Demasiado bueno para ser malo: la recuperación global vaticina un buen desempeño para la renta variable

Michael Strobaek Credit Suisse
Cedida

TRIBUNA de Michael Strobaek, responsable global de inversiones en Credit Suisse

Muchos inversores están centrados en detectar señales que apunten a una posible recesión. Sin embargo, la economía mundial no va por ese camino, sino que está dejando atrás una desaceleración cíclica temporal iniciada mediados de 2018. Tanto las medidas de incentivación fiscal implementadas en China como la política monetaria expansiva en EE. UU. están teniendo un impacto positivo y afianzando la economía global. Los indicadores económicos de ambos países lo han confirmado y sugieren una recuperación de la actividad económica en este trimestre.

Puede que algunos inversores se muestren escépticos tras la venta masiva registrada durante el cuarto trimestre de 2018. Otros pueden pensar que el repunte en los principales índices globales durante el primer trimestre del año fue «demasiado bueno para ser cierto» y que se avecina una recesión en EE. UU., idea que vendría respaldada por la reciente inversión de la curva de rendimiento.

Sin embargo no es momento para mostrarse reacios al riesgo: las valoraciones han mejorado de manera considerable en los últimos meses y en la relación riesgo/recompensa en el mercado de la renta variable la balanza permanece inclinada hacia lo segundo, siempre y cuando la economía mundial consiga salir realmente de la desaceleración del ciclo en que se encuentra y los principales bancos centrales mantengan suspendidas las subidas de los tipos de interés.

Ahora bien, no cabe esperar una vuelta a los tiempos de bonanza de 2017. De hecho, es bastante poco probable que las ganancias que puedan obtenerse en los mercados de renta variable en los próximos meses se puedan comparar con el rendimiento extraordinario registrado en el primer trimestre de 2019.

Y es que al fin y al cabo, la economía mundial se encuentra en las últimas fases de un ciclo económico prolongado, por lo que el crecimiento no será tan marcado como en fases anteriores. Para este año esperamos un crecimiento de la economía mundial del 2,8%, frente al 3,2% de 2018.

La reciente mejora de los índices manufactureros de China y EE.UU. lo corroboran. En China, el índice PMI escaló hasta los 50,5 puntos en marzo, superando la barrera de los 50 puntos y volviendo así al crecimiento que contrasta con el PMI de 52,4 puntos alcanzado en el país asiático en septiembre de 2017. En EE.UU., por su parte, el índice de actividad manufacturera que elabora el Institute for Supply Management (ISM) también mejoró en marzo, situándose en los 55,3 puntos y manteniéndose en la zona de crecimiento, aunque muy por debajo de la cifra de 60,8 puntos de septiembre de 2017.

Las economías de EE. UU. y China conjuntamente representan más de la mitad del crecimiento económico global y por tanto son un indicativo del porvenir económico mundial. La buena noticia es que podemos esperar un crecimiento moderado en el futuro próximo que vaya de la mano de una inflación contenida.

El hecho de que los bancos centrales «se mantienen a la expectativa» es un magnífico escenario para los mercados justo cuando empieza a recuperarse de nuevo el crecimiento y los inversores aún tienen tiempo para unirse a la tendencia alcista. Los activos de riesgo, especialmente la renta variable, deberían seguir al alza en los próximos meses.

En algún momento se producirá una recesión, pero es algo normal y que forma parte del ciclo económico. En cualquier caso, las probabilidades de que EE. UU. entre en recesión en los próximos 12 meses son escasas, especialmente porque el apalancamiento de los hogares se mantiene moderado. 2 Evidentemente existen riesgos de los que hay que estar atentos. El Fondo Monetario Internacional continúa rebajando sus previsiones de crecimiento global y el comercio sigue siendo un riesgo clave, dado que EE. UU. y China aún están por resolver sus diferencias y es posible que las tensiones comerciales entre EE. UU. y Europa se intensifiquen. Además, permanece la incertidumbre respecto a las relaciones entre Reino Unido y la Unión Europea, a la espera de lograr avances en relación con brexit. Por último, la reciente inversión de la curva de rendimiento en EE. UU., lo cual se ha percibido como un indicador de recesión, ha inquietado a los inversores.

A pesar de toda esta incertidumbre, los inversores se equivocarían si dieran el ciclo por concluido antes de tiempo.