Deuda emergente: una inversión para momentos difíciles

rojo - noticia
Joel Filipe (Unsplash)

Los bonos de los mercados emergentes han aguantado relativamente bien las turbulencias en los mercados financieros, dando buena muestra de los sólidos argumentos de inversión que sustentan a esta clase de activo. Los problemas de la zona del euro relacionados con la deuda pública siguen preocupando y han dado lugar a la posibilidad de que la economía mundial recaiga en la recesión, con tasas de crecimiento otra vez negativas y nuevos descensos de los precios de los activos. Siendo un activo de riesgo, la deuda de los mercados emergentes no sería inmune a esta situación, pero su comportamiento reciente ha demostrado que sus efectos podrían ser relativamente leves. La disociación de las economías en desarrollo y sus homólogas desarrolladas sigue sin ser plena, por lo que los mercados emergentes siguen estando influenciados por sus socios comerciales desarrollados, si bien la correlación es menor que en el pasado. El crecimiento de los mercados emergentes es cada vez más autónomo gracias al incremento constante del peso de las economías en desarrollo dentro del consumo mundial.

En cualquier caso, un elemento esencial es que la crisis reciente ha puesto de manifiesto las diferencias entre países emergentes y desarrollados. Una consecuencia negativa obvia de la crisis fue el deterioro del sentimiento de los inversores y el aumento de la aversión al riesgo, que afectaron a las condiciones de los mercados de forma generalizada. En lo que se refiere a la oferta y la demanda, desde comienzos de año los flujos de fondos hacia la deuda de los mercados emergentes se han mantenido con fuerza en lo que se ha convertido ciertamente en un periodo histórico para esta clase de activo. Estos flujos han provenido de inversores con «dinero real», en especial inversores institucionales. Hemos visto cómo se acentuaba el interés entre los fondos de pensiones que están asignando inversiones por primera vez a esta clase de activo, que ha pasado a formar parte de las decisiones de asignación estratégica de activos a largo plazo. En el plano de la oferta, el contraste entre los emisores desarrollados y emergentes es igual de fuerte. En conjunto, los países desarrollados probablemente se vean obligados a emitir más y más bonos, mientras que los mercados emergentes, salvo contadas excepciones, han dado hasta ahora muestras de madurez y control de sus calendarios de emisión.

En contraste con sus homólogos de los mercados desarrollados, los bancos centrales de los países emergentes no se han alejado de su objetivo de vigilar la inflación y han comenzado a elevar los tipos de interés para mantener los precios y el crecimiento bajo control. Los mercados emergentes están en una posición más ventajosa para lidiar con la inflación y para hacerlo utilizando métodos tradicionales, ya que las probabilidades de que el crecimiento económico descarrile en estos países por las alzas de los tipos de interés son mucho menores que en las economías desarrolladas. Los tipos de interés elevados han caracterizado al mundo en desarrollo hasta hace poco, por lo que las subidas de tipos se consideran como una normalización. Además, los exportadores de los mercados emergentes están bien pertrechados para seguir siendo competitivos a pesar de las subidas de los precios a la producción, ya que los avances tecnológicos y laborales mejoran la eficiencia del capital. El mercado de bonos emergentes ligados a la inflación ha crecido de forma sostenida durante los últimos años y estos se están convirtiendo en una clase de activo importante que ofrece actualmente algunos de los rendimientos reales más altos disponibles y, huelga decirlo, protección frente a posibles subidas de la inflación.

A menos que se indique lo contrario, todas las opiniones expresadas pertenecen a Aviva Investors. No deben interpretarse como una garantía de rentabilidad para una inversión en fondos gestionados por Aviva Investors ni como una forma de asesoramiento.