Adictos a la liquidez

En el último año hemos visto cómo los activos financieros registraban importantes revalorizaciones, apoyados por un entorno de elevada liquidez proporcionada por los principales bancos centrales del mundo. Esta “adicción a la liquidez” ha quedado plenamente de manifiesto en el último mes. Tan sólo la posibilidad de que la FED, el máximo exponente de la política monetaria ultraexpansiva (al menos hasta que el Banco de Japón anunció que duplicará su balance), empiece a moderar su ritmo de compra de deuda ha provocado una importante salida de fondos. Una salida de fondos especialmente relevante en aquellos activos financieros que mejor comportamiento acumularon al calor de los QE (“quantitative easing”): Emergentes y Crédito.

En la medida en que la recuperación de la economía no está aún afianzada, el temor de los inversores reside en que el inicio de retirada de los estímulos monetarios pueda ser prematuro. Las bolsas precisan de un nuevo motor que impulse subidas adicionales de las cotizaciones, tomando el relevo a las inyecciones de liquidez de la FED. Y ese motor debe ser la reactivación económica, no sólo de zonas geográficas como Estados Unidos o Japón, sino también del área Euro. Es por tanto clave prestar atención a las referencias macroeconómicas que vayamos conociendo en los próximos meses, y que deben confirmar que el mercado laboral americano reduce su tasa de paro, acercándose al objetivo de la FED (6,5%), pero también que áreas como la Eurozona son capaces de marcar un punto de inflexión en su debilitada economía (¿recuperación en el segundo semestre del año?).

En este entorno, hay que tener en cuenta que son varias las etapas de retirada de los estímulos monetarios, y la labor de la FED es trasladar su mensaje de forma adecuada a los mercados. En una primera etapa (posiblemente hacia el mes de octubre), se moderaría el ritmo de compra de deuda (actual 85.000 mln USD/mes), aunque el balance de la FED seguiría creciendo. Más adelante, podríamos asistir a un repunte de tipos de interés oficiales, si bien éste estaría sujeto a una recuperación sostenida del mercado laboral americano, que permitiese acercar la tasa de paro (actual 7,6%) al objetivo del 6,5%. Al ritmo actual de creación de empleo (cerca de 190.000 empleos/mes en el promedio de 2013), no alcanzaríamos este objetivo al menos hasta mediados de 2014. Si a esto le sumamos que no hay ningún tipo de presiones inflacionistas (IPC 1,1% en abril vs objetivo 2-2,5%), consideramos que la FED no tendrá urgencia alguna por tensionar su política monetaria.

Por tanto, no esperamos una retirada prematura del QE en Estados Unidos: la FED se asegurará de la sostenibilidad de la recuperación económica antes de moderar el ritmo de crecimiento de su balance. Es previsible que vivamos episodios de volatilidad en los próximos meses, pendientes de los datos macro que vayamos conociendo, que confirmen la recuperación económica y que a su vez determinen el “timing” de la retirada de estímulos. Aprovecharíamos las posibles correcciones para comprar Bolsa. Todo ello bajo la premisa de que, cuando abandonemos la “adicción a la liquidez”, será porque nos hayamos hecho “adictos al crecimiento”. Es labor de la FED que la transición entre ambas adicciones sea suave y ordenada.