Agencias de rating y gestión de riesgos del negocio

Kamil Molendys, Unsplash

A nadie se le escapa que, con la que está cayendo, el acceso a la financiación se ha convertido en un elemento crítico para nuestras empresas, reduciéndose drásticamente el acceso al capital, y reduciéndose hasta extremos impensables la oferta crediticia de las entidades financieras.

Dentro de este contexto, algunas de las principales agencias de rating han decidido incluir entre de sus criterios de evaluación, la revisión de sus sistemas de Enterprise Risk Management, o lo que es lo mismo, el sistema de gestión de riesgos que están desarrollando y poniendo en práctica las empresas. Este aspecto, que para las entidades financieras es (o al menos debería ser) un componente maduro de su gestión, se va a requerir también a partir de ahora a las denominadas “compañías no financieras”.

Y es aquí donde radica la novedad, puesto que aunque la gestión de riesgos ha experimentado un avance significativo en las compañías durante los últimos años, fruto tanto de las exigencias de los reguladores, como del propio interés de la Alta Dirección por integrarla como un elemento clave para su toma de decisiones, nos gustaría destacar el aparente elevado nivel de exigencia que las agencias de rating van a tener sobre los sistemas de gestión de riesgos de las compañías a las que califican.

Así, consideran que un adecuado sistema de Enterprise Risk Management debe permitir a las compañías tener claramente definidos sus niveles de apetito y tolerancia al riesgo, y por tanto deben ser capaces de identificar, y evaluar, cualquier riesgo que exceda de dichos parámetros. Del mismo modo, los aspectos relativos al análisis de la cultura de riesgos de las empresas no financieras, pasan a cobrar una importancia significativa, especialmente en lo que se refiere a las metodologías que actualmente se están empleando, los roles de los gestores de riesgos, así como sus sistemas de reporting y métricas utilizadas para la cuantificación de los riesgos. No dejan tampoco fuera de su alcance la influencia de la gestión de riesgos a la hora de elaborar los presupuestos y a la hora de tenerla en cuenta de cara a la remuneración de los directivos.

Hay pues cuatro aspectos que las compañías no financieras deben desarrollar de una manera explícita en esta materia, y que pueden ser objeto de revisión por parte de los analistas:

La cultura de gobierno corporativo y de gestión de riesgos El sistema de control de riesgos del negocio, incluyendo riesgos financieros, operacionales, estratégicos, reputacionales y regulatorios La preparación ante los posibles “riesgos emergentes”, y La conexión entre su plan estratégico y la gestión de riesgos

Una vez analizada la consistencia de los procesos, sistemas y recursos que soportan la gestión de riesgos, las compañías de rating emitirán su correspondiente informe, y aunque no existe todavía unanimidad en cuanto al tipo de calificación que se va a otorgar, parece consensuado que van a existir cuatro categorías bien diferenciadas: Débil, adecuado, fuerte y excelente.

Ante esta situación caben al menos dos reflexiones. La primera es que a la vista de la tradicional ausencia de formalización que las compañías no financieras han tenido en materia de gestión de riesgos, resulta una incógnita el saber hasta qué punto las agencias de rating van a ser capaz de otorgar una calificación u otra en función de la información y evidencias recibidas. Del mismo modo está claro, y esto sí que lo explicitan algunas, que será necesario establecer un bechmanrking sectorial para poder comparar adecuadamente entre distintas compañías dedicadas a negocios similares.

Y la segunda refléxión, que liga directamente con lo que se exponía al principio de este artículo, es que si se toma esta práctica como una oportunidad y se sabe sacar partido de la misma, las compañías que sean capaces de tener (y mantener) un sistema de gestión de riesgos calificado como “excelente” pueden verse favorecidas, a través de la calificación de la agencia, al acceso a ese capital, tan escaso y necesario en un momento de coyuntura económica como el que estamos atravesando.

Tendremos pues que esperar aún algo de tiempo para poder ver el impacto real de este nuevo criterio de evaluación en las compañías objeto de análisis, si bien parece evidente que el hacer los deberes en materia de gestión de riesgos en los tiempos que corren, es algo que amen de ser absolutamente necesario para lograr una acertada toma de decisiones, puede convertirse en ventaja competitiva frente a terceros.