Novedades sobre China: ¿cómo interpretan las gestoras internacionales el último dato de crecimiento?

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think cink, Flickr, Creative Commons

La publicación del último dato macro relevante sobre China, el PIB correspondiente al tercer trimestre, ha vuelto a reavivar el debate entre quienes se preocupan por la transición del modelo económico pilotada por el Partido Comunista Chino (PCCh) y quienes la aplauden. En concreto, el país creció un 6,9% entre julio y septiembre, el menor ritmo desde el año 2009; además, se trata del PIB correspondiente al tercer trimestre más bajo registrado desde 1990. Cabe recordar que China había registrado un crecimiento del 7% en el primer y segundo trimestre y del 7,3% en 2015 (el objetivo oficial impuesto por el PCCh es del 7% para 2015).

No obstante, y después del pánico desatado este verano por los errores cometidos por las autoridades chinas para controlar el desplome de las bolsas, las gestoras internacionales han vuelto a dar signos de pragmatismo. El sentir general lo resume Tom Stevenson, experto de Fidelity Worldwide Investment: “El titular importa, por supuesto, porque mucho de la economía global – desde los volúmenes de hierro de Río Tinto a las ventas de gabardinas de Burberry’s- depende de la demanda china. Pero bajo la superficie, está sucediendo algo más importante: la economía china está madurando”. 

Según Stevenson, los últimos datos publicados confirman la buena marcha de esta transición. Se refiere a datos macro como la producción industrial, cuyo dato más reciente ha sido del 5,8% (mínimos de casi seis años) o el crecimiento del sector servicios hasta el 8,6% en el tercer trimestre. “Los consumidores chinos todavía están gastando, ayudados por las medidas del Gobierno para estimular la adquisición de grandes artículos como autos o vivienda residencial”, añade. El representante de Fidelity sostiene que las últimas medidas adoptadas ya están teniendo efecto; por ejemplo el sector inmobiliario ha registrado un crecimiento del 7,5% en los primeros nueve meses del año, después de acumular 17 meses a la baja. 

El experto considera además que los inversores disponen de un amplio abanico de oportunidades para invertir y beneficiarse de este cambio, y destaca varias áreas en particular. Una de ellas es el comercio electrónico, por la velocidad con la que cada vez más consumidores chinos optan por efectuar compras online –más rápido que la tendencia global- y, al mismo tiempo, por su potencial de desarrollo, ya que la penetración de internet en el país es de tan sólo el 50%. Stevenson también habla de la tendencia de urbanización, que puede estimular la demanda de productos del hogar y automóviles. 

Los estrategas de J.P.Morgan AM muestran una actitud similar: “Aunque las ventas minoristas han perdido fuerza recientemente, el sector servicios, más orientado al consumidor, se está comportando mucho mejor y su importancia se suele subestimar a menudo”. Indican que, mientras que el sector servicios suponía hace 15 años menos del 40% del PIB, ahora contribuye a un 48%. En este sentido resaltan la clara divergencia, acentuada en los últimos meses, en la evolución del índice PMI manufacturero y el de servicios. “El mercado inmobiliario chino también parece estar estabilizándose, con niveles de inventario que siguen bajando en las principales ciudades mientras los volúmenes de transacciones y precios empiezan a repuntar”, añaden.

Desde J.P.Morgan AM muestran una actitud igualmente pragmática respecto a la política monetaria emprendida en los últimos meses por el Banco Popular de China (BPCh), especialmente la devaluación controlada del renmimbi. “Es probable que la moneda vuelva a depreciarse frente al dólar a medio plazo, puesto que las autoridades querrán evitar las oscilaciones en su valor derivadas de una estrecha vinculación con el dólar. Permitir que la moneda se mueva al compás de las fuerzas del mercado respaldaría también la inclusión del yuan en el grupo de divisas del FMI”, pronostican.

Desde la firma insisten en que todos estos cambios serán ejecutados al milímetro dentro del plan establecido, puesto que “los responsables políticos de China tienen un gran interés en que todos los posibles ajustes se produzcan de manera gradual y relativamente controlada”. En concreto, se refieren a los problemas que podría causar una depreciación excesiva del yuan a corto plazo, que afectaría al poder adquisitivo local y, por ende, al consumo y también podría dañar a las compañías chinas que han tomado préstamos en dólares. 

Más estímulos

Y hablando de política monetaria: el BPCh ha vuelto a ser noticia por ampliar un programa de préstamo de créditos colateralizados que había puesto en marcha de forma piloto el año pasado en las provincias de Shandong y Guangdon (en el que invirtió 900.000 millones de renmimbi en Shandong y se espera que 5.000 en Guandgdon hasta el final de este año), y que ahora amplía a once provincias chinas. “Esta facilidad de préstamo opera de forma similar al LTRO del BCE, en el que los bancos entregan crédito al BPCh como colateral, sujeto a quitas, y lo intercambian por liquidez” explica Aidan Yao, analista de AXA IM. Según Yao, “será una herramienta adicional del banco central para ajustar la liquidez doméstica y fijar los tipos de interés a través del ajuste de quitas sobre distintos colaterales”. 

El analista explica que se ha adoptado esta medida porque el canal tradicional de transmisión de liquidez a la economía real china, el recorte de ratios de reserva, “pone a los bancos pequeños en una posición desventajosa, porque tienen una base de depósitos pequeña”. El cambio, considera que el nuevo LTRO al estilo chino marca la diferencia, pues incentiva a los bancos de distintas regiones chinas con distintos problemas a volver a conceder crédito. “Esto puede ayudar a prevenir un incremento de la disparidad de crecimiento entre regiones y a contener riesgos financieros. Mientras que el programa tiene el potencial de elevar significativamente la masa monetaria, la ejecución actual del esquema será gestionado cuidadosamente por el BPCh”, comenta el analista. Éste se manifiesta en contra de un posible QE chino, al recordar que el banco central todavía dispone de herramientas dentro de la política ortodoxa a las que puede recurrir antes de plantear un programa de estímulo cuantitativo. Por ello, atribuye esta nueva iniciativa a “el deseo de proporcionar un alivio fiscal más controlado”.