertir con Impacto: 12 fondos artículo 9 publicado por FundsPeople y editado por María Folqué, directora de Sostenibilidad en FundsPeople y Montserrat Formoso, responsable de Inversión Alternativa. Con esta publicación ya son cinco libros las que forman la biblioteca de FundsPeople dedicados a la sostenibilidad. Y lo cierto es que mucho ha evolucionado la industria desde el primer manual. Hemos pasado de debatir sobre si la ASG sumaba o restaba a la rentabilidad a ver demanda por productos de inversión que dan un paso más y buscan generar un impacto con el dinero del ahorrador.

Fue la reflexión con la que Folqué arrancaba la primera mesa redonda de la presentación. Una mesa de debate en la que participaron Álvaro Liniers, responsable de Desarrollo de Negocio en NN Investment Partners, Juan Marín, desarrollo de Negocio en Selinca en representación de OFI Asset Management, Álvaro Antón, country Head y responsable de Distribución para Iberia en abrdn, Belén Ríos, directora general y responsable de clientes para Iberia en J. Safra Sarasin Fund Management, Carlo Fassinotti, responsable de Advisory Marketing en Nordea Asset Management, y Borja Fernández Canseco, director de Cuentas de Schroders. Los seis compartieron con los asistentes seis propuestas de inversión de impacto en seis nichos muy diversos del mercado.

El reto para 2022: la gestión de los datos

Pero al igual que las gestoras ven un importante abanico de oportunidades en la inversión de impacto también son conscientes de los retos a los que aún se enfrenta la inversión sostenible. A día de hoy, principalmente es el acceso a los datos. A Antón le recuerda mucho al reto al que ya se enfrentó la gestora en el pasado. “Cuando abrdn nació, allá por los años 80, invertir en mercados emergentes desde un país desarrollado era cuanto menos un reto. Lo vimos tan difícil hacerlo desde un país desarrollado que decidimos abrir oficina en Singapur. Necesitábamos tener un equipo ahí para poder trasladar los datos correctamente a nuestros equipos de distribución y contacto con los clientes en Londres y mercados desarrollados”, cuenta. “Lo llevamos en nuestro ADN. Nos llevamos peleando con los datos durante casi medio siglo ya”, bromea.

Los datos son el oro del siglo XXI. Son, como bien señala Ríos, cruciales en la toma de decisiones de inversión y, en la inversión de impacto, en la elaboración del reporting. En opinión de la experta, es esencial tener un equipo y modelo de análisis propio. “Los proveedores externos son buenos, pero sin un criterio propio resulta difícil comparar manzanas con manzanas”, argumenta. Es un punto en el que coincide plenamente Fernández. “En el reporting está la magia y para hacer un buen reporting hace falta tener herramientas propias”, sostiene. Tener esa mirada propia ayuda a poder luego traducir y transmitir al cliente de una forma clara los elementos más importantes de la inversión para el cliente. Un ejemplo de ello lo vemos en el informe de emisiones evitadas que publica Schroders. En él detalla al inversor, entre otras métricas, cuánto C02 ha ahorrado al planeta. “Cifras así ayudan a crear el vínculo definitivo”, argumenta.

La clave está en el reporting

“Más que la heterogeneidad, el problema es el hecho de que los datos financieros relacionados con indicadores sostenibles son nuevos”, apunta Marín. Y esa falta de experiencia es lo que dificulta el acceso. “Hay que ir empresa por empresa para extraer los datos relevantes”, cuenta. Es una tarea que se complica en algunas clases de activos más que otras, reconoce Fassinotti. “Para las empresas de pequeña y mediana capitalización, por ejemplo, aún ni existe una obligación por parte del regulador. Tenemos que tener paciencia, porque de la noche a la mañana no se va a cambiar el sector financiero”, afirma. Por eso opina como Ríos. Ve importante el trabajo propio de una gestora para extraer los datos. En el caso de Nordea AM, además, se están apoyando en la tecnología y el trabajo con herramientas punteras.

Hay consenso entre las gestoras. El trabajo de campo debe ser propio. “El reporting es la prueba del algodón. Hay clases de activos donde simplemente no se puede depender únicamente de datos de terceros”, defiende Liniers. Un ejemplo es la renta fija. A pesar de que la regulación de los bonos verdes exige un informe posterior por parte de las empresas, en muchos casos los datos no son comparables entre sí. Según datos de la gestora, el 25-30% de los bonos verdes que han analizado no son todo lo verdes que se piensa. No solo eso, sino que el trabajo no solo termina con la inversión. El experto de NNIP aboga además por la importancia del engagement continuado con las compañías, también post-emisión.

Seis grandes ideas de inversión de impacto

Dicho lo cual, las perspectivas de las entidades internacionales son constructivas.  Como bien nos muestran las gestoras internacionales, encontramos grandes propuestas de oportunidades en inversión de impacto en todas las clases de activos.