Nuevo desplome bursátil: las mentiras que ha descubierto el inversor

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Artemuestra, Flickr, Creative Commons

Los mercados de renta variable no aguantan y se desploman. Los rebotes son efímeros y apenas tienen fuerza. Sumando las últimas caídas, el EuroStoxx 50 acumula un retroceso del 17,4% en 2016. Milán está siendo el mercado más castigado en el año (-26%), seguido de Madrid (-19%), Frankfurt (-18%) y París (-16%). El FTSE 100 y el S&P 500 resisten mejor (-11%, respectivamente). Es evidente que la caída que están registrando las bolsas se asemeja a los sucedido en 2008 y 2011, pero entonces existía una cierta visibilidad respecto al foco del problema. “Lo curioso del comportamiento del mercado es que, al contrario de lo acontecido en 2008, cuando resultaba evidente que estábamos ante una crisis financiera originada por las hipotecas subprime, o en 2011, cuando el problema era la deuda soberana, en esta ocasión no existe claridad sobre las causas que están detrás del desplome de los mercados. Hay señales de ralentización, pero no de recesión, y no se han producido cambios importantes en los fundamentales”, afirma Sasha Evers, director general de BNY Mellon IM para Iberia.

La mayoría de las gestoras coinciden en esto, aunque algunas están aconsejando a los clientes reducir el riesgo de sus carteras. Es el caso de Carmignac o BlackRock. “Continuamos recomendando a los inversores que busquen estrategias y herramientas para minimizar los riesgos de caídas”, indica Russ Koesterich, responsable de Estrategias de Inversión de la gestora. La cuestión es qué ha cambiado y, sobre todo, saber si estamos pasando algo por alto. ¿Es China y el petróleo o hay algo más? ¿Algo de dimensiones más profundas, tal vez? “En el año 2007 ya existía una burbuja de deuda y empezó la crisis financiera que todos conocemos. Para intentar solucionar la crisis financiera de 2007, los bancos centrales han experimentado un método que ha consistido en inyectar liquidez a mansalva. Ahora nos encontramos en un 2016 con casi el doble de deuda que antes y menor crecimiento. El mercado se está dando cuenta de que el consumo no se arregla con más deuda, ni con tipos a cero o en negativo”, señala David Levy.

En opinión del presidente de Diverinvest EAFI, con los planes monetarios llevados a cabo, lo único que se ha conseguido es retrasar el problema y no afrontar una solución para la economía real. El caso es que, aunque inicialmente fue acogido con alivio, el discurso de la presidenta de la Fed ante el Congreso no ha contribuido a calmar los ánimos. En un ejercicio de fina intervención retórica, Janet Yellen reconocía que las turbulencias mundiales y la situación de China podrían suponer un riesgo para la economía de EE.UU. pero no ha cerrado la puerta a nuevas subidas de tipos en 2016 que dependerán de la evolución de los datos del mercado laboral, la inflación y la situación de la economía mundial. Ni tampoco a bajarlos de nuevo “si fuese necesario”. El problema es que, tras varios QE y con el precio oficial del dinero en el 0,5%, el margen de maniobra de la autoridad monetaria se antoja escaso. Y nadie sabe decir de qué recursos dispondría la Fed para hacer frente a una nueva crisis económica.

Pero, la principal preocupación ahora mismo es el sector bancario, que se encuentra bajo una fuerte presión. Algunos expertos consideran que Yellen está ignorando el hecho de que las ventas del mercado y el sentimiento negativo pueda significar menor demanda de préstamos, lo que a su vez significa que la base de activos de los clientes sería menor. Uno de ellos es Steen Jakobsen, economista jefe de Saxo Bank, quien por otro lado recuerda que los consejeros delegados de la banca no están viendo problemas. “La nueva regulación del sector bancario está dañando los beneficios del sector y el mercado está ajustando valoraciones entre las compañías financieras, pero no creemos que haya una razón real para preocuparse de cara a más riesgos sistémicos”. Pero, al igual que los mercados podrían estar sobrereaccionando a la situación que atraviesa el sector, los inversores también podrían haber estado dando por buenas algunas afirmaciones que ahora se está demostrando que no son ciertas.

Una es creer que bajar los tipos de interés favorece la inversión. Según explica José Luis Martínez Campuzano, estratega jefe de Citigroup en España, “abaratar la financiación es una condición necesaria aunque no suficiente. Es importante tener certeza económica, que la demanda sea elevada y que exista estabilidad política”. ¿Y quién dijo que la debilidad de la moneda favorece el comercio exterior? “Una moneda depreciada lleva a abaratar los productos de un país en el exterior, pero lo cierto es que hay más factores que pueden deteriorar la competitividad como la propia calidad de los artículos”. Otra creencia generalizada es que la inflación es un fenómeno monetario. “El dinero financia la economía. Si aumentas el dinero, aumentas la economía nominal (PIB – precios). Pero la realidad es que esto no ha funcionado así porque no está claro que el concepto de dinero esté vinculado al crecimiento. Y estimar su demanda no es nada fácil”, señala Campuzano.

También existen leyendas infundadas sobre los factores que impulsan al PIB. Por ejemplo, el hecho de que la caída del precio del petróleo impulsa al consumo. La realidad es que pone más dinero en el bolsillo de las familias, pero esto no significa que vaya a repercutir en el consumo y, por extensión, verse reflejado en el crecimiento. La actual situación ha dejado al descubierto cuál es la verdad. “El beneficio de los fuertes descensos de los precios de la energía ronda los 358.000 millones de dólares. Sin embargo, el ahorro de las familias americanas ha aumentado alrededor de 333.000 millones, lo que sugiere que la mayor parte de este efecto positivo se ha ahorrado hasta ahora. La presunción de que la bolsa se comportará bien este año depende de que estas ganancias inesperadas o rentas adicionales se gasten, de tal modo que el consumo pueda ser el próximo motor del crecimiento económico en EE.UU., recogiendo así el testigo del sector empresarial”, explica Dominic Rossi, director mundial de inversiones del área de renta variable de Fidelity.