Energías y estrategias de inversión alternativas: mayor complejidad, mayores oportunidades

En la última década se han producido importantes cambios estructurales en el sector energético que cotiza en bolsa. Desde 2004, la capitalización de mercado de las diez principales empresas de petróleo ha caído desde cerca de un 70% del índice MSCI Energy hasta menos de la mitad. Durante el mismo periodo, el valor de mercado de las empresas más grandes ha quedado rezagado del resto del sector, ya que el número de sociedades casi se ha duplicado.

Esto ha dado lugar a una industria mucho más fragmentada. A principios de los noventa, solo cotizaban en bolsa 20 compañías de exploración y producción, cuyo flotante público superaba los 100 millones de USD. En 2004, el número de empresas se había multiplicado casi por cinco y hoy día existen más de 200 negocios de exploración y producción.

Esto ha aumentado enormemente las oportunidades de inversión en una serie de subsectores, al tiempo que exige mayor especialización. El inversor tradicional, equipado únicamente con el conjunto de ratios de valoración estándar, se perderá en un mundo en el que es esencial analizar el valor probable neto actual de una cartera de exploración. Los inversores ahora necesitan un enfoque más centrado en la industria que antes, además del análisis financiero clásico.

Estos cambios han venido acompañados de la evolución de las estrategias de inversión alternativas. Las compañías petrolíferas más grandes y maduras pueden convertirse en una fuente que permita extraer efectivo mediante una estrategia de ventas en corto, efectivo que a su vez puede invertirse con prudencia en una cartera de empresas más pequeñas de exploración y producción. El abanico de actividades de exploración de estos negocios ofrece a los inversores gran diversidad de posibilidades. Es muy probable que una empresa con una capitalización de mercado de 2.000 millones de USD que descubre 100 millones de barriles de petróleo registre un repunte del precio de sus acciones, mientras que un descubrimiento similar realizado por Chevron o Total pasaría prácticamente inadvertido. Un universo tan amplio de valores también incrementa la dispersión de los resultados entre inversiones.

El aumento del número de compañías que integran el sector también ha impulsado una mayor emisión de bonos y de valores híbridos, como los bonos convertibles. Recientemente llegamos a la conclusión, por ejemplo, de que la cartera de exploración de una empresa estaba plenamente valorada en el mercado. Sin embargo, dado que la cartera contenía activos de “alto riesgo/alto rendimiento”, decidimos invertir en la emisión de bonos convertibles de la compañía, dando un valor mínimo a nuestra inversión al tiempo que manteníamos la exposición al posible éxito de las perforaciones.

El mercado de deuda de alta rentabilidad es otro ejemplo. La última crisis financiera ha abierto nuevas oportunidades de inversión, tras la retirada parcial del crédito de algunas entidades bancarias. Estas inversiones permiten acceder a rentabilidades atractivas al tiempo que se limita la volatilidad de una cartera. Los inversores que conocen en profundidad el sector de exploración y producción han desarrollado sofisticadas formas de analizar el valor de la industria en función de los activos, como una plataforma de exploración flotante. Además, este tipo de inversiones se ha beneficiado de dos sólidas fuentes de rentabilidad: la caída de los tipos de préstamo corporativo en 2010 y la adquisición ocasional de dichos activos por empresas con una calificación superior.

Hoy día, invertir en el sector de la energía exige un profundo cambio de los enfoques de inversión, que deben combinar el conocimiento de la industria y el análisis financiero con experiencia aplicable a diversas clases de activos. La lección que podemos extraer de la expansión del sector en los últimos años es clara: la aplicación de estrategias innovadoras de renta variable y renta fija dentro del mismo fondo permite a los inversores maximizar la rentabilidad y, al mismo tiempo, minimizar la volatilidad de la cartera.

Pascal Mengés, responsable de Energy Research de Lombard Odier Investment Managers