Alternativas para los que tienen su dinero en depósitos (y les pueden cobrar por ello)

Juan Abellán (IEB)
Foto cedida

Los hogares españoles siguen utilizando el depósito bancario como instrumento de ahorro. El patrimonio en estos productos supera los 800.000 millones de euros, revalidando máximos históricos, según el Banco de España. ¿Cómo puede afectar al dinero de los españoles la posibilidad de que los bancos empiecen a cobrar por mantener su dinero en ellos?

Lo primero que hay que diferenciar es entre ahorradores depositantes de su dinero en entidades e inversores que tienen, como mínimo, un objetivo mínimo de batir la inflación. El ahorrador está preocupado ahora porque la rentabilidad ya está en cero y amenazan con cobrarle por depositar su ahorro en los bancos. Pero la situación no ha cambiado de cuando los tipos estaban en el entorno del 2%. La diferencia es que les parecía que ganaban algo porque les pagaban el 1%, cuando en realidad el 20% de ese beneficio se lo quedaba Hacienda y la inflación estaba por encima del 1%. Es decir, perdían dinero año tras año, pero creían que le ganaban un 1% y no perdían capital.

Hoy no cobran ese 1%, Hacienda tampoco, pero coloca deuda más barata, pero no ganan. Su ilusión financiera actual es que preservan el capital cuando en realidad pierden por la inflación. Con sus ahorros hoy podrían comprar diez vehículos o un piso y el año que viene nueve y un apartamento más pequeño.

El problema llega cuando el banco (al que el BCE pasará a cobrar del 0,4 al 0,6) empiece a cobrar por tener el dinero en depósitos o cuentas corrientes. Si bien, su rentabilidad será la misma (pérdida) su visión muy negativa: “tienen mi dinero y encima me cobran”.

Alternativas para los ahorradores en otros productos financieros

Los ahorradores tendrán cinco opciones:

1.- Gastarse el dinero y dar un impulso a la economía.

2.- Comprar un apartamento para alquilarlo y que suba el precio de la vivienda (pobres jóvenes, riesgo de impago, indefensión legal del propietario y aplicar todos los gastos y tiempo dedicado a la gestión (coste de oportunidad), tiempos en los que no está alquilado por cambio de inquilino, etc., para calcular la rentabilidad real del inmueble y no caer en otra ilusión financiera. Además, pueden caer precios. Esto ya lo hemos visto).

Uno de los impulsos mayores que ha tenido el sector inmobiliario ha sido por el impulso de ahorradores depositantes que han salido de renta variable y fija. En realidad no son inversores financieros.

3.- Dejar el dinero en el banco y esperar a que le cobren cuanto menos mejor. Ha de tener en cuenta que el banco le presta un servicio que a él le cuesta hoy el 0,4% y mañana... Lagarde dirá. 

4.- Comprar una caja de seguridad… (mejor invertir en empresas fabricantes de cajas de seguridad). Además, está el riesgo de picar en productos alternativos, que parecen no tener riesgo: deuda subordinada, bonos especiales… ya el Banco de España ha advertido a las entidades en relación a la tentación que les supone tener ahí 800.000 millones de euros a su disposición, con la necesidad que tienen de subir sus ratios de capital. No debería ser legal convertir depósitos en deuda o capital de la propia entidad, sobre todo, porque el cliente objetivo es ultraconservador y en la mayoría de los casos sin suficiente preparación financiera.

5.- Reconvertirse en inversor, de la mano de su asesor, con horizontes temporales y de riesgos definidos y con una clara intención por las partes de enseñar y de formarse y… ¿dónde invertir?

Para definir alternativas tendremos que reclasificar a clientes. Está claro que no es lo mismo clientes de banca personal elevada (más de 400.000 euros) o de banca privada que clientes (que en realidad no pertenecen al asesoramiento) con importes inferiores a 300.000 euros.

Las alternativas son complicadas, por eso la importancia de que el cliente lo entienda y comparta. La renta variable estadounidense está cara y desde hace seis años marcando record histórico. Tendremos que ver qué ocurre con los resultados próximos a publicar de las empresas. Tanto la europea como la estadounidense están soportadas por los bancos centrales, están pendientes de un posible cambio de políticas que a corto no se vislumbran. En renta fija, bonos high yield a corto, con más riesgo, pero con una rentabilidad diferenciada, sin olvidarnos del capital riesgo.

Para conservadores, renta fija a corto con algo de alegría en emergentes. Una alternativa hoy son los fondos de retorno absoluto. Hay productos muy selectivos, que invierten en bonos corporativos de vencimientos cortos con buenos resultados, pero hoy invertir a corto, con la volatilidad que existe en el mercado, es sumamente complicado. Nada fácil, porque no está fácil. Es el momento del asesor-formador.

No sé si todo el traslado de depósito a fondos realizado y el que está por llegar se ha realizado desde el convencimiento y el saber del cliente o nos encontramos en un “lo que tú me digas que tú sabes de esto”. Eso ya no vale. El inversor ha de estar cada vez más informado y formado, ha de saber por qué gana y pierde.