El informe del BCE sobre España, desafortunado

Kamil Molendys, Unsplash

¿Era adecuado el estimulo fiscal adoptado por el Gobierno español para estabilizar la economía española?. Recientemente el Banco Central Europeo (BCE) ha emitido un Informe denominado “The Benefits of Fiscal Consolidation in Uncharted Waters” (5 noviembre), en cuyas conclusiones se afirma que los estímulos fiscales aplicados por España, Irlanda, Portugal y Grecia entre 2007 y 2009 “son un ejemplo de políticas inapropiadas” en la crisis actual. Es verdad que los mercados financieros a raíz de la ejecución de dichas políticas “han forzado a un cambio drástico de rumbo” en dichos países, pero la causa de ello tal vez no este en la política de estimulo fiscal per-se, como manifiesta el Informe, sino en una carencia de la cual es posible el propio BCE sea la Institución competente.

Lo primero que llama la atención es el titulo del Informe: “Los beneficios de la consolidación fiscal en aguas desconocidas”. ¿Aguas desconocidas?. La consolidación fiscal no esta en aguas desconocidas. La consolidación fiscal es necesaria, pero no es novedad. Así, y de interés, el discurso titulado “Los Beneficios de la Consolidación Fiscal” de 15 de noviembre 2004, pronunciado por el Ex-Director Gerente del FMI, Señor Rodrigo Rato, en la Real Academia de Doctores de Barcelona. Brillante. La ponencia del Señor Rato, con tan solo dos páginas y seis años de adelanto, mejora ampliamente el actual Informe del BCE.

Es verdad que la UE presenta en la actualidad tensiones económicas. Pero estas tensiones, en ocasiones, derivan de aspectos no solucionados y anteriores a la crisis. La consolidación fiscal, para equilibrar las cuentas públicas tras varios años de crisis, es necesaria. Pero junto a la evidente necesidad de la consolidación fiscal, tal vez y también critico es la necesidad de una veraz política sobre el riesgo soberano de la UE (endeudamiento máximo de los Estados) aspecto lógicamente interrelacionado al anterior. En los criterios de convergencia, o criterios de Maastricht, se establece que la deuda pública no puede representar una cantidad mayor que el 60% del PIB para que un país sea admitido, y como criterio general para ordenar el endeudamiento de los países miembros de la UE. La verdad es que existen países de la UE que nunca han convergido en este criterio, y si parece que con anterioridad a la crisis existía cierta laxitud al alrededor de este. Una vez más la realidad ha puesto de manifiesto que los Estados de la UE no pueden gastar indulgentemente lo que cada uno desee y políticamente les convenga. El mercado cambiario y la rentabilidad de la deuda pública a largo plazo están directamente vinculados a la mencionada sencilla ecuación, (Deuda Pública / PIB en términos relativos) o bien riesgo soberano. No es el endeudamiento privado el motor del riesgo soberano (aún por alta que sea la tasa sobre PIB). El riesgo soberano de un país nace, entre otros motivos, del nivel relativo de endeudamiento público sobre PIB y la evolución de este ratio en el tiempo (velocidad).

Pero estamos en tiempos de crisis, y siguiendo la hipótesis keynesiana del “colchón público”, es inevitable que el ratio mencionado se dispare. ¿Qué hubiese pasado si los Gobiernos de la UE no hubieran intentado amortiguar la caída de la actividad económica mediante estímulos fiscales?. La economía debe estar al servicio del ser humano, y no la sociedad al servicio de la economía. Los estímulos fiscales eran necesarios. No obstante, si parece razonable que junto a la aprobación de dichos estímulos debería haberse implantado una política única y transitoria alrededor del riesgo soberano en la UE, siendo el BCE la Institución competente para ello. Así, y por ejemplo, que el incremento del nuevo endeudamiento como % del PIB fuese igual para todos aquellos países que requerían de estímulos fiscales. Esto hubiera dado lugar a mitigar el riesgo percibido por los inversores. Los mercados habrían interpretado el crecimiento marginal del riesgo como “único” y no “plural”, como finalmente ha ocurrido. Es verdad que el porcentaje relativo de endeudamiento público importa, pero también es importante a corto plazo la velocidad de cambio del ratio. A excepción del caso de Grecia, en donde ha existido un verdadero fraude a la confianza depositada, en los demás casos y especialmente en España, la reacción de los mercados hubiera sido distinta de existir algún tipo de medida unificada sobre riesgo soberano de la UE. Las agencias de calificación, ante el crecimiento más homogéneo del riesgo (endeudamiento), es posible hubieran actuado asimismo de forma más prudente. La unión hace la fuerza, y la división es siempre signo de debilidad.

Una vez frenado el golpe de la caída, y como menciona el Señor Rato en el ya referido discurso, “hay que entrar en una política de contracción fiscal y asegurar que esta sea expansiva para la economía”. El secreto esta en “una disminución del gasto público que lleve a una bajada de los tipos de interés, lo que a su vez estimula la inversión y el consumo privados”. Pero, ¿cómo bajar los tipos de interés de la deuda de los PIIGS a estas alturas el juego?. ¿Nueva flexibilización cuantitativa del BCE?, ¿default?.

Los mercados, si bien circunstancialmente creyeron en la aparente unidad de la UE, ya han percibido con nitidez la falta de entramado. Actualmente, la inexistencia de una política transitoria sobre el incremento marginal del riesgo soberano en la UE en donde el BCE es la Institución competente, ha puesto a los mercados en alerta roja y potencialmente, y de no cambiar las cosas, la situación ahogará a todos y cada uno de los PIIGS. El Informe del BCE en relación a España, Grecia, Portugal e Irlanda, por lo comentado, es desafortunado.