No son cambios, es una confirmación de la tendencia: análisis de la disrupción causada por el COVID-19

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Tecnología, cambio climático, populismo… Muchas de las disrupciones que se están resaltando con la crisis del COVID-19 son más bien una aceleración de una transformación ya latente. Es decir, que la nueva normalidad de la que se habla hoy en día, en realidad no es tan nueva. Así lo defiende Keith Wade, economista jefe de Schroders, y refuerza su argumento con cifras y datos.

1. Los tipos bajos permanecerán bajos

Uno de los grandes debates del momento es si el enorme apoyo monetario por parte de los bancos centrales incentivará la inflación. Pero para Wade la balanza se inclina más a favor de la deflación. Hay motivos puntuales, como la fuerte caída del precio de las materias primas, pero también factores estructurales. El economista recuerda la relación entre el crecimiento del PIB y la inflación core. Si se prevé una tasa de ahorro mayor junto con menor inversión en capital, la presión en los precios es a la baja. Y este bajo crecimiento y baja inflación tiene sus implicaciones para los tipos de interés.

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2. Un mayor gasto en salud

Una crisis sanitaria como la del coronavirus solo eleva la demanda de la población por mayor inversión en el sistema sanitario. Wade prevé demanda social por un colchón de protección sanitario más grande, por lo que un mayor gasto en salud se puede convertir en estructural. Como mencionábamos anteriormente, no es un cambio, es una aceleración de la tendencia. En los últimos 20 años las grandes potencias se han reforzado en salud. Según datos que recoge el economista, en Estados Unidos ha crecido del 13% al 17% del PIB desde 2000, el nivel más alto de la OCDE.

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Y hay que recordar que sería un crecimiento que ya parte de niveles altos. La inversión en sanidad ya supone el 20% del gasto público. Crecer desde esta cota supone una presión más intensa sobre los ratios de deuda por PIB. Así, el Fondo Monterio International estima que la deuda global crezca al 150% del PIB entre los países del G20, en gran parte por las medidas para luchar contra el COVID-19.

Esto sería el segundo gran escalón para la deuda mundial desde que comenzase a expandirse en respuesta a la Gran Crisis Financiera de 2008. ¿Cómo se combate esto? “Las medidas de austeridad fueron la gran respuesta de la crisis anterior, pero no son muy populares. Hay margen para subir impuestos, pero lo que está claro es que nos aventuramos a años de represión financiera. Medidas como el QE o el control de la curva de la deuda como tienen en Japón solo van a crecer”, vaticina.

3. La presión sobre la clase media aprieta

Los grandes perdedores de las crisis siempre son los escalones más bajos por ingreso y esta ocasión no es distinta. Esto impactará en la clase de políticas que se favorecerán y en el crecimiento del populismo ligado.

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4. El cambio tecnológico acelerará.

Es poco sorprendente que uno de los sectores ganadores de esta crisis sea el tecnológico, pero no es un cambio, sino una acelaración de una tendencia. Pero como nota Wade, el COVID-19 también ha resaltado las fragilidades de las cadenas de suministro. Quizás veamos a compañías invirtiendo para añadir resiliencia. Sea como sea, el experto de Schroders vaticiana una cuarta revolución industrial. 

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