Bienvenidos a la nueva normalidad en la gestión de activos y el asesoramiento financiero

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TRIBUNA de Javier Méndez Llera, secretario general del IEAF, Instituto Español de Analistas Financieros.

Podemos denominar como un hito en la industria de inversiones el lanzamiento (dentro de la Directiva MiFID II) por parte de la CNMV a finales del pasado mes de la denominada Guía Técnica respecto de la acreditación de conocimientos y competencias de los profesionales que realizan funciones de información y asesoramiento a clientes (en un documento todavía sujeto a modificaciones). Esta vez el énfasis parece establecerse más en la capacitación dentro del proceso de relación con la clientela que en el desarrollo de controles (más de carácter administrativo) en cuanto a la idoneidad de productos y perfiles, tal y como estableció e su día la MiFID original.

Así cómo buena parte de los profesionales dedicados a la gestión de activos (asset management) contaban ya con algún tipo de certificación profesional, no era el caso de muchos asesores financieros que desarrollan su actividad en múltiples instituciones  y, desde luego, eran una minoría en el canal más importante de comercialización de activos financieros que hay en España, como son las redes bancarias. A partir de aquí quedará todavía bastante trabajo a medida que, previsiblemente (entendemos) se vayan delimitando  las certificaciones habilitadas para estos fines, lo que generará una sana competencia, en beneficio de los usuarios directos y los clientes finales, por ofrecer los programas de máxima calidad y nivel formativo. También sería razonable pensar que, con el paso del tiempo, fuésemos convergiendo hacia programas similares con los de países de nuestro entorno, en lo que podría llegar a denominarse un estándar europeo o preferentemente un estándar global que, en todo caso, incorporase un componente de conocimientos de ámbito local y otro componente de conocimientos y aptitudes más generalizado a nivel global. No obstante, lo más importante es que  el proceso ha comenzado, como parte de otros cambios en la industria, en una nueva normalidad que nos incorpora plenamente hacia las tendencias avanzadas internacionalmente dentro de una actividad (gestión de activos y asesoramiento financiero) clave para la gestión de los ahorros e, indirectamente, para la financiación de la economía y de las empresas.

Pero el nuevo panorama trae también grandes retos en campos como el análisis de las inversiones (verdadera materia prima para la gestión y el asesoramiento financiero) o los procesos de ejecución (contratación) y clearing (liquidación y compensación) de las correspondientes operaciones que sustentan, al final, dichas actividades de gestión y asesoramiento.

En primer lugar, podemos hablar de una tendencia hacia el análisis cada vez más independiente, desligándolo (como venía siendo el caso mayoritariamente) de los servicios de contratación, a través del denominado unbundling. En el lado positivo podemos esperar una especialización de los distintos agentes intervinientes hacia los servicios relacionados con las inversiones donde mejor valor añadido puedan ofrecer. En el lado negativo cabría esperar un descenso de la producción estable de análisis, al no poder verse ésta acompañada de una actividad de ejecución que la sustente financieramente por parte de los proveedores habituales del mix de análisis más ejecución. Esto puede acabar reduciendo sensiblemente dicha producción, pero sobre todo en el segmento de compañías de menos capitalización y liquidez, haciendo un flaco favor al objetivo de incrementar la capacidad de financiación de las empresas vía equity. Una solución sería que los asset managers asuman ese posible déficit de análisis; algo que ya sucede pero que no sabemos en este momento qué capacidad tienen de derivar hacia el buy side (gestores) la producción que se pueda empezar a perder en el sell side (brokers) de la industria. En tanto y en cuanto siga primando la filosofía de gestión activa esto sería posible, si bien tampoco está claro que la gran tarta de activos bajo gestión crezca más por aquí que por la denominada gestión pasiva.

Otra posibilidad será que se desarrolle un nuevo marco de empresas de análisis independiente (una suerte de EAFI que cobran sólo por informar y/o recomendar). Esto no es nuevo en el mundo (Reino Unido, Francia…), pero en España sigue estando básicamente en su infancia y requeriría probablemente no sólo directrices claras para su desarrollo sino también alguna forma de apoyos que incentiven a muchos profesionales a dar el salto empresarial y a muchas empresas a utilizar sus servicios para mantener una cobertura razonable y compatible con su presencia en la bolsa.

Por último, la nueva normalidad implica nuevas formas en los mercados financieros. Ya en su día MiFID promovió los nuevos mercados electrónicos y la mayor cohesión entre los mercados oficiales, dentro de un objetivo de avance tecnológico y de menor coste de ejecución. Mucho hemos avanzado en relación a la información de mercado (pre trade/post trade) que ha hecho más transparentes y eficientes las operaciones para los operadores y los clientes finales. Ahora la gran tarea se centra en dar un paso más en el ámbito de la liquidación y compensación, que es un elemento básico para el buen fin de las operaciones en los mercados.

Buen comienzo y grandes retos dentro de una nueva normalidad que seguro comienza en estos momentos.