¿Cuánto efectivo debe tener una cartera?

La crisis ha cambiado la percepción que los profesionales y los inversores tenían de la liquidez y de la posición que el efectivo debe ocupar dentro de una cartera. Cyrus Taraporevala y Robert A. Jaeger, de BNY Mellon Cash Investment Strategies (una de las boutiques especializadas de BNY Mellon AM), defienden que el efectivo debe ocupar un puesto importante dentro de la parte estratégica de una cartera y que su manejo debe ser muy flexible desde el punto de vista táctico. Estos expertos cuestionan que los gestores con un mandato de inversión deban estar obligados a permanecer completamente invertidos en todo momento.

¿Quién ha movido mi efectivo?

Hasta ahora, se daba por hecho que el dinero era un activo de bajo riesgo y bajo rendimiento. De repente todo ha cambiado. Durante la crisis financiera que se desató tras la caída de Lehman y el rescate de AIG, el dinero en efectivo se convirtió en un activo de alto riesgo y de alto rendimiento. ¿Qué ha pasado? ¿Y qué nos dice esto del papel que jugará el dinero en las carteras de inversión?

¿Qué nos ofrece el dinero en efectivo? Los inversores reciben una alta liquidez y existe poco riesgo, pero tienen que aceptar que ofrece una rentabilidad nula, es más, teniendo en cuenta la inflación normalmente suele ser negativa, pero ese es el precio de no correr ningún riesgo. A pesar de que los inversores a largo plazo siempre han preferido la renta variable, que ofrece una mayor rentabilidad, tras la crisis de Lehman todo lo que implicase riesgo cayó de golpe y comenzó una demanda global de dinero, los inversores ansiaban que sus operaciones fuesen seguras y líquidas.

Tras esto, el dilema. Durante años el dogma central en el mundo financiero ha sido: “Invierte hasta el límite, que el lastre de liquidez sea mínimo y no intentes anticiparte al mercado” Este dogma se usaba para gestionar carteras, pero ante la realidad que vivimos hoy en día está claro que se requiere una visión más flexible. Esta flexibilidad tiene tres dimensiones.

Para empezar debe existir una liquidez estratégica para el conjunto de la cartera de inversión, para evitar volver a caer en la trampa de estar obligado a vender en un mercado movido por el pánico. En segundo lugar debe haber una mayor flexibilidad táctica para la cartera de inversión; hay situaciones en las que los inversores pueden detectar a partir de una serie de datos cuándo una situación es insostenible. Por último, es recomendable otorgar más flexibilidad a los gestores externos, a los que hasta hora se les insistía en que invirtiesen plenamente.

Tras la crisis los inversores deben buscar oportunidades de forma selectiva. El tener efectivo y otros activos líquidos es fundamental para una cartera, sobre todo en tiempos de crisis.