Ocho medidas que puede tomar el nuevo gobernador del Banco de Inglaterra y cinco que no podrá ejecutar

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World Economic Forum, Flickr, Creative Commons

Un mercado inmobiliario severamente apalancado y con precios sobrevalorados, un sistema bancario descapitalizado y acompetitivo, un sector privado reacio a invertir y una coalición de gobierno con serios problemas para reducir el déficit es lo que se ha encontrado Mark Carney a su llegada al Banco de Inglaterra como gobernador, en sustitución de Mervin King. Carney, gobernador del Banco de Canadá durante el último lustro, fue el año pasado el polémico fichaje del ministro de Economía, George Osborne, para reactivar con "activismo monetario" Reino Unido, una economía zombie según los expertos de Schroders. Es la primera vez en la historia que una persona de nacionalidad no inglesa se pone al frente de la Vieja Dama. 

En la reunión que celebró el banco central el pasado 4 de julio, Carney votó a favor de la continuidad del QE que está desarrollando el BoE, con un programa de compras valorado en 375.000 millones de libras y un objetivo de inflación situado en el 2%. Los tipos de interés se sitúan en el mínimo histórico del 0,5%. Pero se espera mucho más de él, aunque los expertos están divididos en cuanto al margen de maniobra que puedan tener.

Tanto desde M&G Investments como desde Schroders coinciden en que uno de los puntos claves reside en la mejora de los canales de comunicación del Banco de Inglaterra, al estilo de Mario Draghi con el BCE. "El BoE siempre ha sido reticente a dar signos explícitos del camino de la política monetaria, porque cree que podría reducir la felixiblidad que tiene para cambiar la política desde una base mensual", afirman desde Schroders. Desde M&G estiman que la oportunidad para crear "un banco más radical" sería un cambio en los mensajes futuros de la institución, sugiriendo que podrían vincularse futuras subidas de los tipos a un crecimiento sostenido del PIB más que a la inflación. El timing será clave: para Schroders, que consideran que el mercado espera incremente los tipos entre junio y septiembre de 2014, Carney debería dar visibilidad sobre sus futuras maniobras por lo menos a un año vista, para que el mensaje pueda tener calado sobre el mercado. "Esto podría reducir los tipos del gilt y posiblemente abaratar la libra", consideran. 

En su último informe mensual, Schroders facilita una lista de ocho posibles medidas que podría adoptar el nuevo gobernador del Banco de Inglaterra en los próximos meses, de las cuales considera como más probable el incremento del programa de estímulo cuantitativo -con una expansión de 75.000 millones de libras en su balance para final de año-. Las otras opciones de la lista son recortar hasta un nuevo mínimo histórico los tipos de interés, reactivar el programa de compra de deuda corporativa, comprar activos respaldados por hipotecas, recortar el tipo de interés hasta niveles negativos la facilidad de depósito, cancelar las reservas actuales de bonos gubernamentales, rebajar el ratio de reserva de capital de la banca e incluso introducir objetivos suplementarios, como por ejemplo en la tasa de desempleo (actualmente estabilizada en el 7,8%), como hizo la Fed. 

Por su parte, el jefe de renta fija de M&G, Jim Leaviss, proporciona una lista de cinco cosas que Carney no podrá hacer, aunque quiera. Las dos más importantes, debilitar artificialmente la libra -el consumo tiene un impacto superior a las exportaciones en la economía británica- o recortar a cero el tipo de la facilidad de depósito, porque ello hundiría a las sociedades inmobiliarias. Los otros tres obstáculos que señala Leaviss son la incapacidad para tener un voto decisivo debido al sistema de votación de la institución, la dificultad para orientar al Gobierno hacia una actitudo más pro-crecimiento y, final y obviamente, que Reino Unido no es Canadá y por tanto no se le podrán aplicar las mismas recetas.