Karen Lam y Aramide Ogunlana explican cómo la mejor accesibilidad abre las puertas a oportunidades potencialmente únicas en todo el espectro del crédito no cotizado, a través de distintas estructuras de fondos. Comentario patrocinado por M&G Investments.
TRIBUNA de Karen Lam, head of Investment Specialists, Private Credit, y Aramide Ogunlana, Investment Specialist director, Private Credit, M&G Investments. Comentario patrocinado por M&G Investments.
El crédito no cotizado, históricamente considerado como una clase de activos especializada, está creciendo de manera exponencial. Según datos de Preqin, se prevé que el patrimonio gestionado en el segmento alcanzará los 2,3 billones de dólares de aquí a fin de 2027, creciendo a mayor ritmo que el conjunto de los alternativos(1).
En el marco de la búsqueda de diversificación y de flujos de renta fiables por parte de los inversores, la demanda de activos de crédito no cotizado se ha disparado recientemente. La clase de activos es conocida por su resiliencia y adaptabilidad, tal como ha revelado su evolución a lo largo del actual bajón cíclico. A medida que los mercados privados se desarrollan, la mejor accesibilidad está ayudando a redefinir los alternativos, abriendo puertas a oportunidades potencialmente únicas en todo el espectro del crédito no cotizado.
El crédito no cotizado se ha convertido en un elemento básico de las carteras institucionales desde la crisis financiera global, mientras que, por lo general, los bancos se han retirado del préstamo a medida. La mayoría de los grandes inversores institucionales tradicionales tienen una asignación dedicada en deuda no cotizada, pero la base de inversores se está ensanchando y el capital procede cada vez más de fuentes alternativas (incluidas entidades más pequeñas e inversores particulares) a medida que mejora la accesibilidad a este segmento.
Mercados privados: ¿inherentemente opacos?
Los mercados privados son opacos por naturaleza y puede parecer difícil acceder a ellos, sobre todo a la luz de las restricciones de liquidez y la falta general de transparencia que conllevan. Invertir en activos privados puede resultar más difícil, y el amplio abanico de tipos de activos disponibles, ya solo en crédito no cotizado, eleva su complejidad. Los conocimientos y la experiencia son cruciales, porque este tipo de deuda requiere una evaluación y gestión meticulosa de los riesgos.
En el nuevo régimen de tipos de interés más elevados y volatilidad, el crédito no cotizado podría verse como una fuente de rentabilidades no correlacionadas y de rentas estables y diversificadas.No obstante, estas TIR potencialmente superiores pueden conllevar un precio que ciertos tipos de inversores no pueden pagar.
Para las entidades de menor tamaño, la falta de liquidez inherente al crédito no cotizado puede ser una barrera de entrada, ya que las estructuras de fondos ilíquidas y de capital fijo no siempre cumplirán los requisitos regulatorios o de cartera de ciertos tipos de inversores. Por otra parte, las gestoras exigen compromisos de capital mínimos a menudo muy elevados para invertir en activos ilíquidos de deuda privada, lo cual también puede afectar a la diversificación de cartera de inversores más pequeños.
No obstante, entrar en el universo del crédito no cotizado no tiene por qué ser difícil. A medida que los mercados privados se desarrollan y los de activos cotizados pierden valor, la mejor accesibilidad está ayudando a redefinir los alternativos, abriendo puertas a oportunidades potencialmente únicas en todo el espectro del crédito no cotizado, a través de distintas estructuras de fondos que brindan un acceso claro y fácil al amplio herramental de la clase de activos.
Estamos viendo cómo clientes institucionales (por ejemplo fondos de pensiones) consideran estas estructuras más flexibles para acceder a una clase de activos que previamente solo estaba disponible a través de fondos de capital fijo, en busca de rentas estables a largo plazo con flujos de caja diversificados.
Acceso al crédito no cotizado
Estas estructuras de fondos diferentes pueden emplearse para abordar distintas necesidades de los inversores. Además de ofrecer una exposición flexible a tipos alternativos y diferenciados de instrumentos generadores de renta en todo el ciclo, brindan ventajas de diversificación y podrían ayudar a los inversores a cumplir sus objetivos tanto a corto como a largo plazo. Por ejemplo, una estructura de fondo de capital variable con un enfoque multi-crédito puede brindar un acceso sencillo al amplio abanico de opciones de este universo, desde préstamos privados a compañías hasta financiación de consumo, pasando por préstamos para activos reales y crédito estructurado, todos ellos activos con motores de rentabilidad y riesgos subyacentes muy diferentes.
Más allá de la iliquidez, otros riesgos del crédito no cotizado incluyen comisiones de gestión elevadas, sobrevaloración debido a una fuerte demanda, y el riesgo de impago si un prestatario no cumple sus obligaciones. No obstante, los inversores no tienen por qué acudir a los segmentos más arriesgados en busca de renta real. Una cartera gestionada activamente puede aprovechar las ventajas de activos tanto líquidos como ilíquidos, compensando parte del riesgo de iliquidez para entidades de menor tamaño. Los fondos de capital variable pueden ayudar a los clientes a gestionar sus flujos de capital al no solicitar ingresos de capital, mientras que estrategias personalizadas pueden evitar la exposición al apalancamiento y a mayores riesgos en las carteras de los inversores.
En general, los activos de crédito no cotizado han aportado mayores rentabilidades que otros más líquidos como la deuda cotizada, pero ciertas características de liquidez y el tamaño de los mercados de préstamos y ABS (más fáciles de vender que el préstamo directo) también podrían potenciar las rentabilidades. No deja de ser importante considerar qué áreas del crédito no cotizado están suficientemente desarrolladas, ofrecen diversificación frente a los factores de riesgo específicos del inversor y pueden generar un diferencial de renta adecuado respecto a los activos cotizados.
A través de la gestión activa, un inversor experimentado en crédito no cotizado y bien versado en analizar la complejidad cambiante de la clase de activos podría sacar partido a las anomalías de cotización frecuentes en activos ilíquidos, proporcionando al mismo tiempo potencial de protección adicional para la gestión de flujos de caja. Esta flexibilidad potencia la resiliencia de las carteras de crédito no cotizado, lo cual puede permitirles prosperar en todo tipo de entornos, brindando oportunidades a los inversores que desean obtener renta tanto en coyunturas difíciles como en fases alcistas.
Fuentes y notas:
1 Preqin, 'Global report 2023: Private debt', (preqin.com), enero de 2023.
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