Empresas e inversores ante nuevos retos: una oportunidad para sacar partido a la verdadera gestión activa

En la actualidad, la comunidad inversora está dividida en dos campos respecto a las perspectivas de crecimiento para la economía mundial en 2011. Hay quienes predicen una segunda recesión o una "doble caída", y los que esperan un crecimiento modesto de alrededor de 2 o 3%. De cualquier manera, para los inversores que invierten en mercados de renta variable desarrollados, será necesaria un análisis más pormenorizado para identificar aquellas empresas que pueden ofrecer una autentica mejora de sus ingresos y márgenes. Estas empresas son las que aspirarán a cotizar con una mayor prima o múltiplo, mientras que las empresas que no crezcan o no remuneren a sus accionistas adecuadamente serán penalizadas por el mercado. Este entorno de mercado sin lugar a dudas, recompensará un estilo de gestión de inversiones verdaderamente activo, ya que se requiere un profundo análisis fundamental para descubrir qué empresas merecen qué tipo de valoración o prima.

2008 y 2009 fueron años de vacas flacas y por ello las empresas redujeron mucho sus operaciones logrando un agresivo reajuste de gastos. Esto permitió que las estimaciones de beneficios fueran superadas incluso a pesar de que había poco o nada en el camino para el crecimiento en ventas, pero esta reducción de costes permitió que los márgenes y los beneficios fueran superiores. Después de esta purga realizada en costes, parece que para el mundo corporativo ya queda poco que obtener recortando aún más. A partir de ahora, a las empresas les toca mostrar qué crecimiento orgánico, más saludable y sostenible en el tiempo, pueden conseguir.

El crecimiento orgánico puede provenir de una combinación de fuentes: ganando cuota de mercado a la competencia, creando nuevas líneas de productos, disfrutar de la posibilidad de poder de fijar precios superiores en mercados con mayores barreras de entrada, o bien, expandiéndose a nuevas geografías y mercados.

Con los mercados desarrollados sufriendo el desapalancamiento de los consumidores y los gobiernos intentando hacer frente a sus déficits presupuestarios, la mayoría de las compañías cotizadas en estos mercados se verán obligadas a mirar hacia el exterior si quieren aumentar sus ventas. Los "BRIC", así como los demás mercados emergentes, han suscitado la atención de todas ellas, y los inversores están a la espera de historias de crecimiento secular de empresas occidentales, capaces de beneficiarse del éxito de sus operaciones en estas economías para impulsar sus beneficios.

BMW por ejemplo, nos ha mostrado que su crecimiento reciente ha provenido de una exitosa penetración en Asia, y principalmente en China. Ha ofreciendo un producto con un marchamo de estatus social al que han podido aplicar mayores márgenes que en sus mercados de tradicionales de Occidente, y para ello no han tenido que mover sus fábricas a esas latitudes y mantener su calidad. Otro ejemplo ha sido Inditex, que ha tenido un gran éxito a la hora de crecer su negocio orgánicamente basándose en la ventaja competitiva que le da su sofisticada logística, y donde su expansión hacia mercados emergentes se ha realizado de una manera cautelosa, dando un paso en cada momento, y así Asia en los próximos tres años llegará a ser su principal mercado, sobrepasando a España.

Pero este crecimiento orgánico al que aspiran la mayoría de las compañías, va a ser muy difícil para algunos. Entre ellas podemos destacar las grandes compañías, donde habitualmente las nuevas iniciativas de crecimiento, aunque con sean notables en términos absolutos, su contribución porcentual a los resultados totales de la compañía resultan normalmente muy limitadas. A estas grandes compañías dominantes de ciertas industrias que ya no tienen donde crecer, sólo les queda innovar o crear una completamente nueva avenida de crecimiento.

Sin duda la manera más eficiente, y no digo fácil, para acceder a estas nuevas avenidas de crecimiento para las compañías es el M&A, ya sea de otras compañías o negocios. En las adquisiciones, el comprador no solo está buscando expandirse geográficamente, sino que aspira a aumentar la tasa de crecimiento del grupo. El gran riesgo al que se expone el comprador con esta estrategia de adquisiciones suele venir tanto por el momento en que se realiza la adquisición, a veces al final del ciclo, como por el precio que se paga, que obliga a un alto endeudamiento y que incrementa el riesgo de ejecución, que nunca debe ser subestimado. Sin embargo en la coyuntura actual, éstos riesgos pueden verse mitigados hoy en día por varios factores clave; el atractivo precio y relativa baja valoración de los negocios, en una fase de ciclo que no descuenta grades crecimientos futuros, y el acceso a una financiación barata, y ninguno de éstos van a durar para siempre. Si nos basamos en la experiencia, ésta nos ha demostrado que las operaciones realizadas a principios del ciclo del mercado de valores, históricamente han ofrecido mucho más valor que aquellas realizadas al final del ciclo, cuando la euforia domina. En las circunstancias actuales algunas empresas, sin lugar a dudas, empezarán a tomar posiciones.

El mantra del crecimiento se enseña desde una edad muy temprana en el sistema capitalista. El crecimiento es importante, pero la sostenibilidad de ese crecimiento es más crucial a largo plazo.

Empresas que localizan nichos geográficos o que tengan productos que pueden crecer por décadas, son excepciones y sin duda optarán a atraer consigo una prima del mercado, pero las demás no deberían de dejar de innovar y diversificar en zonas de crecimiento más rápido para unirse a ese club.

En este momento las empresas con bajas tasas de crecimiento y con suficiente generación de cash-flow deben optar por una de las dos siguientes estrategias, o utilizar sus balances y cash-flow para realizar nuevas inversiones a través de adquisiciones con sentido y con ello estimular su crecimiento orgánico futuro, o utilizar su cash-flow para remunerar a sus accionistas, ya sea a través de dividendos o realizando recompras de sus actuales acciones, en muchos casos infravaloradas y olvidadas por los gestores de inversiones, y así poder mostrar mejores ratios que atraigan a nuevos inversores.

Ian Ormiston, gestor de Ignis Asset Management