COP26: objetivo cero emisiones netas

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Firma: cedida (Aegon AM).

TRIBUNA de Colin Dryburgh, cogestor de la estrategia Aegon Sustainable Diversified Growth. Comentario patrocinado por Aegon Asset management.

La 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) se celebrará en Glasgow entre el 1 y el 12 de noviembre de 2021. En este artículo, repasamos los principales objetivos de la conferencia y sugerimos algunas de las medidas que deberían adoptarse para avanzar con paso firme en la lucha contra el cambio climático.

El primero objetivo es, quizás, el más difícil de conseguir: «Alcanzar la neutralidad de carbono en 2050 e intentar limitar el aumento de la temperatura a 1,5 ˚C». Hablemos claro: a día de hoy, el objetivo de los 1,5 ˚C es inalcanzable.

Tras la COP21, celebrada en París en 2015, numerosos gobiernos se comprometieron a reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero. Desde entonces, muchos países han presentado nuevos planes nacionales de acción climática que aspiran a alcanzar la neutralidad de carbono (cero emisiones netas) hacia mediados de siglo.

La neutralidad de carbono hace referencia a una situación en la que las emisiones contaminantes se reducen al máximo y las residuales se compensan mediante la retirada de emisiones de la atmósfera. Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido, Japón y Corea del Sur se han comprometido a ser neutros en carbono para 2050 y China, para 2060.

Son ciertamente objetivos ambiciosos, pero veamos lo que nos dicen los datos: según la ONU, en lo que queda de década, las medidas puestas en marcha por los gobiernos lograrán reducir las emisiones un 12% en comparación con 2010. Sin embargo, para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 ˚C, haría falta reducir las emisiones un 45% de aquí a 2030. Según las estimaciones publicadas por Climate Action Tracker en mayo de este año, los objetivos y los compromisos adoptados por los gobiernos limitarán el aumento de la temperatura a 2,4 ˚C a final de siglo, frente a los 2,9 ˚C que se alcanzarían con las políticas actuales. Son cifras verdaderamente alarmantes. ¿Qué podemos hacer al respecto?

A continuación, proponemos algunas medidas que los responsables políticos deberían plantearse durante la COP26:

  • En primer lugar, todos los participantes deberían reconocer que la neutralidad de carbono es un objetivo a muy largo plazo y, como tal, puede dar una falsa sensación de tranquilidad que, a su vez, reduce la evidente necesidad (o urgencia) de actuar de forma inmediata.
  • En segundo lugar, los gobiernos deben encontrar un sistema mejor para reducir de forma agresiva las emisiones globales. Más de 190 países participarán en la COP26: la consecuencia casi inevitable de una negociación entre tantas partes suele ser el bloqueo, seguido de un acuerdo de mínimos alcanzado in extremis. Para mejorar las probabilidades de lograr un acuerdo satisfactorio, sugerimos negociar en grupos más pequeños. Los cinco principales países por volumen de emisiones más la UE generan casi dos tercios de las emisiones globales. La negociación entre un grupo de países más reducido rebajaría la probabilidad de bloqueo, incrementando las posibilidades de alcanzar un acuerdo mejor que permita que los países más grandes/más contaminantes marquen el camino a seguir.
  • En tercer lugar, los responsables políticos deben adoptar medidas más ambiciosas que puedan ponerse en práctica a corto plazo. Por ejemplo, el consumo de energía de los edificios, el transporte y la industria representa casi tres cuartas partes de las emisiones mundiales de gas de efecto invernadero y las medidas aplicables en cada una de estas áreas son ampliamente conocidas. La ciencia no deja lugar a dudas: cuanto antes reduzcamos las emisiones, mejor.

Por último, los participantes de la COP26 deben desarrollar mecanismos para fijar el precio del carbono. Ahora mismo se siguen dos grandes enfoques:

  • Impuestos sobre el carbono, por los que los emisores pagan una tasa fija por cada tonelada de CO2 que emiten, creando un incentivo financiero para que las empresas reduzcan sus emisiones. Este enfoque ofrece certeza con respecto al precio del impuesto, pero no tanta con respecto al volumen de reducción de las emisiones.
  • Régimen de comercio de derechos de emisión (RCDE en español o ETS en inglés), también conocido como sistema de limitación y comercio (cap-and-trade), por el que los gobiernos asignan o subastan una cantidad fija de créditos de carbono. Las empresas solo pueden emitir una cantidad de CO2 equivalente a los créditos de carbono que tengan. Aquellas que generan menos emisiones pueden venderles sus derechos de emisión a las más intensivas en emisiones, y estas transacciones determinarán el precio de los créditos de carbono. Con el tiempo, los gobiernos pueden ir reduciendo el volumen de créditos en circulación, lo que, a su vez, reducirá las emisiones de CO2. Este enfoque permite que las empresas más contaminantes reduzcan sus emisiones de forma flexible al menor coste posible y ofrece certeza sobre el nivel de reducción de emisiones, pero no sobre el precio. El Banco Mundial estima que solo un 13% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero están sujetas a algún mecanismo de pago, por lo que claramente existe un amplio margen de mejora.

Con independencia de que la COP26 se perciba como un éxito o un fracaso, no hay una solución milagrosa para el problema del cambio climático. Sin embargo, el firme compromiso con un plan de acción más realista y menos aspiracional nos ayudará a alcanzar las cero emisiones netas.